CARAMELOS de todos los sabores
José Ramón Muñoz García colecciona envoltorios de caramelo, el papel que los envuelve. ¿Cuál es su función? (nos referimos a la de los envoltorios), pues preservar al caramelo lo más eficazmente posible de los agentes externos y proporcionarle un atractivo especial para que apetezca comerlo.
Con el fin de conseguir el primer objetivo, que es buscar la buena conservación del producto, se cuida la calidad del papel con que se envuelve, con el fin de que la golosina se mantenga en buen estado, sin sufrir alteraciones ni en su composición ni en su aspecto. En muchas ocasiones se pone directamente sobre el caramelo un papel pequeño que suele ser parafinado y que evita que el caramelo se pegue al envoltorio y, después, se utiliza otro que envuelve el caramelo junto al papel parafinado. Por lo que se refiere al papel que se utiliza como envoltorio principal, es decir, el que aparece en el exterior, se procura habitualmente que sea vistoso y atractivo, pues es lo que va a decidir al potencial consumidor a elegir ese artículo. Hay empresas que lo que más destacan es el sabor de la golosina o las características del producto y otras que utilizan como reclamo principal el nombre de la marca que los fabrica. De todos modos, habitualmente de lo que se trata es, gracias al color y diseño del envoltorio, sugerir lo más aproximadamente posible qué es lo que se va a encontrar el consumidor dentro del envoltorio y, si le parece bien, también dentro de su boca. Hasta un niño pequeño sabe que un papel amarillo encierra un caramelo de limón y que si es de color rojo casi seguro que es de fresa. También hay ocasiones en las que lo único que se pretende es conseguir un bonito efecto estético del caramelo envuelto. Recurriendo a un medio u otro, la creatividad de los diseñadores trabaja para hacer pasar el mensaje de lo que quieren vender a través de la pequeña superficie del envoltorio. Junto a una gran cantidad de sabores diferentes (frutas, plantas aromáticas, licores, flores, infusiones, etc.) se ofrecen cada vez más nuevas propuestas (se enfatiza sobre la eficacia de la golosina para combatir el cansancio, eliminar el mal aliento, etc.). La textura del tipo de papel exterior depende mucho de la forma del caramelo, pues si en las presentaciones tradicionales, como los caramelos de tipo bolsa (con cierre del papel en un sólo lado) o los de forma de mariposa (cerrados en dos puntos) se suele utilizar el papel de celofán, para otro tipo de caramelo, como el cuadrado (tipo Sugus) o los alargados y rectangulares, se recurre a un papel más recio y menos brillante.
Por cierto, que es fácil saber si un caramelo ha sido envuelto a mano o a máquina: cuando se ha usado una máquina los extremos del papel que encierran el caramelo van en el mismo sentido, mientras que las puntas del papel con que se envolvían los caramelos a mano iban cada una en una dirección, porque la mano derecha del operario/a que lo había envuelto lo había apretado hacia adelante (hacia el exterior), mientras que su mano izquierda se había movido hacia el interior (hacia su cuerpo).
José Ramón empezó con esto de los caramelos hace ya unos cuantos años, unos diez o doce. La verdad es que no se le había ocurrido hasta que un amigo suyo, coleccionista como él de vitolas, le preguntó si no alguna otra cosa además de eso. Entonces, pensó que era buena idea interesarse por otras cosas y se decidió por los envoltorios de caramelo.
Del dicho al hecho no pasó mucho tiempo, pues poco después se fue de vacaciones de Semana Santa a Torrevieja y allí consiguió juntar más de media bolsa de esas de plástico que dan en los supermercados, con los caramelos que repartían los "capirotes", pues es costumbre que éstos lleven sacos hasta de 30 kilos de golosinas para darlas a grandes y chicos.
