Diego Gambeta Mayo es coleccionista de las anillas que se les ponen a las palomas mensajeras para identificarlas. Estas anillas son el D.N.I. de esas palomas y contienen información de su país de origen y del año de nacimiento de la paloma y, gracias a la numeración, se puede saber la región de la que procede. En la fotografía podemos ver a Gabino, el palomo favorito de Diego, luciendo en su pata la anilla de identificación, de color azul.
Conocido es el sentido de la orientación de las palomas mensajeras y también su resistencia a la fatiga. Están entrenadas especialmente para volver a su palomar, cubriendo largas distancias y son capaces de recorrer de 700 a 1000 kilómetros al día, alcanzando una velocidad media superior a los 90 km/h. Desde la Antigüedad han sido utilizadas en todos los países para enviar mensajes, que transportaban en su patas. A estos textos se les da un nombre bien preciso: columbogramas. Los Ejércitos de todo el mundo también han recurrido a este sistema y contaban siempre con palomas adiestradas. Hasta hace poco las seguían teniendo, en previsión de que, ante alguna emergencia, pudieran fallar los medios de comunicación más modernos. Oficialmente el Ejército español contó con ellas hasta el pasado año 2010, aunque ya había dejado de ser efectivo este servicio desde el 2006. Por cierto, es curioso saber que algunas palomas mensajeras han sido condecoradas por méritos de guerra, en consideración de los servicios prestados.
Estas anillas de identificación al principo se hacían en aluminio grabado y, posteriormente, se han hecho de aluminio con el texto en papel y forradas de material plástico. Hoy en día, éstas son las que se utilizan, aunque ya hay muchos países que las fabrican totalmente en materiales plásticos. En España el paso de aluminio grabado al aluminio con papel y plástico se realizó en el año 1979, año en el que coexistieron los dos tipos de anillas.
Pero ¿cómo se le ocurrió a Diego hacer esta colección? pues nos dice que ésta es una pregunta difícil de responder. El caso es que empezó a tener palomas cuando tenía unos 10 años (ahora ya tiene más de 40) y de vez en cuando aparecía por su palomar alguna paloma anillada. Unas se quedaban, otras, sobre todo las mensajeras, se iban a los pocos días, pero aquellas que se quedaban cuando llegaban a cierta edad se morían. Entonces, se le ocurrió ir guardando las anillas que llevaban y las colgaba de un cordel, como hacen muchos colombófilos de hoy en día. Hace unos diez años decidió empezar a coleccionar en serio y fue pidiendo anillas a otros amigos que también tenían palomas, incluso a cazadores, que a veces las habían abatido sin querer. Y así fue consiguiendo ejemplares. Por cierto, que el sistema de guardarlas consta de una caja de madera con unas varillas extraibles de fibra de vidrio, en las que Diego coloca las anillas por naciones y en orden del año.
Las anillas las proporcionan las federaciones, que son las responsables de encargar su fabricación y repartirlas entre los federados. También existen las llamadas anillas de propiedad, que puede encargar cualquier particular a los distintos fabricantes. Así lo hace Diego, que pone su propia anilla a las palomas, aunque este tipo de anillas no las colecciona.
Gracias a internet Diego ya ha conectado con diez coleccionistas españoles y también tres mejicanos, un colombiano, tres brasileños y un argentino, esto da una idea de la gran difusión de este tipo de colección.