jueves, 20 de noviembre de 2008

Una colección de tarjetas de menús







¿Qué hay




para comer?









Ramón Trelles colecciona tarjetas de menús. Puede parecer algo banal, pero lo cierto es que pocas veces hemos podido disfrutar de una colección tan rica como la que él nos presenta (y no nos referimos a su valor intrínseco, que lo tiene, sino al "documental", pues posee algunas piezas que son auténticos tesoros).

No hay muchas cosas que se preparen tan minuciosamente como un banquete, donde tienen que conjugarse elementos tan diversos como un presupuesto, el mensaje que quiere hacer pasar el anfitrión, la categoría de comensales a los que se les ofrece, la categoría de cocineros que lo elaboran, unos productos que se quieren resaltar, la moda gastronómica que se sigue, la influencia política que se adivina, etc. Todo eso se plasma y visualiza en un espacio reducido, la tarjeta del menú.

Ramón comenzó con esta colección hace más de 25 años. Recuerda que cuando empezó a coleccionarlos eran bastante baratos, pues por 100 pesetas se podían conseguir ejemplares con escudos en gofrado, pintados a mano o con ilustraciones muy bonitas. Ahora no se encuentran por menos de 50 euros....

En las ventas de eBay alcanzan unos precios desorbitados, como ocurrió con el único menú que se salvó de la cena que se estaba dando cuando se hundió el Titanic, que se subastó por cerca de 75.000 euros.

Hace unos años él creía que era el único coleccionista de este tipo de tarjetas y por eso, cuando decía que tenía la mejor colección de menús del mundo no era por presumir, sino porque pensaba sinceramente que no había otro "loco" al que le hubiera dado por coleccionar lo mismo. Sin embargo, ahora ya sabe que hay bastantes personas interesadas por los menús y que existe un mercado consolidado en torno a ellos.
A él la idea de coleccionar los menús le vino de casualidad, pues, recuerda, que pasó un día por la calle Libertad de Madrid y entró en una tienda en la que vendía postales antiguas. Allí, vió unos menús muy sobrios pero bonitos, con el anagrama A. V. en dorado y a relieve. Ramón no se resistió y los compró. Cuando llegó a su casa los miró con atención y empezó a investigar. Así fue como descubrió que A. V. era el anagrama de Alfonso XII y de Victoria Eugenia, y las fechas que allí aparecían correspondían perfectamente a su época. Supo entonces que eran nada más y nada menos que los menús que se utilizaban a diario en el Palacio de Oriente.

Entre los ejemplares que posee nuestro coleccionista, se encuentran algunos del siglo XIX, testigos más que elocuentes de homenajes a personalidades destacadas, inauguraciones importantes, comidas de la Casa Real, comidas con jefes de Estado extranjeros, banquetes de bodas y hasta comidas campestres.

Ramón lleva una ficha técnica de cada minuta, con la foto correspondiente en la que detalla datos sobre su tamaño, forma, escudos, gofrados, grecas, grabados, dibujos, firmas, entidad donde se realiza, fecha tipo de servicio y todo lo que puede interesar. Esto lo complementa con la información aparecida en los periódicos del día sobre el referido acontecimiento, lo que permite conocer y valorar la celebración en su contexto social e histórico.

Como nos explica, estas tarjetas de los menús, muchas veces están pintadas a mano, otras impresas; pueden estar escritas con multicopista o plumilla; en forma de cuadernillo o pasquín, pero todas ofrecen un gran interés, tanto por sus aspectos estéticos como por la información que dan.

También está interesado, no obstante, por las tarjetas de menú en blanco, muchas veces ofrecidas para hacer publicidad de algún producto alimenticio, de vinos, bebidas varias, hoteles, etc

Además de permitirnos recordar la ocasión para la que han sido confeccionados, los menús mencionan los platos que se han servido en el banquete, lo que nos permite conocer los gustos gastronómicos de la época, las influencias culturales, los productos de la tierra que más se valoraban, las bebidas más apreciadas...

Como información adicional se puede encontrar, también, la dedicatoria del homenajeado en el festín o de algún compañero de mesa célébre, pues en muchas ocasiones se aprovecha la superficie de la tarjeta del menú para conseguir una firma como recuerdo.

Ramón tiene una web en la que podemos conocer la clasificación de sus menús, desde aquellos que tienen valor histórico, a otros más modernos, pero igualmente interesantes. Así, podemos hacernos una idea de lo que es su colección, con una amplia representación de los menús ordenados por temas, p. e.: Transportes (aviones, barcos y trenes), Publicidad (vinos, cervezas, licores, aguas minerales, etc.), Personajes públicos (homenajes, inauguraciones), Personales (bautizos, comuniones, bodas, etc.) y varios otros.

A pesar de su voluntad de colgar en la red toda la colección, y de que ya tiene escaneadas todas las piezas, Ramón ha renunciado por ahora a ofrecer todo el material disponible por internet, pues se plantean algunos problemas de orden técnico.

