PUNTO SEGUIDO
Alberto Sanna colecciona candiles y también miniaturas de máquinas de coser. Reconoce que lo que más le gusta de estos pequeños artilugios es su aspecto, es decir, el elemento estético y, la verdad, no está muy interesado por documentarse sobre el tema. Empezó con esta colección el año 2006 y aunque no tiene mucha cantidad de piezas sí que tiene algunas interesantes.
Desde luego, todo el mundo sabe para qué sirve una máquina de coser, pero lo que es más complicado es saber quién la invento. Y es que con esto pasa lo mismo que con casi todos los inventos, que según la fuente consultada se los atribuyen a uno u otro. Así pues, para no errar demasiado, mencionaremos sólo algunos datos.

En 1851 Isaac Merrit Singer le compró los derechos de la patente y empezó a producirlas y comercializarlas con pleno éxito. Fue él quien obtuvo en 1855 el Primer Premio en la Exposición Universal de París. El uso de los pedales fue patentado por Pierrer Cobet en 1868, vendiendo posteriormente sus derechos a la familia Peugeot. A Benjamin Peugeot se le concedió la Legión de Honor en la Exposición de París de 1878.

Para resumir, podemos decir que las primeras máquinas de coser funcionaban girando una manivela, después se le incorporó unos pedales y últimamente se las dotó de un motor eléctrico.
En la colección de Alberto, la mayoría de piezas son españolas, aunque tiene algunas con reloj que son de USA y Japón.
Nos cuenta que las tiene de diferentes materiales, aunque la mayoría son de madera y metal, pero también las hay de porcelana, cristal, metacrilato y plata. Las consigue en bazares, ferias y por internet. Y como habrán imaginado nuestros lectores, no son piezas fáciles de intercambiar.
En la colección de Alberto, la mayoría de piezas son españolas, aunque tiene algunas con reloj que son de USA y Japón.
Nos cuenta que las tiene de diferentes materiales, aunque la mayoría son de madera y metal, pero también las hay de porcelana, cristal, metacrilato y plata. Las consigue en bazares, ferias y por internet. Y como habrán imaginado nuestros lectores, no son piezas fáciles de intercambiar.
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