miércoles, 27 de julio de 2011

Una colección de Tintín





TINTIN

en el país del

COLECCIONISMO





Pedro Rey, de Santiago de Compostela, es coleccionista de artículos de Tintín. Todo empezó con un libro que le regalaron cuando tenía 7 años. Después vinieron todos los demás de las Aventuras de Tintín y, también, algún libro raro, figuritas, pósters, camisetas, enfín, todo lo relacionado con el tema. Hasta que, poco a poco, ha llegado a la estupenda colección que ahora tiene. Resumiendo, podemos decir que se ha decidido a hacer esta colección porque el personaje de Tintín le ha fascinado desde el primer momento en que lo conoció.
Y esta fascinación todavía le dura, porque aquella misma ilusión que tenía cada vez que se disponía a leer un nuevo libro, es la que siente ahora cuando consigue una nueva figura o algún ejemplar importante para su colección.


Actualmente, aunque su colección abarca todo tipo de artículos relacionado con Tintín, se está especializando en el material filatélico. Este tema presenta alguna dificultad, ya que no es sencillo completar todos los ejemplares de algunas series cuando pertenecen a algunos países remotos, pero ese es el reto.



De todos modos, Pedro considera que su colección la lleva de un modo un poco anárquico, pues aunque en principio no excluye nada, tampoco es que le interese acumular todo, y hay cosas que ni se plantea conseguir. Además de los sellos, por lo que siente debilidad es por las figuras grandes, que resultan muy vistosas.
Y, como ya os hemos presentado a Pedro, ahora toca ocuparnos del sujeto/tema de la colección ¿quién es Tintín?

Tintín es un personaje creado por el belga Hergé (Georges Remi). Es un muchacho (decimos muchacho por exclusión, porque aunque no se sabe su edad exacta, al menos parece evidente que no es ni un niño ni un adulto) de profesión reportero, que va siempre acompañado de su mascota y amigo Milú, un perrito blanco.
Tintín empieza su existencia en 1929 con la aventura "Tintín en el país de los Soviets". No se puede aportar datos sobre su vida anterior, genealogía familiar, etc. porque antes de esa fecha no existe un pasado para él: llega al mundo con esa historia, no tiene recuerdos de infancia, ni padres, ni nunca se hace referencia a ningún tipo de familia o amistades anteriores. Eso no quiere decir que esté solo, pues otros personajes pueblan su mundo y le acompañan puntualmente en sus aventuras: el capitán Haddock, el profesor Tornasol, los hermanos Hernández y Fernández, etc.

Parece ser que Hergé bautizo a Tintín con este nombre haciendo referencia al álbum de Benjamin Rabier, Tintin Lutin, publicado en 1897. De hecho, también la vestimenta usada por nuestro pequeño héroe parece inspirarse en la que usaba Onésimo, en la misma obra.

Los siete primeros episodios de la serie fueron publicados en Le Petit Vingtième suplemento dominical de Le vingtième Siècle, entre 1929 y 1931. Desde un principio Tintín fue un éxito, pues las elaboradas historias llenas de intriga y humor atraparon al público infantil, juvenil y hasta adulto. Aunque los primeros ejemplares fueron en blanco y negro, desde 1950 un luminoso color se adueñó de las escena y escenarios de Tintín. El dibujo limpio y expresivo, sin sombras ni claroscuros, da una primera impresión de algo simple e infantil, pero es sólo una manera de conseguir mayor impacto visual. El detalle de las composiciones y su realismo, hacen creible la trama de la aventura.
Para conseguir todo el material que ahora tiene en su colección, afortunadamente ahora Pedro dispone de internet, porque nos cuenta, que antes de poder navegar por la red, no era fácil encontrar dónde adquirirlo en España, salvo en Madrid y Barcelona.

Pedro reconoce que actualmente en España hay grandísimos coleccionistas. Y nos cita en primer lugar a Jordi Tardà, que ha expuesto en fundaciones y museos parte de su enorme colección sobre Tintín y Hergé. Precisamente Jordi Tardà, que tiene un programa de radio muy seguido en Catalunya Radio, este verano va a poner en onda la décima temporada del espacio "Tintín en la radio" dedicado a Tintín y a Hergé, y al que ha sido invitado a participar nuestro coleccionisa, Pedro Rey. Por cierto, que Pedro ganó el año 2009 el concurso que organiza este programa, con un premio como no podía ser otro: visita a Bruselas y Museo Hergé (no sabemos si tendría tiempo de ir a la estación de metro de Vandervelde, decorada con Tintín y los personajes de sus aventuras). Pedro quiere aprovechar para recordar aquí, a otras personas con las que se relaciona a través del foro de Tintín CFH (Comunidad Fan Hispana), y que cuentan con colecciones espectaculares. Entre ellos figuran sus amigos Bigtwin 1000 y ArteAlfa, cuyas colecciones considera mucho más impresionantes que la suya.

