UN REFUGIO
en plena NATURALEZA
Rubén Oliver descubre sus tesoros donde otros sólo ven ruinas. Y es que ha sabido ir un poco más allá, de la apariencia que ofrecen unas pequeñas construcciones confundidas con el paisaje, denominadas cabanes de volta, y se ha interesado por su significado, función, historia. Después ¿por qué no? también ha sucumbido a la belleza funcional y austera de los edificios. Descubiertas y estudiadas, las cabanes son su perla rara, constituyen, ni más ni menos, que los tesoros de los que hablábamos al principio. Pero antes de continuar, vamos a saber que son exactamente las cabanes de volta.
La palabra proviene del latín capanna, que en castellano significa choza, cabaña o construcción rústica, elaborada con materiales pobres. En catalán y en francés la palabra choza o similares se traduce como cabana, así es que es fácil identificar de qué zona procede el término. Rubén nos va a hablar concretamente de las cabanes de volta.
La palabra proviene del latín capanna, que en castellano significa choza, cabaña o construcción rústica, elaborada con materiales pobres. En catalán y en francés la palabra choza o similares se traduce como cabana, así es que es fácil identificar de qué zona procede el término. Rubén nos va a hablar concretamente de las cabanes de volta.
Nos cuenta que son construcciones populares de apoyo a las tareas agrícolas, y que presentan una técnica constructiva común. Se encuentran por lo general alejadas de los caminos, esto es, integradas en la explotación y solían estar asociadas a cultivos de secano, primordialmente viña y olivares.
El empezó estudiando las que se encuentran en La Litera (Huesca), pero las hay similares en la comarca de les Garrigues de Lleida, en las Baleares y en varios lugares de la península.
Observando las de la Noguera se aprecia cómo varía la ubicación de las cabanes y su arreglo interior, dependiendo de la función específica a la que están destinadas. Unas veces están construidas para refugio en el pastoreo, otras como dormitorio temporal en la recogida de almendra o aceituna, otras para guardar una tina de vino (entonces se ubican en medio del campo), etc.
Personalmente, y conociendo las cabanes solamente a través de las fotografías de Rubén, da la impresión de que estas pequeñas cabañas intentan confundirse con el entorno, no delatar su presencia, y para eso sus formas redondeadas se confunden con los montículos de tierra y los colores de los materiales con que están hechas, que son los que se encuentran a su alrededor, contribuyen al camuflaje. Árboles y matorrales acaban de integrarlas en el paisaje.
Rubén comenzó a interesarse por este tema en el año 2009 y confiesa que le dedica bastante tiempo, pero le resulta muy gratificante porque ha aprendido muchas cosas. Entre otras cosas, cómo se puede vivir en ellas, que no es tan sencillo. Por eso, porque esas construcciones no son simples piedras amontonadas sino que encierran muchas enseñanzas, además de ser interesantes en el aspecto arquitectónico forman parte del patrimonio etnográfico.
Y, para terminar, nos explica que ahora, junto al presidente del Centro de Estudios Literanos, está asesorando a una arquitecta que realiza su trabajo de fin de carrera sobre las cabanes. El hecho de volver a repasar el material recopilado, le ha servido para descubrir nuevos elementos, como algunas fechas y graffitis sobre las piedras de las construcciones, con lo que el catálogo ha recibido un nuevo impulso.
Para poder estar al tanto de todos los descubrimientos de Rubén, podéis visitar su blog sobre las cabanes. ¡Adelante! la puerta está abierta
Nos cuenta que se construyeron entre los siglos XVII y XX. Son de planta rectangular y, para hacerlas, se levantaban unos muros de piedra de un metro de altura aproximadamente. Se rellenaban de tierra en su interior y, a modo de cimbra, se amontonaba la tierra sobre la que se construiría la bóveda, normalmente de cañón o en ocasiones apuntada.
Una vez construida con piedra y argamasa, se vaciaba la tierra que serviría luego para tapar la cubierta.
Se remataba la entrada y la parte posterior con sendos arcos de piedra, a veces reforzados mediante contrafuertes en sus arranques.
Existen ciertos elementos comunes en todas ellas, como pueden ser los pesebres para los animales, unos huecos en las paredes a modo de alacenas, para guardar cosas de tamaño reducido, y unas pequeñas oberturas sobre la puerta de la entrada o en la parte trasera.
Para encontrar nuevos ejemplares hay que saber buscarlas, aunque con el tiempo ya se va adquiriendo experiencia y se intuye dónde puede haber alguna. Cuando Rubén sale para intentar localizar nuevos ejemplares, suele ir a pie. Y para determinar cuales son los lugares donde pueden estar, se apoya en la fotografía aérea (antigua), con el fin de localizar cultivos desaparecidos, que suele ser una buena pista. También los planes de ordenación urbanística pueden aportar información, pues en algunos muncipios las reflejan. Esto también depende un poco del territorio en el que uno se mueve, pues no es igual buscar en la Litera que en la Noguera. Observando las de la Noguera se aprecia cómo varía la ubicación de las cabanes y su arreglo interior, dependiendo de la función específica a la que están destinadas. Unas veces están construidas para refugio en el pastoreo, otras como dormitorio temporal en la recogida de almendra o aceituna, otras para guardar una tina de vino (entonces se ubican en medio del campo), etc.
Personalmente, y conociendo las cabanes solamente a través de las fotografías de Rubén, da la impresión de que estas pequeñas cabañas intentan confundirse con el entorno, no delatar su presencia, y para eso sus formas redondeadas se confunden con los montículos de tierra y los colores de los materiales con que están hechas, que son los que se encuentran a su alrededor, contribuyen al camuflaje. Árboles y matorrales acaban de integrarlas en el paisaje.
Rubén comenzó a interesarse por este tema en el año 2009 y confiesa que le dedica bastante tiempo, pero le resulta muy gratificante porque ha aprendido muchas cosas. Entre otras cosas, cómo se puede vivir en ellas, que no es tan sencillo. Por eso, porque esas construcciones no son simples piedras amontonadas sino que encierran muchas enseñanzas, además de ser interesantes en el aspecto arquitectónico forman parte del patrimonio etnográfico.
Y, para terminar, nos explica que ahora, junto al presidente del Centro de Estudios Literanos, está asesorando a una arquitecta que realiza su trabajo de fin de carrera sobre las cabanes. El hecho de volver a repasar el material recopilado, le ha servido para descubrir nuevos elementos, como algunas fechas y graffitis sobre las piedras de las construcciones, con lo que el catálogo ha recibido un nuevo impulso.
Para poder estar al tanto de todos los descubrimientos de Rubén, podéis visitar su blog sobre las cabanes. ¡Adelante! la puerta está abierta
3 comentarios:
Una bonita entrada sobre la interesante labor de recopilación que hace Rubén Oliver sobre estas curiosas construcciones
Mi aplauso más sincero para el autor por descubrirnos este aspecto desconocido de la arquitectura popular y rural. Ánimo y encuentra muchas.
Jesús Monreal
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