SAL y PIMIENTA
una pareja muy unida
Hoy no os presentamos a un o una coleccionista, sino a dos. Bueno ¿qué digo dos? ¡cuatro! Nuestros coleccionistas son Andrea, Rolf y sus hijos, Andrea y Alex Ludden. Y la historia curiosa sobre la colección, por no decir extraordinaria (no nos gusta exagerar) es la siguiente:
Hace unos 30 años Andrea se dio cuenta de que no tenían en su casa ningún molinillo de pimienta que funcionara bien, así es que acompañada de Rolf, su marido, salieron un día a comprar uno. Lo que ocurrió fue que no encontraron uno, sino muchos, que les llamaron la atención. Pero, no sólo eso, mientras buscaban molinillos descubrieron un mundo de saleros y pimenteros que les fascinó y se quedaron prendados de ellos, lo que todavía les ocurre en la actualidad. Aprecian la variedad de formas, temas y colores que pueden presentar estos pequeños objetos. Andrea, como buena arqueóloga que es, se enamoró también de la historia que hay detrás de ellos.
A finales de la década de 1990, para Navidad Alex le regaló a su madre una cámara digital que ella utilizó para tomar fotos de los saleros y pimenteros, que tenía repartidos por su casa y hasta en cajas en el sótano. Andrea se puso a recoger datos de cada pieza, les tomaba medidas, las describía con detalle y añadía las notas que le parecían interesantes para su catalogación. Cuando se abrió la última caja, Rolf dijo ¡se acabó! no voy a llevar ni una caja más, tienes que hacer algo con todo esto! y eso parecía una decisión pertinente, pero la respuesta no era evidente: ¿qué se podía hacer con todo aquello?
En el año 2001 Andrea y su familia se mudaron desde el centro de Texas a las montañas "Smoky Mountains" para abrir el único museo de su tipo existente en el mundo. Actualmente se exhiben en dicho museo más de ¡20.000 piezas! (contando el salero y el pimentero como una unidad).
Algo que les parece interesante es el poder mostrar a través de los saleros y pimenteros los cambios experimentados en la sociedad. Y, visitando el museo se puede hacer un recorrido histórico desde el siglo XIX hasta nuestros días.
Otro objetivo del museo es mostrar cómo artesanos y artistas han sabido plasmar en estos objetos toda su creatividad y buen hacer, porque el visitante no puede dejar de sorprenderse de la gran variedad que existe ¿cómo se pueden crear tantas formas y temas diferentes? Sin contar con los materiales de los que están hechos, pues igual pueden ser de plata u otros metales, como de cristal, cerámica, porcelana, madera, etc.
Y la familia de Andrea todavía persigue otro fin con este museo, que no es otro que el de contactar con otros coleccionistas, porque saben que existen muchos, ya que, desde antaño ésta es una colección relativamente popular, porque ¿quién no tiene un abuelo, amigo, compañero de trabajo o vecino que no los coleccione?
Desde el 21 de mayo de 2010 Andrea y los suyos han abierto en Europa un segundo museo. Se encuentra ubicado en España, en El Castell de Guadalest fuera de Benidorm, en la provincia de Alicante. El museo cuenta con otras 20.000 piezas, la mayoría de las cuales no se encuentran en el museo de EE.UU, lo que da una idea de la creatividad desplegada en la fabricación de estos objetos y ¡la imposibilidad de tenerlos todos!
Por conocer un poco la historia de saleros y pimenteros, recordemos que la presencia de la sal y la pimienta en la mesa, destinadas a aderezar los platos individualmente, no hicieron su aparición simultáneamente. Podemos decir que el salero tiene una andadura mucho más larga y se utilizó bastante antes que el pimentero. Se sabe que los romanos utilizaban unos recipientes conteniendo sal que colocaban encima de la mesa y con los que antes de ponerse a comer practicaban un ritual, venerando a sus antepasados. Estos salinum solían ser de plata en las clases pudientes, pero también se utilizaban de cerámica.
Durante la Edad Media los saleros fueron cobrando importancia, y se fueron haciendo más grandes y sofisticados en el Renacimiento. Se trataba de recipientes muy ornamentados, de los que se cogía la sal con los dedos, a no ser que vienieran acompañados de una cucharita. Normalmente eran obra de orfebres. Por poner un ejemplo, recordemos el famoso salero de Benvenuto Cellini, que está hecho en oro, madera de ébano y esmaltes y que el artista hizo para el rey de Francia Francisco I.