Entre las piezas favoritas de esta su colección, Pedro nos habla de un ejemplar de "El tesoro de Rackham el Rojo" publicado en 1952, la cámara de fotos Leica de Tintín y la figura de Tintín galopando. Y ya está soñando con una figura grande que le tiene que llegar pronto y que va a colocar entre sus objetos preferidos.
Gran parte de su colección está catalogada en la web www.pedrorey.com/coleccion lo que le permite llevar un control sobre ella y saber lo que tiene repetido o no. Por lo que se refiere a su espacio físico, que ya va siendo importante, de momento tiene que distribuir la colección entre su casa y la de sus padres.

Tintín es un personaje mundialmente conocido, que ha sido traducido del francés (además de en todas las lenguas europeas), a prácticamente todos los idiomas conocidos, como el chino (RPC), el chino Taiwan, indonesio, vietnamita, tibetano, iraní, japonés, bengalí, etc. Es interesante recordar que las primeras traducciones que hizo la editorial Casterman, en el año 1952, fueron las versiones en español, inglés y alemán de "El secreto del Unicornio" y "El tesoro de Rackam el Rojo". En cualquier idioma se pueden encontrar estudios exhaustivos sobre el personaje de Tintín y su creador, nosotros sólo queríamos presentaros a uno de sus coleccionistas (muy bueno, por cierto).








miércoles, 20 de julio de 2011

Una colección de trípticos de restaurantes orientales






Exotismo

gastronómico





Jordi Boladeras y Anna Pasans son dos coleccionistas de Sant Fruitós de Bages (Barcelona) que hacen varias colecciones, todas muy originales, como etiquetas triangulares de quesitos, barras de pegamento sólido y cartas perfumadas. Esperamos poder presentaros todas ellas en Procoleccionismo pero, en esta ocasión, vamos a comentaros su colección de trípticos de restaurantes orientales. Nos referimos a los folletos que muchos restaurantes ofrecen en el exterior del local, con los que se invita al público a consultar los platos y los precios que encontrarán en el interior del establecimiento. O, también, pueden llevarse el tríptico y pedir que se les sirva la comida a domicilio.

Jordi y Anna decidieron dedicarse a recolectar trípticos de restaurantes orientales porque les hacía ilusión hacer una colección los dos juntos y, como les encanta la comida oriental, pensaron que sería interesante elegir algo relacionado con el tema. La empezaron hace unos cinco años, cuando todavía eran novios y salían bastante los fines de semana. Ahora las cosas han cambiado un poco, porque tienen un bebé que todavía no está en condiciones de degustar la comida oriental, pero seguro que un día también se aficionará y formarán un buen equipo para buscar nuevas piezas y aumentar la colección.

Aunque esta colección tiene bastantes atractivos, hay que reconocer que el primer aliciente que presenta es el simple hecho de encontrar un nuevo ejemplar, ya que la oferta de trípticos es limitada, pues no surgen nuevos restaurantes orientales en una ciudad cada semana. Dejando aparte la dificultad en conseguirlos, hay otros aspectos que les interesa en ellos. Por ejemplo, el hecho de tener varios ejemplares del mismo restaurante a lo largo de varios años, permite apreciar los cambios en el diseño del folleto y de las nuevas propuestas que se ofrecen en los menús, con lo que los restaurantes intentan adaptarse a las nuevas tendencias gastronómicas y a la economía de mercado. Por cierto, que por lo que se refiere al aspecto exterior del tríptico, nuestros coleccionistas han constatado una evolución hacia modelos más coloridos, donde cada vez se cuida más el diseño para que resulten más atractivos. Incluso se observa que en muchos de ellos se ha optado por poner la foto del restaurante.
Correspondiendo a cada nacionalidad, los restaurantes suelen recurrir a una serie de nombres muy evocadores dentro de cada cultura para darle nombre a su establecimiento, así encontramos que en casi todas las ciudades no falta un restaurante llamado "Muralla China", "Hong-Kong", "Taj Mahal", etc. Pero el exotismo no se reduce al nombre del local, sino que lo verdaderamente fundamental es el recorrido por los platos propuestos. Deletreándolos (chop-suey, sopa de aleta de tiburón, de nido de golondrina, sushi, shasimi, tempura, etc.) evocamos culturas lejanas, que nos traen al paladar una sofisticación y una manera de hacer legendarias.

Para conseguir nuevas piezas para la colección, Jordi y Anna utilizan el sistema habitual: por un lado están los que encuentran ellos personalmente recorriendo las ciudades a donde viajan y, por otro lado, lo que consiguien gracias a amigos y a otros coleccionistas que se preocupan de hacerles llegar los que ellos encuentran en su camino.