Este es un aspecto interesante de la colección, el que no es necesario gastar mucho dinero para conseguir nuevos ejemplares. Los caramelos los suelen regalar en muchos lugares, como tiendas, empresas, bancos, restaurantes, hoteles, etc. además de los que se reparten durante las cabalgatas de Reyes y otros acontecimientos. Y como buen coleccionista, José Ramón tampoco le hace ascos a algún envoltorio que encuentra por la calle ¡la colección es la colección! También recibe muchos envoltorios de conocidos y amigos, algunos de los cuales hasta tienen el detalle de dejar el caramelo dentro.
Para obtener información sobre la historia de la empresa y la fabricación de los dulces nuestro coleccionista no duda en dirigirse directamente a fabricantes de caramelos que, la mayoría de las veces, le han facilitado amablemente no sólo los datos que les pedía, si no que le han regalado envoltorios, e incluso bovinas enteras de papel para envolver. Por cierto, que José Ramón no compra muchos caramelos y si alguna vez lo hace es para ofrecérselos a sus compañeros de trabajo, que se ve que ellos sí que son unos verdaderos devoradores.
Otra cosa que José Ramón también considera interesante en esta colección, es que estos pequeños pedazos de papel ofrecen mucha información sobre los gustos y evolución de una sociedad. En ellos se pueden apreciar diferencias de un país a otro y también de una a otra empresa. Por ejemplo, es curioso ver cómo algunas de ellas son más generosas con el papel, otras lo "miran" más, y tantos otros detalles.
Lo que se observa fácilmente, mirando algunas de las fotografías que ofrecemos en este comentario, es el cambio de orientación operado en la industria de los caramelos: ha pasado de ser un dulce que se ofrecía únicamente al público infantil, a ser un artículo destinado a consumidores de todas las edades. Y es que, los fabricantes de caramelos salen al paso de los detractores de estos dulces proponiendo caramelos que no engordan, que no estropean la dentadura, incluso proclamando el aporte vitamínico que proporcionan, etc. José Ramón tiene escaneados ya más de 5.600 ejemplares y todavía le falta hacer esta operación para unos 3.000 del resto del mundo. El proceso que sigue para su catalogación es el siguiente: primero guarda los envoltorios en unas bolsas, todos mezclados. Posteriormente, los clasifica por país y empresa y los va colocando en unos álbumes de fotos con los correspondientes rótulos, donde se conservan perfectamente. Ya tiene 12 ó 14 álbumes completos. Cuenta con representación de 54 países, algunos tan exóticos como Mali, Malasia, Indonesia, Ghaha. A veces, por cierto, pensando descubrir nuevas piezas de otros países se ha llevado alguna sorpresa. Por ejemplo, en una ocasión unos amigos le trajeron caramelos de su país, Marruecos, con todo el envoltorio escrito en árabe, y resultó ser que estaban fabricados en España.
Como es lógico, nuestro coleccionista lo que más aprecia en los envoltorios es su rareza y antiguedad, pero también valora los recuerdos que muchas veces le traen, de un viaje, de unos buenos momentos. Actualmente, lo que más le gustaría conseguir es algún papel de los míticos caramelos SACIS, pero reconoce que es tarea difícil, a no ser que alguien conserve algún ejemplar escondido por un cajón de su casa y ¡se lo pueda hacer llegar!
No suele intercambiar mucho, aunque conoce a otros coleccionistas de este artículo, casi todos ellos catalanes. De Sabadell es uno de sus amigos y, además colega de trabajo, que también tiene una importante colección.
José Ramón no sólamente se interesa por los envoltorios de caramelos sino que colecciona prácticamente de todo, desde vitolas de puro a servilletas de papel, postales, peines de hoteles y hasta palillos (mondadientes). De alguna otra de esas originales colecciones nos hablará en otra ocasión, de momento se pueden contemplar en su web.
Y, como a nadie le amarga un dulce, vamos a comprarnos un caramelo, nos lo comemos con deleite y, nada de tirar el papel a la papelera, se lo guardamos con cariño a un coleccionista de envoltorios.