lunes, 31 de agosto de 2009

Una colección de billetes de transporte público




UN


BILLETE

por favor






Cuando Juan Domingo pide un billete de tranvía no es para viajar (aunque también) sino para guardarlo. Él es coleccionista de billetes de transporte público urbano de todo el mundo y, actualmente, su colección supera el millón de ejemplares, con representación de billetes de 128 países. Barcelona es la ciudad que tiene mejor representada, no en vano Juan Domingo ha vivido siempre en el área.
Desde luego, no ha conseguido reunir esa cantidad espectacular simplemente con sus viajes. De hecho, la colección la empezó su padre en el año 1935 cuando era estudiante de Medicina y, viviendo en Badalona, se tenía que desplazar casi todos los días a la universidad de Barcelona en tranvía. Entonces, empezó a guardarse los billetes y este interés suyo pronto fue conocido por sus compañeros, que le reservaban todos los billetes que caían en sus manos.

El padre de Juan Domingo canalizó sus esfuerzos en completar la serie de los 100.000, es decir, reunir todos los números comprendidos entre el 00000 y el 99999, las dos cifras que abarcan una serie íntegra, pero no consiguió su objetivo. Cuando falleció aún le faltaban unos 15.000 números.

Nuestro coleccionista sí que ha podido realizar el sueño de su padre, reuniendo la colección de los 100.000 números. Pasó un año buscando el último número que le faltaba, el 62.112 (¡de este número no se olvida!). Después de completar la serie, él se concentró en las colecciones de capicúas, aunque también se ha interesado por otras.

Por cierto, que tenemos que confesar que nosotros no entendíamos muy bien cómo se podían conseguir los 100.000 números de una serie de billetes vendidos, pues habitualmente el billete de transporte público es un artículo perecedero donde los haya, ya que pocas personas los guardan. Juan Domingo, con mucha paciencia, nos ha explicado que de lo que se trata no es de tener todos los números de la misma compañía, sino de conseguir todos los números en orden correlativo, independientemente de la sociedad de transporte o el recorrido.

Otra manera de tener series enteras de números correlativos es consiguiendo tacos de números que no se han puesto a la venta, por lo que entonces están todos en orden, pero ésto, pese a su valor "testimonial" o documental, no tiene tanto interés para el coleccionista.

Se pueden coleccionar series de números en función de diferentes relaciones establecidas entre sus números, es decir, se pueden buscar centenas, millares, capicúas (cuando resulta la misma cantidad leída de izquierda a derecha que de derecha a izquierda), reversibles (que dan la misma cifra mirando el número en un sentido o en el invertido), buscando tres, cuatro o cinco cifras iguales, formando escaleras ascendentes y descendientes, "lástimas" (aquellas cifras que "casi" son capicúas, pero falla un número), o concentrándose sólo en una terminación o cifra determinada, etc.

Son tantas las posibilidades que se le ofrecen al coleccionista de billetes de transporte público a la hora de fijar los objetivos de su colección, que no podemos enumerarlas todas. Mencionaremos, por ser las más frecuentes, a aquellos que se dedican a una compañía concreta, una línea, una región o un país.
Los billetes más codiciados son, como es normal, los más difíciles de conseguir y entre ellos hay que mencionar los emitidos en el siglo XIX, ya que no son fáciles de encontrar. Además de sus bonitos diseños también son interesantes por la publicidad que llevan en el dorso.

Otra época interesante, nos recuerda Juan Domingo, fue la de la posguerra, en las décadas 40 y 50 pues, dada la inflación que había, el precio de los billetes cambiaba muy frecuentemente por lo que se encontraba mucha variedad de importes para un mismo billete. Todo lo contrario que lo ocurrido en los años 70, cuando se acuñó el concepto de "precio según tarifa vigente" lo que tuvo como consecuencia que hubiera pocos cambios.

En 1980 se adaptaron los billetes de banda magnética, que ofrecieron una gran variedad de modelos gracias a la publicidad que lucían en el dorso. Desde el año 2001 todas las compañías del área metropolitana utilizan un sólo tipo de billete.

