El testimonio de
un ESPECTADOR
muy fiable
A Roberto Famá Hernández le ha gustado siempre el teatro. Hace un par de años, paseando por el barrio de San Telmo en Buenos Aires donde, entre otras muchas cosas, abundan los anticuarios, descubrió un programa de teatro de "La Fiaca" de Talesnik, una obra que había visto en su juventud. Se animó a comprarlo porque le había gustado mucho esa pieza, de la que recordaba escenas enteras.
Dió la casualidad que, pocos días después de haberlo adquirido, apareció publicado en una revista un artículo en el que se daba una información errónea sobre la representación de esta obra en Buenos Aires. Pero aquél programa era la prueba irrefutable de la equivocación en la que había incurrido el autor del artículo, y ésto le hizo pensar a Roberto que para llevar a cabo un estudio serio sobre la historia del teatro, la informacion que se facilitaba en los programas de mano podía ser una gran ayuda, así es que decidió iniciar la colección. Posteriormente Roberto se ha interesado también por los textos antiguos de obras de teatro. Algunos de ellos fueron editados como folletines y actualmente son piezas únicas.
Los programas de teatro son el testimonio o prueba perdurable de un acto efímero donde los haya: las representaciones teatrales.
Lo que a Roberto le interesa más no es precisamente la calidad artística o estética de los programas, sino la información que en ellos se ofrece: fecha de la representación, datos sobre los autores, elenco artístico, etc. Resulta curioso, por ejemplo, seguir la trayectoria de grandes actores y actrices desde sus primeras apariciones en escena, interpretando papeles secundarios, hasta verlos ya consagrados en la carrera, actuando como protagonistas.
Pero los programas no son únicamente fieles testimonios de grandes momentos de la Escena argentina, sino que se percibe en ellos el reflejo de otros aspectos de la sociedad en una época determinada. Por ejemplo, es curioso examinar la publicidad que en ellos se inserta, que nos trae el recuerdo de otros tiempos y otras modas. No puede entenderse, por citar otro ejemplo, el gran éxito de Carmen Amaya en Argentina sin tener en cuenta el fenómeno de la emigración española en aquellos años en los que ella actuó allí.
Actualmente Roberto tiene más de doscientos ejemplares, casi todos con una antigüedad de 30 a 80 años y, como él dice, gozando todos ellos de buena salud.
Actualmente Roberto tiene más de doscientos ejemplares, casi todos con una antigüedad de 30 a 80 años y, como él dice, gozando todos ellos de buena salud.
Roberto no conoce a otros coleccionistas de programas de teatro, aunque imagina que debe haber algunos, así como los hay de programas de Opera o de conciertos musicales.
Para adquirir nuevos ejemplares visita las tiendas de libros de segunda mano o de muebles antiguos. La experiencia le ha enseñado que cuando una persona guarda un programa de mano de un espectáculo, suele ser porque esa velada o la representación a la que ha asistido ha sido algo especial para ella, por eso lo suele depositar entre las hojas de un libro o en algún cajón, junto con otros papeles personales. Cuando esa persona fallece, los que vienen a ocupar su espacio se deshacen de todas sus cosas y venden o regalan muebles y trastos pero, con un poco de suerte, los programas no desaparecerán de escena, porque si Roberto los encuentra ¡están salvados!
Y es que la profesión de nuestro coleccionista es la de serigrafista y encuadernador, así es que puede decirse que los programas que caen en sus manos tienen mucha suerte, pues él los encuaderna cuidadosamente antes de guardarlos en su biblioteca. El único inconveniente es que esta tarea requiere bastante tiempo y no siempre es fácil encontrarlo, pero poco a poco Roberto lo va haciendo.
También se necesita mucho tiempo para ampliar el contenido de los blogs. Pero Roberto, que tiene uno dedicado a "Colecciones Teatrales" en el que escribe interesantes artículos sobre obras de teatro, autores y artistas, ha decidido llevar su ritmo sin dejarse llevar por las prisas.
Aunque el arte teatral ha acompañado a la Humanidad desde la noche de los tiempos, los programas de mano que se ofrecen en las salas de teatro tienen una vida mucho más corta, pues se remontan al siglo XIX.
Hay que destacar que todo el material e información que Roberto ha conseguido reunir, lo pone desinteresadamente a disposición de las personas que lo deseen, ya que considera que la Cultura es patrimonio de todos, por lo que le estamos muy agradecidos.
La función puede empezar: nuestra memoria es limitada, pero el programa nos ayudará a recordar.