Por eso, ha optado por mostrar solamente las portadas de algunos menús con el fin de que se puedan contemplar las ilustraciones. La decisión parece razonable, pero tiene el inconveniente de que, como la curiosidad se aviva mientras no se satisface, nos quedamos intrigados por saber, por ejemplo, qué les ofrecieron a los reyes de España en el pic-nic que les organizaron en Santander, etc.

Actualmente su colección consta de más de 17.500 tarjetas de menú y abarca el periodo comprendido desde 1850 hasta nuestros días. Tiene ejemplares de países como Holanda, Francia, Portugal, Alemania, Dinamarca, Italia, Grecia, Suiza, Austria, EE.UU. Sudáfrica, Brasil y Japón.

Por lo que se refiere al futuro de su colección, Ramón la ha cedido en su totalidad a la Biblioteca Nacional de España, a la que hace donación con el fin de que, como él nos cuenta, el resultado de todo su esfuerzo pase a la posteridad y los investigadores puedan conocer qué es lo que preparaban los cocineros en sus fogones y quienes eran los verdaderos cocineros....... de la Historia.

Entre tanta información, nos han llamado la atención muchas cosas, pero citaremos sólo lo siguiente:

En una web francesa dedicada a una colección de menús, "Menustory-Histoire des menus" en la que se muestran todos los menús de las recepciones oficiales desde L. N. Bonaparte a Sarkozy, puede verse la minuta del banquete que ofreció Alfonso XIII en París, el 19 de marzo de 1902, en donde no figura ningún plato español. Exactamente había "Consommé Julienne, Oeufs au plat, Pilaf de mouton au riz, Escaloppes de veau à l'Anglaise, Pommes de terre maître d'hôtel, Poulet rôti, Gâteau Marignon", con las bebidas francesas, evidentemente...

Lo que supone un gran contraste con la comida que le sirvieron a Alfonso XIII en otro de sus viajes a París, el 8 de mayo de 1913 y que hemos conocido gracias a un menú de Ramón. La preparó un restaurante español de la capital y consistió en: "Cocido a la española, Pollo a la Vizcaina, Filete de Buey Madrileña, Ensalada del tiempo, Helado de vainilla y fresas, Frutas variadas, café, Anis del Mono, Vino de Rioja" ¡más castizo que eso!

Para guardar los menús Ramón utiliza álbunes de fotos. Cuando el banquete aparece en los periódicos del día, como hemos comentado anteriormente, adjunta fotocopias de los diarios con la noticia. En algunas ocasiones puede acompañarlos también de los discursos que se hicieron en aquella ocasión, incluso con fotos o dibujos de los asistentes o de la recepción.

Las tarjetas de menús además de ser obligadas en las recepciones oficiales, son un detalle para realzar el servicio de mesa de una reunión familiar o de amigos. Son el recuerdo perenne de algo fugaz: una comida, por lo que pueden ser la excusa ideal para convertir un día intrascendente en una fecha para recordar. Hoy mismo a la hora de cenar voy a poner unos tarjetones blancos delante del plato de la familia, con el texto: "Menú: judías verdes con patatas blancas, bacalao fresco acompañado de hojitas de lechuga perfumadas al vinagre, mandarina". Ramón ¿es necesario que siempre conste el motivo de la celebración? si es que sí, añadiremos "con ocasión de la aparición en "Procoleccionismo" de la colección de tarjetas de menús".



jueves, 13 de noviembre de 2008

Una colección de postales antiguas




Recuerdos


desde


Sevilla




"Recuerdos desde..." es un texto al que se recurre con frecuencia cuando se envía una postal, aunque hay otras personas un poco más comunicativas, gracias a las cuales el destinatario puede enterarse de que sus padres han montado en unos camellos en Tenerife o que sus cuñados están en Londres y llueve a mares.

Para las familias, las tarjetas guardadas en una caja sirven para recordar las vacaciones de todos sus miembros y permiten descubrir sus firmas, su humor, su ternura o su falta de imaginación. Los datos que aportan pueden resultar de gran ayuda en las investigaciones genealógicas.

Al coleccionista, la tarjeta en si misma le da otro tipo de información: la época en que se editó, el nombre del fabricante, la originalidad del tema de la ilustración, la técnica empleada para su estampación, etc.

Manuel Angel Lara es de Sevilla y se le ocurrió hacer colección de postales antiguas cuando se dió cuenta que ya tenía acumuladas una buena cantidad de ellas.

Nos cuenta, que todo comenzó allá en el año 1985. Unas señoras conocidas suyas le dijeron que se pensaban deshacer de unos libros que tenían en casa y que podía mirar si había alguno que le interesara. Aprovechó la ocasión que se le ofrecía y se quedó con algunos, pero lo que más le llamó la atención fue una caja llena de postales antiguas que se encontraba con ellos.

Cuando vieron el interés con el que las miraba, le dijeron que cogiera las que quisiera, siempre que no llevaran un texto con comentarios familiares.

