jueves, 7 de junio de 2007

Sin cabeza







Para cumplir un requisito legal, si se quiere hacer una exposición pública de una colección privada, se exige presentar las facturas de todas las piezas que se van a exponer, tarea completamente imposible si se trata de pequeños objetos, que no suelen tener valor por sí mismos. ¿Cómo se puede determinar lo que cuesta la chapa de una botella de cerveza? ¿quién le puede poner precio a la etiqueta de una botella de vino? ¿dónde se puede encontrar el justificante de lo que se ha pagado por una tarjeta postal?


Muchos coleccionistas consiguen las piezas de su colección gracias a regalos de amigos y familiares, o acudiendo a mercados especializados, donde se suele recurrir al intercambio. Por otra parte, ¿alguien se imagina que es posible exigir una factura por una compra de 5 euros en el mercado de Los Encantes de Barcelona o en el Rastro de Madrid?


No se tendría que teorizar, poniendo reglas y obligaciones, sin haber examinado cuidadosamente los hechos prácticos, pues resulta evidente que no es lo mismo una colección de pintura al óleo o de relojes del siglo XVIII que una colección de ceniceros, sin que, a priori, se tengan que considerar más importantes las primeras...

1 comentario:

Anónimo dijo...

dejo muchas lagunas en esta entrega de este año primero que quiso decir con todo esto que es lo primordial, porque dijo mucho al final no explico nada del porque del post