NUMERAR Y CATALOGAR.- 3
Suele pasar que uno empieza a comprar reiteradamente, casi sin darse cuenta, algún objeto que le gusta, o a guardar algo que le llama la atención, sin haber pensado antes en coleccionarlo. De repente, un día, descubre que tiene un cajón lleno de posavasos o una caja con monedas, etc. y, es entonces, cuando piensa en coleccionarlos. Estas situaciones conllevan un retraso a la hora de numerar las piezas y organizar la colección, pues no hemos fijado ningún criterio sobre la información que queremos buscar y ofrecer, ni los aspectos que más queremos resaltar, etc. (por ejemplo, si preferimos destacar de qué país o ciudad son los posavasos, o que publicidad aparece en ellos; o el orden cronológico de entrada en la colección, etc.).
Hoy día, los buenos coleccionistas tienen todo informatizado. Ellos hacen fotos de cada pieza, introducen los datos que quieren sobre cada una de ellas, pueden hacer listados atendiendo a diferentes búsquedas, etc. Todo esto supone un trabajo, eso no se puede negar, pero proporciona un conocimiento detallado de la colección.
Yo empecé la colección hace unos 50 años. Después de la nº 1, 2 y 3, empecé a comprar hueveras, sin pensar en numerarlas en el momento, pues pensé que si un día quería hacerlo me acordaría de dónde las había comprado y otros detalles. A veces ponía una señal en el interior de la base con el esmalte de uñas, para identificarlas en el futuro... Antes de llegar a cien, ya me di cuenta que aquello era un montón de ejemplares sin orden ni concierto y que, al menos, tenía que numerarlas y ofrecer algún dato. Me compré un cuaderno y empecé la labor. Ponía quién la había adquirido, dónde y el año. En la parte interna de la base, cada pieza lleva su número correspondiente.
Pero, al cabo de poco tiempo, me di cuenta de que con esos datos no podía identificar la pieza descrita, así es que añadí alguna información: "porcelana, motivo floral en tonos rosa y rojo, rayita dorada junto el borde superior...". Sin embargo, ¡ESO TAMPOCO FUE LA SOLUCIÓN! Podía haber cantidad de hueveras que respondieran a la misma descripción. La solución llegó cuando decidí hacer un dibujo, no perfecto, porque no se dibujar bien, pero si reproduciendo lo más exactamente posible las características de cada pieza, para poder saber, en un momento determinado, si ya la tenía o no. Vamos, anduve un camino tortuoso antes de llegar a las autopistas por las que ahora transitan los coleccionistas.