Manuel obedeció, aunque más de una vez se ha arrepentido de haber dejado allí unas piezas que ahora le encantaría tener en su colección. También se arrepintió de haberle dado a un compañero muchas de aquellas postales, porque fue precisamente un minuto después de haberlo hecho cuando pensó que hubiera tenido que guardárselas para él y empezar su propia colección.

Entre los temas más frecuentes en la ilustración de tarjetas postales, tanto en sus primeros tiempos como ahora, se encuentran las postales souvenir, en las que se destaca alguno o algunos aspectos típicos de un lugar, como pueden ser monumentos, paisajes, comidas, trajes regionales, personajes de la historia local. Muchas veces estas tarjetas ya vienen con la frase impresa de "Saludos desde..." o alguna similar.

También son numerosas las tarjetas pensadas para felicitar aniversarios, onomásticas o celebraciones de fiestas determinadas (Pascua, Navidad).

El tema de los niños ha gozado siempre de mucha aceptación, así como el de la flora o la fauna. También se ha recurrido a personajes históricos o a la reproducción de obras de arte, sin olvidar las tarjetas humorísticas. En fín, como se suele decir, hay para todos los gustos.

Las postales preferidas de Manuel son las de personajes, preferiblemente reyes, familias reales y gobernantes destacados, ya que, aunque piensa que no son ni mucho menos las personas más importantes en la historia de los países, sí son los más significativos. No obstante, aprecia todos los temas y especialmente las postales de parejas y niños, sobre todo, cuando llevan texto en el reverso.

En esos escritos, nos dice Manuel, se solían escribir candorosas felicitaciones, con una peculiar ortografía, como:

"Pajarillos que voláis, entre lirios y violetas, haced el favor de llevarle a Basilisa esta tarjeta, y si acaso te pregunta, le respondes con salero, que es de su criada Carmen, que la quiere con esmero". Otro mensaje con miga: "El domingo fui a la pla lla, y ma a code de ti, y ohi u na bo que desia, que lo tenga mui feli".

Nuestro coleccionista nos confiesa que nunca ha contado las postales que tiene, pero puede calcular "a bulto", que son unas dos mil, aunque no todas son antiguas. Dice que las empezó guardando en fundas de plástico con seis casilleros, lo que permitía ver doce postales por hoja, pero ocupaban mucho espacio y no resultaba práctico. Ahora las tiene separadas por temas en cajas de plástico, esperando poder escanearlas para su blog.

Por cierto, queremos señalar que además de estar trabajando en ese blog, Manuel tiene una estupenda colección de marca-páginas con auténticas preciosidades, como nuestra coleccionista Mari Carmen Carrera, de la que ya tuvimos ocasión de hablar.

Por lo que se refiere a la adquisición de piezas para su colección, se lamenta Manuel de que últimamente tanto los anticuarios como los vendedores de los mercadillos han puesto unos precios bastante prohibitivos a las postales antiguas, por lo que hay que pensárselo un poco antes de comprar.
Y eso, que la historia de las tarjetas postales no es muy antigua, pues se remonta solo a finales del siglo XIX. El Estado tenía entonces el monopolio de su edición y se vendían ya franqueadas. Posteriormente, se autorizó a las empresas privadas a vender sus producciones, lo que permitió una rápida difusión, ya que los clientes encontraban una oferta muy variada con cuidadas ilustraciones. El sello que se requería para su expedición era más barato que el que se necesitaba para franquear una carta dentro del sobre. En 1878 se uniformizó el tamaño de las tarjetas postales, adoptando el de 14 x 9 cms, aunque actualmente la medida normalizada es de 15 x 10.5 centímetros.

En la vida de un coleccionista siempre hay alguna experiencia amarga, una frustración que queda cuando se piensa en lo que pudo haber sido y no fue, y Manuel tiene varias, aunque procura tomárselas con humor.

Así, nos cuenta que además del episodio referido sobre unas postales que no cogió por exceso de honestidad y otras que regaló por demasiada generosidad, pues también ha perdido otras por llegar un pelín tarde. Esto le pasó en Aracena, donde acudió a un estanco preguntando por postales antiguas y la señora le sacó un álbum grande donde solo le quedaban diez o doce postales. Le contó que lo tenía lleno hasta hacía pocos días, pero que había pasado por allí Manuel Sumers, el director de cine, y se las había llevado todas. Cuando miréis la película "Del Rosa al Amarilllo" y veáis las postales que salen de fondo en el reparto, pensad que podrían haber sido de Manuel.

Esta es la relación de Manuel Angel Lara con sus postales, una historia apasionante con final feliz.



viernes, 7 de noviembre de 2008

Lote n° 25 de imágenes de casas construídas sobre calles y pasajes

Foto n° 145: Calatayud (Zaragoza) Fernando González Seral

Foto n° 146: Sevilla, Casa de la Moneda. Manuel Angel Lara



Foto n° 147: Sevilla. Manuel Angel Lara


Foto n° 148: Edimburgo Escocia). Fernando Fuster


Foto n° 149: Bremen (Alemania), Böttcherstrasse. Fernando Fuster


Foto n° 150: Bremen (Alemania) Böttcherstrasse. Fernando Fuster

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¡Gracias!