De esta manera han llegado a tener una buena representación, pues ya cuentan con unos 750 ejemplares. El más antiguo es uno en el que todavía figuran los precios en pesetas. Este lo consiguieron gracias a que alguien lo descubrió en un cajón de su casa y se lo dio. Los más abundantes en su colección son los de restaurantes chinos y japoneses, aunque también tienen alguno de comida de otros países como restaurantes indios, de Nepal, Vietnam. Por lo que respecta a la ubicación de los restaurantes la mayoría están situados en Cataluña (que es por donde "actúan" nuestros coleccionistas), aunque también tienen bastantes de España y del extranjero gracias a los que les envían algunos amigos.

Los ejemplares de la colección los tienen catalogados por orden alfabético y los guardan en fundas DIN-4 de dos o tres compartimentos.


Recordemos que los primeros restaurantes que se popularizaron por Europa fueron los chinos (esta denominación comprende, evidentemente, los que ofrecen cocina cantonesa, pequinesa, de Shangai y muchas otras especialidades locales). Actualmente en España parece que están de moda los japoneses, aunque no faltan los indonesios, hindús, tailandeses, etc. De todos ellos, o de casi todos, nos pueden informar Anna y Jordi gracias a sus trípticos: dónde están los restaurantes, qué se puede comer, a qué precio, etc. De todos modos, y como todavía no los tienen todos, si queréis ayudarles a incrementar su colección, podéis enviarles los que encontréis por vuestras ciudades. Ellos os lo agradecerán y, con un poco de suerte, incluso podrán ofreceros a cambio piezas para vuestras colecciones. Como no tienen web ni blog sobre su colección, podéis contactar con ellos en esta dirección: j_boladeras@yahoo.es



miércoles, 13 de julio de 2011

Lote nº 70 de imágenes de casas construídas sobre la vía pública o pasajes

Foto nº 415: La Puebla de Castro (Huesca). Mari Carmen Carrera




Foto nº 416: Collonges la Rouge (Francia). Celedonio García


Foto nº 417: Nerpio (Albacete). Angel Pérez Avellaneda



Foto nº 418: Tembleque (Toledo). Angel Pérez Avellaneda





Foto nº 419: La Puebla de Castro (Huesca). Mari Carmen Carrera









Foto nº 420: Barbastro (Huesca). Mari Carmen Carrera




Si queréis enviarnos alguna foto, podéis hacerlo a:


¡Gracias!




miércoles, 6 de julio de 2011

Una colección de envoltorios de chocolate








CHOCO con dos trenes

LATE mi corazón

¿qué es?
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Se empieza a coleccionar algo por muy variadas razones, pero hay que reconocer que la que tuvo Miguel Sánchez para coleccionar envoltorios de chocolate es bien curiosa. Se encontró la colección ya "hecha y derecha" en un mercadillo de antigüedades. A Miguel, coleccionista de etiquetas de fruta, en un primer momento le llamó la atención el diseño de los envoltorios que lucían llamativos en un álbum abierto. Se los estuvo mirando y, cuando ya se marchaba, la vendedora le puso la tentación en el oído: "60 euros por todo". Miguel no se dio por aludido y siguió su camino (o quiso seguirlo), porque ese no era el tema de su colección, pero de repente se encontró pensando en el coleccionista desconocido que había conseguido reunir aquellos envoltorios y, también por unos segundos, vio su colección de etiquetas de fruta expuesta en la calle e ignorada por todos... así es que no lo pudo evitar, se puso sentimental... ¡que triste es no tener a nadie a quien encomendarle la colección a la que has dedicado tanto tiempo y energías! Melancolías aparte, tomó una decisión: volvió al tenderete donde estaban los envoltorios y los compró. Por otra parte, como cuando era joven había trabajado durante algunos años en una tienda de comestibles que tenían sus padres en Barcelona, muchas de aquellas marcas de chocolate las conocía y le parecían algo familiar, como si fuera algo que ya le pertenecía desde hacía tiempo.
Una vez en su casa, pudo examinar con atención aquellos envoltorios y disfrutar y descubrir con calma todas aquellas imágenes y mensajes estampados en su superficie, cuyo único fin era, hacer más atractivo algo que siempre lo ha sido: el chocolate. Aunque no hay que olvidar que, además de ofrecer información sobre el producto que contienen, los envoltorios tienen como objetivo proteger el artículo lo mejor posible de los elementos externos y del paso del tiempo.
No es cuestión de empezar a explicar aquí qué es el chocolate y cuándo empezó a consumirse, etc., pero querríamos recordar cuándo se inció la fabricación y comercialización del mismo como alimento sólido. Advertimos, de todos modos, que no es tarea fácil querer establecer una cronología de este proceso, pues pueblos y ciudades de España y del extranjero se disputan con pasión el haber sido los primeros en hacerlo.