La convivencia apacible y callada de saleros y pimenteros, no comenzó hasta finales del siglo XVII, cuando en la corte de Luis XIV se decidió que de todas las especias destinadas a la condimentación de platos, la pimienta era la mejor y merecía un puesto en la mesa del rey. Y como la sal ya ocupaba un lugar de honor, pues intentaron armonizar los recipientes de uno y otro condimento. El que fuera entonces cuando la pimienta apareciera en las mesas elegantes, no quiere decir que no se consumiera hasta entonces, ya que las bayas de este condimento, oriundo de la India, eran conocidas desde antiguo.
Esta compañía del salero y el pimentero se ha llevado a cabo a lo largo del tiempo de modo muy diverso, en algunos casos se ha buscado la originalidad, en otros el fácil manejo, pensando en su funcionalidad. A veces se recurre a dar a ámbos recipientes formas iguales, o bien se compone con las dos piezas escenas o conjuntos en los que el salero y el pimentero son muy diferentes, pero complementarios.
Por cierto, parece ser que el primer salero con tapa, fue obra de John Mason, un herrero que lo inventó en 1858.
Los saleros y pimenteros que se pueden admirar en el Museo de Andrea son preciosos y todos ellos, hasta los que son de simple plástico, son importantes, porque representan una época, una moda, un estilo, un modo de hacer. Para daros una idea de lo que podéis encontrar allí, os recomendamos las webs de esta colección. Podéis visitar su museo en EE.UU. o el de Castell de Guadalest (Alicante) que os cae más cerca. Como os hemos comentado, en cada uno de ellos hay más de 20.000 piezas y son muy pocas las que se encuentran repetidas en uno u otro lugar. Así que, bien pensado, ¡podéis visitar los dos! ¡No es fácil encontrar una colección tan salerosa y picante como esta!
Por conocer un poco la historia de saleros y pimenteros, recordemos que la presencia de la sal y la pimienta en la mesa, destinadas a aderezar los platos individualmente, no hicieron su aparición simultáneamente. Podemos decir que el salero tiene una andadura mucho más larga y se utilizó bastante antes que el pimentero. Se sabe que los romanos utilizaban unos recipientes conteniendo sal que colocaban encima de la mesa y con los que antes de ponerse a comer practicaban un ritual, venerando a sus antepasados. Estos salinum solían ser de plata en las clases pudientes, pero también se utilizaban de cerámica.
Durante la Edad Media los saleros fueron cobrando importancia, y se fueron haciendo más grandes y sofisticados en el Renacimiento. Se trataba de recipientes muy ornamentados, de los que se cogía la sal con los dedos, a no ser que vienieran acompañados de una cucharita. Normalmente eran obra de orfebres. Por poner un ejemplo, recordemos el famoso salero de Benvenuto Cellini, que está hecho en oro, madera de ébano y esmaltes y que el artista hizo para el rey de Francia Francisco I.
La convivencia apacible y callada de saleros y pimenteros, no comenzó hasta finales del siglo XVII, cuando en la corte de Luis XIV se decidió que de todas las especias destinadas a la condimentación de platos, la pimienta era la mejor y merecía un puesto en la mesa del rey. Y como la sal ya ocupaba un lugar de honor, pues intentaron armonizar los recipientes de uno y otro condimento. El que fuera entonces cuando la pimienta apareciera en las mesas elegantes, no quiere decir que no se consumiera hasta entonces, ya que las bayas de este condimento, oriundo de la India, eran conocidas desde antiguo.
Esta compañía del salero y el pimentero se ha llevado a cabo a lo largo del tiempo de modo muy diverso, en algunos casos se ha buscado la originalidad, en otros el fácil manejo, pensando en su funcionalidad. A veces se recurre a dar a ámbos recipientes formas iguales, o bien se compone con las dos piezas escenas o conjuntos en los que el salero y el pimentero son muy diferentes, pero complementarios.
Por cierto, parece ser que el primer salero con tapa, fue obra de John Mason, un herrero que lo inventó en 1858.
Los saleros y pimenteros que se pueden admirar en el Museo de Andrea son preciosos y todos ellos, hasta los que son de simple plástico, son importantes, porque representan una época, una moda, un estilo, un modo de hacer. Para daros una idea de lo que podéis encontrar allí, os recomendamos las webs de esta colección. Podéis visitar su museo en EE.UU. o el de Castell de Guadalest (Alicante) que os cae más cerca. Como os hemos comentado, en cada uno de ellos hay más de 20.000 piezas y son muy pocas las que se encuentran repetidas en uno u otro lugar. Así que, bien pensado, ¡podéis visitar los dos! ¡No es fácil encontrar una colección tan salerosa y picante como esta!