No se llevan, se lucen
Dicen que las normas, que como los propósitos, están para saltárselos, y eso es lo que estoy haciendo con una declaración de intenciones que hice hace un tiempo sobre este blog: decidí pararlo y no comentar nada más sobre coleccionistas ni colecciones. Esta decisión la tomé motivada por circunstancias personales, y mi situación no ha cambiado, pero hoy quiero hacer una excepción porque he topado con un coleccionista que creo que merece estar aquí. Quiero presentaros a Ariel Vándor, que colecciona, entre otras cosas, caballitos de ajedrez, listones de cajas de fresas, dados, váteres miniatura, antiguos carretes de hilo, conchas, caracolas, ediciones de El Quijote, casitas de madera para exponer objetos pequeños, exprimidores de fruta, botones, cascabeles, etiquetas de postales de correo urgente por avión y un largo etcétera. Entre todas sus colecciones, cuando le he pedido a Ariel que nos hablara de una, ha elegido esta:
Insignias para solapa fabricadas por Juan Gamper
Nos cuenta Ariel que ésta es la única de sus colecciones que tiene verdaderamente documentada, aunque lo cierto es que no se encuentra mucha información. Lo ideal sería hallar una lista de todas las empresas que le encargaron insignias a Gamper, pero es probable que no exista. Ariel incluso contactó con el biznieto del empresario, pero éste ni siquiera tenia noticia de esta actividad de su bisabuelo. Gamper fue un emprendedor de principios del siglo XX conocido por ser el fundador del F. C. Barcelona y por su carrera como jugador y presidente de dicho club, pero se dedicó también a muy diversos negocios. Cuando tuvo la idea de vender insignias (primero solo deportivas) se asoció con el arquitecto catalán Enric Mir para representar a una `prestigiosa empresa suiza. Dicha empresa fue la que realmente las fabricó y Gamper pactó con ella que su nombre apareciera grabado en el dorso para ser comercializas en España. Al principio fue Gamper y Mir y luego solo Juan Gamper o J. Gamper. El anuncio más antiguo que ha encontrado Ariel apareció en una revista deportiva de 1916 y las insignias se fabricaron solo hasta 1930, año en que Gamper se suicidó tras arruinarse durante la Gran Depresión de 1929.
- Qué es lo que te gusta de estas insignias y por qué empezaste la colección? Siempre me ha atraído la década de los años 20 del siglo pasado, así como los diseños art déco y modernistas. La primera insignia que adquirí fue la de Chocolates Nelia, con la imagen publicitaria de una niña que mira hacia un lado, con el pelo rojo, corto y con flequillo al estilo de la época, coronado con un gran lazo azul. Pronto descubrí que muchas insignias de Gamper llevaban escrito Barcelona (mi ciudad) y también el año, y eso me atrajo porque no es habitual. Eran insignias de congresos y entidades diversas (muchas hoy desaparecidas) desde un club de ajedrez hasta un orfeón, pasando por una escuela o una agencia de chóferes. También existen de clubes de fútbol y hasta de billares. En conjunto, todas ellas dibujan una época, la de entre guerras, cuando mis abuelos eran jóvenes. Lógicamente las más caras y difíciles de encontrar son las que hizo para el F.C. Barcelona.
- ¿Coleccionas todo tipo de insignias o te has centrado en las de Gamper?La mayoría de la gente interesada en las insignias antiguas, colecciona las deportivas o las de marcas de coches y motos. Yo me he centrado en las de Gamper, por su estética y su variedad pero, si tuviera más dinero, creo que hay otras colecciones que serían muy bonitas: estaciones de esquí y puertos de montaña o antiguas emisoras de radio, por ejemplo. Un incentivo que ofrece la colección de insignias de Gamper es que es imposible saber cuantas hizo. Yo tengo documentadas 89, aunque solo poseo la mitad y cada año, descubro unas pocas que no sabía que existían, no son fáciles de encontrar.
-Cuáles son tus preferidas?Aquellas en las que se aprecia un diseño característico de la época. Pero no creo que haya una más bonita que la de Chocolates Nelia. Esa empresa, que creo que duró solo 7 años, (y hasta 1930, como la de Gamper) hizo una campaña de publicidad preciosa y entonces muy innovadora.
-Ariel, además de las insignias coleccionas cantidad de objetos, ¿qué es lo que te lleva a interesarte por tantos artículos diversos, la técnica utilizada, la estética, la evolución que experimentan muchos utensilios?
No sé por qué, me atrae la variedad que puede ofrecer una misma cosa. Para mi hay belleza en eso. La maldición del coleccionista es que cuando tienes un objeto y llega a tus manos otro del mismo tipo, sin querer ya has empezado una nueva colección. SIempre he recogido cosas que me encontraba y más ahora que me dedico a la segunda mano (supongo que es el resultado lógico de mi afición). Guardo las cosas que me gustan, a menudo sin ánimo coleccionista, y cuando me doy cuenta resulta que tengo una colección. Por ejemplo, cajas de madera de botellas de vino, las uso para guardar cosas pero, si lo pienso, tengo tantas que podría decir que las colecciono. O latas antiguas. Un día vi que había gente que las compraba, miré si tenia alguna que pudiera vender y resultó que tenía en casa unas 60.
- ¿Qué resaltarías más en un coleccionista, su capacidad de admirarse ante tantas cosas que produce el hombre o la naturaleza o simplemente su afán de posesión y almacenamiento de lo que le gusta?Hay coleccionistas que acumulan sin más criterio que el de si una pieza les falta o no, puede ser una adicción. A veces existen motivaciones psicológicas que no sabría explicar. Por ejemplo, millones de personas coleccionan juguetes u objetos de su infancia o juventud, ya sea porque nunca pudieron tenerlos o porque los tuvieron y los perdieron. Otra gente busca un valor histórico, estético o artístico, y a menudo se mezclan todas las tendencias y criterios. Además, parte de la emoción está en la búsqueda de nuevas adquisiciones, y luego está el placer de clasificar, ordenar y aprender a base de documentarse. Sea como sea, las colecciones están siempre limitadas por el poder adquisitivo y el tiempo y el espacio que uno tenga para dedicarles. Ah, y cada colección dice algo de ti. ¿Por qué una persona colecciona llaveros o gorras y otra globos terráqueos o escobas? Pues ni idea, pero siempre me parece interesante. Una persona ambiciosa difícilmente coleccionará pinzas de la ropa, y si, en cambio, fichas de casinos o barajas de póker, pero si además tiene interés por documentarse o por preservar lo antiguo, ya tu visión sobre esa persona cambia ¿no? Lo que sí puedo asegurar es que, de la gente que he conocido en mi vida, al menos una de cada tres personas colecciona algo con mayor o menor afán, y por eso hay un mercado tan grande de productos coleccionables de todo tipo, y eso significa que, aunque a menudo a los coleccionistas nos miren como a bichos raros, en realidad no lo somos, o no tanto.
Gracias Ariel, tienes toda la razón del mundo. Y yo me atrevería a decir que lo mejor del coleccionismo son los coleccionistas. Feliz búsqueda.