Digamos, que lo que parece probado es que el primer chocolate sólido se presentó en barras y después pasó a fabricarse en tabletas, y no incluimos en esta cronología el chocolate en polvo, claro está. Se estima que fue François-Louis Cailler quien fabricó artesalmente por primera vez el chocolate en barra en Vevey (Suiza) en 1819, aunque no falta quien asegura que fue el italiano Doret el pionero en solidificar el chocolate para obtener una tableta, lo que llevó a cabo en Turín (Italia). En 1824 fue el farmaceútico Antoine Brutus Meunier quien fabricó el primer chocolate industrial en Noisiel-sur-Marne. Y, también se da por cierto que fue la firma Fry & Sons (hijos de Joseph Storrs Fry, que ya había tenido la iniciativa de fabricar pasta de chocolate) quien comercializó por primera vez el chocolate en tabletas en Inglaterra, en el año 1849, con el nombre de "Chocolat Dèlicieux à manger". En 1875 Daniel Peter Tobler, perfeccionó el primer chocolate con leche, lo que consiguió añadiendo leche en polvo al cacao, valiéndose de un método de condensación de la leche que había ideado Henry Nestlé, con el que se asoció.
En fín, en este recorrido geográfico con tantos nombres y fechas, lo que sí es cierto que los nombres de aquellos pioneros que se dedicaron a la fabricación de chocolate, son todavía actualidad en nuestros tiempos, Nestlé, Suchard, Lindt, Kohler, Tobler, etc. en muchos casos gracias a que fueron los fundadores de auténticas dinastías, que han perdurado vinculadas al chocolate hasta nuestro días, a través de sucesivas generaciones.

En España, a principios del siglo XIX, numerosas pequeñas empresas familiares producían pastillas (onzas de chocolate) para consumo local o regional. Poco a poco se pasó a la producción industrial, con algunas marcas como Chocolates López, de Lugo, que empezó a hacerlo en 1825; Chocolate Elgorriaga o Nogueroles (en 1843); Santiveri (1885); Chocolate Valor, Lacasa y tantas otras.
Desde el primer momento ya algunas marcas optaron por "personalizar" el papel del envase de envolver el chocolate, de manera que fuera fácil la identificación del producto que fabricaban. La marca suiza más antigua, Cailler, que inventó la presentación del chocolate en forma de tabletas de 6 barras semi-cilíndricas, utilizaba el color amarillo para el papel de los envoltorios; Philip Suchard eligió el color malva; Jean Neuhaus popularizó el célebre elefante...

Cuando Miguel consiguió la colección, advirtió que estaba sin clasificar, los envoltorios no llevaban numeración, ni fechas, ni orden alguno. Ahora él, con la experiencia que tiene como coleccionista de etiquetas de fruta, la ha ordenado con el mismo criterio que organiza sus etiquetas: primero clasifica los envoltorios por marcas y, dentro de ellas, los ordena cronológicamdente, a partir del más antiguo hasta el más moderno, lo que le permite ver la evolución de la marca. También descubrió que el envoltorio más antiguo data de 1922 y el más moderno es del 2009.

Observando mejor su adquisición, y en plan Sherlock Holmes, Miguel también se dio cuenta de que la colección de envoltorios había pertenecido a tres coleccionistas distintos. De ellos, parecía evidente que el primero había sido el que le había dedicado más tiempo y atención a la colección, pues fue el más meticuloso a la hora de presentar las piezas. Parece ser que el segundo coleccionista la tuvo poco tiempo y el tercero ya se relajó un poco más en cuanto al soporte donde pegaba los envoltorios, etc.
La mayoría de los envoltorios corresponden a chocolates españoles. También hay bastantes de la marca Lindt, que fueron los primeros que introdujeron en España envoltorios de chocolate con la tipografía en otros idiomas. Miguel lo recuerda bien porque era cuando él estaba trabajando en la tienda de sus padres le llamaba la atención, a principios de los 80, ver escritos diferentes idiomas en la etiqueta de un producto.
Aunque de momento no tiene mucho tiempo para dedicar a esta colección, Miguel piensa que es muy bonita y curiosa y que hay piezas muy interesantes. En su web, dedicada a las etiquetas de fruta, hay una sección llamada "Cajón de sastre" donde presenta esta colección, en el apartado "Chocolate".



Para terminar, le hemos preguntado a Miguel sobre sus piezas favoritas, y nos dice que cada una de ellas tiene su encanto y le gustan todas, aunque una de las que más le llama la atención es el envoltorio de Chocolín, con el loro (que mostramos al inicio del comentario) .

Una colección que, además de bonita, nos hace la boca agua...

























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