(Re)creando armonía
Loli Avilés vive en Llodio (Alava) y tiene una estupenda colección de bonsáis. Nos cuenta que le han gustado las plantas ya desde que era adolescente, probablemente porque su madre también es muy aficionada y ella siempre ha visto las ventanas de su casa llenas de flores. Todavía era una cría, cuando su madre le dejó una pequeña terraza para que pusiera las plantas que quisiera, y ella la llenó de cactus y plantas crasas, porque eran fáciles de cuidar. Como no ocupaban mucho espacio, pudo tener unas 30 variedades diferentes. Más tarde, cuando tuvo que marcharse de su casa para estudiar en la universidad, fue cuando Loli descubrió los bonsáis, que le atrajeron enseguida, pero le aparecieron muy dificiles de cuidar y no se animó a ocuparse de ellos. El primer ejemplar que tuvo se lo compró su marido hace 21 años. No tenía ni idea de cómo se cuidaba, pero siguió las instrucciones que le dieron al pie de la letra, aunque no le sirvió para mucho, porque no consiguió que le viviera más de 6 meses, así es que, ante semejante fracaso, decidió conocer un poco más de ellos antes de lanzarse a tener otro.
Para saber un poco más, lo primero que hizo fue comprarse tres libros sobre bonsáis, que fue todo lo que encontró por aquél entonces, y la revista bimensual que se publicaba sobre el tema. Enseguida comprendió que en un piso sin balcones ni terrazas, como era en el que ella vivía, no iba a ser fácil cuidar bonsáis, pues necesitan estar en el exterior y recibir sol y luz en la medida adecuada, así es que aplazó el proyecto. Hace 10 años se mudó a otro piso y desde entonces dispone de un balcón bastante amplio, que su marido le ha acondicionado instalándole estanterías, bancos y armarios para meter macetas, sustratos, herramientas y todo lo necesario. Por otra parte, con la ayuda de internet ha podido establecer contacto con otros aficionados y tener información práctica sobre su cuidado. Además, se ha hecho con una buena biblioteca sobre el tema y tiene bastantes revistas especializadas así es que, en cuanto tiene un bonsai nuevo entre las manos, se documenta lo mejor que puede de qué tipo de árbol es y los cuidados que más le convienen en su zona. Por cierto que ya hemos dicho que Loli vive en Llodio, y eso representa una ventaja, pues ofrece un clima parecido al de Japón. Además del aspecto estético que presentan los bonsais, a Loli le parece muy interesante la filosofía que encierran. Ya sabemos que surgieron en China hace unos dos mil años. Fueron objeto de culto para los monjes taoistas y eran símbolo de eternidad, siendo considerado el árbol puente entre lo divino y lo terrenal, entre el cielo y la tierra. También se cuenta que los médicos chinos tenían que recorrer grandes distancias para llegar al lado de los enfermos y, a veces, allá donde iban no encontraban los árboles con los que preparaban sus remedios, así es que empezaron a llevar consigo macetas con esos árboles con el fin de poder utilizarlos en cualquier lugar. El cultivo de los bonsáis de China pasó a Japón hace unos 800 años, gracias a los budistas y a la filosofía zen. Hay que hacer hincapie en que los bonsáis no son resultado de una modificación genética de los árboles y las plantas, sino que se consiguen reduciendo su tamaño habitual gracias a técnicas como transplantes, poda, alambrado, pinzado, siempre con el objetivo de crear un estilo que recuerde al que ofrece la naturaleza. Digamos que el cultivador de bonsáis es el modelador de la planta, para lo que se requiere sentido artístico y conocimientos de horticultura.
A Loli le encantan los pinos y los enebros, pero también admira mucho cualquier arbol de la familia de los prunus. Hace 4 años que consiguió tener un prunus mume, un albaricoquero japonés que es uno de sus favoritos. Entre todos los que tiene siente debilidad por la serissa phoetida, que es el primero que le regaló su marido, por eso le tiene un cariño especial, aunque considera que no es un gran árbol. Del granado nejikan le gusta su forma; del prunus mume sus flores en invierno; del gingko sus hojas; el haya, porque es un árbol autóctono; de la azalea satsuki nikko, le llama la atención el diseño del árbol y sus flores; del arce buergerianum la dimensión del tronco. Loli dice que esta no es una colección muy exigente, por lo que a tiempo se refiere. Según la estación del año, hay que dedicarle más o menos atención. En verano no necesitan mucha, se limita a regarlos y comprobar que no cojan ninguna plaga. Otoño y primavera son las estaciones de más trabajo, pero eso no supone más de una hora al día, salvo los fines de semana. De todos modos, es cuestión de organización y de distribuirse la tarea lo mejor posible.
Tampoco se tiene que asustar nadie por lo que se refiere a la dificultad que ofrece su cultivo. Es cierto que hay algunos árboles más fáciles que otros, por ejemplo el olmo es fácil y además muy agradecido, enseguida brota, aunque te pases podando. Para los más delicados, siempre se encuentra el consejo experto en algún foro de internet. Otros aspectos, como puede ser los riegos adecuados, la dosis correcta de abono líquido, etc. se van aprendiendo con la experiencia. Entre los ejemplares que le gustaría tener y que todavía no ha conseguido Loli nos cita a los tejos, por su carácter de árbol milenario. Es una especie protegida y espera un día poder encontrar uno que pueda usar para bonsai. Hasta hace poco iba detrás de una sabina, una variedad de juniperus y ahora ya la tiene. Piensa trabajarla en otoño con la ayuda de un maestro japonés que vendrá a Bilbao.
Loli es la vicepresidenta de la Asociación de Bizkaia de Bonsái. Nos explica que es una asociación que se fundó en 2008 y como le pillaba cerca de casa se animó a inscribirse. Se reunen cada 15 días y cada vez tienen mayor número de participantes. También es administradora de un foro de bonsáis, "Bonsai del Norte", donde además de cuidarse sólo de sus árboles, se intenta ayudar a otros aficionados con sus dudas. Y, si hace falta, también procuran echar una mano cuando alguien tiene algún problema y no puede atender sus plantas, como es el caso de la foto en el que vemos a Loli con los bonsáis de otro coleccionista. Ella también recibe una ayuda muy especial, la de su hijo de 16 años, que, afortunadamente, también está interesado en los bonsáis. Así es que cuando ella tiene que viajar, él se encarga de cuidarlos. Este último año, en enero, comenzó casi por casualidad con su blog "Lolibonsai" que según dice ella, porque es modesta, "parece que funciona", pero que lo cierto es que tiene muchas visitas porque es un blog muy interesante y os lo recomendamos. Loli también se interesa, cada vez más, por las plantitas que se usan al lado del bonsái como elemento decorativo, los kusamonos (ver la última foto, de flores azules) así como por las macetas y tiestos, que tan importantes son en la presentación y realce de los bonsáis. Todo ello sirve para ponerlos en valor y hacernos disfrutar de un mundo miniatura, hecho por y para grandes artistas.