Una belleza
que pincha
Desde luego, es mejor no tocarlos, pero eso no es ningún problema porque, como dijo el poeta, también se puede acariciar con la mirada... Eso es lo que debe hacer nuestra coleccionista Carmen Morales con sus cactus: mirarlos y mimarlos a distancia o, al menos, tomar sus precauciones cuando se acerca a ellos.
Carmen Morales lleva el coleccionismo en la masa de la sangre, no lo puede evitar. En cuanto hay algo que le interesa lo colecciona y, como hay muchísimas cosas que despiertan su interés, pues tiene bastantes colecciones. En Procoleccionismo ya hemos comentado su colección de material escolar. También tiene otra de latas antiguas, de muñecas, de recortables, de muestras de labores, de cuentos de hadas, de libros de urbanidad, de marcapáginas, de juguetes antiguos, etc. Para disfrutar un poco de ellas podemos visitar su blog "El chibiritaino".
Entre tantas piezas del pasado hay, de todos modos, un lugar preferente para algo muy actual y vivo: su colección de cactus y crasas.
Al acercarnos a esta colección, lo primero que tenemos que saber, aparte de que son plantas que pinchan, es que los cactus pertenecen a la familia cactaceae, una familia numerosa porque cuenta con más de 2.000 especies organizada alrededor de 300 géneros. Los cactus forman parte del grupo de plantas suculentas.
Pero, ¿qué son las plantas suculentas? pues aquella que tiene raíces, hojas o tallos más carnosos de lo habitual con el fin de poder almacenar agua y resistir los periodos de sequía. Así, pues, todos los cactus son suculentas, aunque no todas las suculentas son cactus.
La adaptación que los cactus han experimentado para poder sobrevivir en climas áridos, se ha llevado a cabo de una forma distinta a la que han seguido la mayor parte de suculentas: los cactus han transformado sus hojas en espinas. Esta característica les permite retener agua y, también, defenderse de las agresiones de los animales. La fotosíntesis la realizan por la superficie del tallo, que es donde almacenan el agua. Por cierto, que no hemos dicho todavía, que todos los cactus y muchas suculentas son originarias de América.
A Carmen lo que le gusta de los cactus es su resistencia, dice que le da la impresión de que son plantas mágicas, pues a pesar de no cuidarlas demasiado y de soportar temperaturas extremas, cada año se llenan de flores. Eso siempre la asombra porque, si al ser originarias de climas áridos parece lógico que soporten bien el calor, resulta más extraño constatar que muchas de ellas aguantan bastante bien el frío, incluídas nevadas y heladas. Y recalcamos lo de "muchas de ellas", porque este año 2009, que ha sido especialmente duro por el frío, algunos de los cactus que Carmen no pudo proteger se le han helado, lo que le da muchísima pena.
Como todos los coleccionistas que se precien, Carmen no se limita a adquirir y admirar estas plantas que tanto le gustan, sino que ha procurado aprender todo lo posible sobre ellas, desde sus denominaciones botánicas hasta sus características, los cuidados que necesitan, etc.
Así, nos habla con pasión del cactus Aporocaptus flagelliformis, vulgarmente llamado "rabo de gato" o "cola de rata", que crece muy bien en cualquier suelo; del Mammillaria backebergiana, que en verano se llena de flores que forman como una corona; del Mammillaria bombycina, que alcanza grandes dimensiones, pues algunas de estas plantas llegan a tener más de medio metro. De Echinopsis, cactus muy resistente, al que muchas veces este invierno Carmen le ha tenido que sacar la nieve de encima, pero que sigue aguantando todo lo que le echen. Y también tiene un recuerdo especial para su "bebé", Gymnocalycium horstii, que espera ver crecer sano y fuerte.
Desde luego, no falta el humor a la hora de ponerle nombres a los cactus, pues vulgarmente se conoce como "cojín de suegra" a la variedad Echinocactus grusonii. Teniendo en cuenta que en griego"echinos" significa "erizo" , no se puede esperar mucha comodidad de este asiento..., !pobres suegras! hay que solidarizarse con ellas, que no se merecen esto (no todas...).
Los cactus se reproducen por simiente, sistema no apto para personas impacientes.
Carmen no es una coleccionista de cactus que tenga cientos de ejemplares, digamos que tiene una colección modesta. Lo que le interesa es tener una representación de todas las variedades posibles y disfrutarlas. Nos cuenta que no se necesita mucho espacio para ello, pues no suelen ser muy grandes y se pueden agrupar en un mismo tiesto. Además, ofrecen el aliciente de las cosas vivas, siempre en mutación: se transforman, se desarrollan, florecen. En resumen, una compañía muy agradable, que sólo pinchan si se les molesta.