Recordemos que en Barcelona la primera línea de tranvía empezó a funcionar en el año 1872. Poco a poco se fue ampliando la red dándose la concesión de las nuevas líneas a diferentes compañías, hasta que se unificaron la mayoría de ellas en el año 1910 con la denominación de LOS TRANVÍAS DE BARCELONA, S. A. que a partir de 1925 pasó a ser TRANVIAS DE BARCELONA, S. A. Sólo en Barcelona, desde los inicios del tranvía hasta la actualidad, calcula Juan Domingo que se han podido utilizar unos 40.000 modelos diferentes de billetes.

Los billetes de tranvía a través de los años han adoptado, básicamente, dos formas diferentes. En los primeros años reproducían la tipología de los billetes de tren, en cartón, pero posteriormente, dado que se trataba de trayectos cortos y no se requería que el billete presentara una resistencia especial, se optó por hacerlos en papel, ya que se abarataba su coste. Por otra parte, como se tenían que vender en el mismo vehículo, un tamaño reducido y un peso ligero facilitaba su distribución.

Los primeros billetes en papel venían impresos en hojas, como se hace actualmente con los sellos de correos. En 1890 se empezaron a imprimir en tiras y a principios del siglo XX se pasó al sistema de tacos. Desde 1980 se utilizan boletos con bandas magnéticas, que ya hemos mencionado anteriormente.

Juan Domingo es un coleccionista metódico y ordenado, como puede suponerse dada la cantidad de piezas que posee y la naturaleza de las mismas. A él le gusta tenerlo todo clasificado y documentado. Para clasificar las colecciones de números o series no hay problema, basta seguir el número de orden, por lo que respecta a los billetes de distintos tipos, los tiene clasificados por países y, dentro de cada país por ciudades, dentro de cada ciudad por compañías o líneas y dentro de cada compañía por impresores, importe y antigüedad.

La mayor parte de su colección la guarda en sus 800 álbumes, que son álbumes de los que se usan habitualmente para filatelia. Los tiene instalados en un mueble de 18 metros cuadrados, hecho expresamente para acogerlos.

En España el coleccionismo de billetes de tranvía recibe la denominación de forondotelia en honor de Mariano de Foronda y González Bravo, Marqués de Foronda. Precursor del coleccionismo de billetes de tranvía, ocupó el cargo de director de los Tranvías de Barcelona entre los años 1904 y 1931, llegando a formar una importante colección.

Nuestro coleccionista está trabajando desde hace cuatro años en la catalogación de todos los billetes de transporte urbano de Barcelona y ya ha editado los dos primeros tomos de dicha catalogación. Su ilusión es poder abrir una Web para exponer su trabajo y permitir la consulta gratuita a todos los coleccionistas del mundo, ya que no hay nada escrito sobre este tema. De hecho, podemos dar la buena noticia de que esta web estará operativa en unos días.

Juan Domingo considera que los actuales billetes de tranvía de Barcelona no son muy bonitos, pero este hecho no merma para nada el interés que supone su estudio para conocer la historia del transporte colectivo de la ciudad. A la hora de manifestar preferencias sobre la producción de billetes en otros países, Juan Domingo menciona en primer lugar los billetes del transporte público de Japón, que considera lucen un excelente diseño y son de buena calidad. También le gustan los de Chile. Por cierto, ya que estamos comentando los billetes extanjeros es curioso saber que en algunos países no se utilizan.

También podéis saber más cosas sobre esta colección consultando la web de nuestro amigo Alberto Marín y a través de varios reportajes aparecidos en la prensa que le han hecho a Juan Domingo Ventura. El billete para viajar en tranvía, metro y bus por todo el mundo !es gratis! (a través de su colección... www.ticketscity.net).



martes, 25 de agosto de 2009

Lote n° 38 de imágenes de casas construídas sobre la vía pública o pasajes

Foto n° 224: 's-Hertogenbosch (Países Bajos). M. J. Fuster



Foto n° 225: Belmonte de San José (Teruel). Carmen Bayod



Foto n° 226: Belorado (Burgos). Angel Pérez Avellaneda



Foto n° 227: Potes (Cantabria). Manuel Angel Lara



Foto n° 228: Tallín (Estonia) Manuel Angel Lara


Foto n° 229: Calais (Francia) M. J. Fuster




Si queréis enviarnos una fotografía podéis hacerlo a:




¡Gracias!





lunes, 17 de agosto de 2009

Una colección de cartografía de Cantabria



CONOCER




CANTABRIA







Ríos, carreteras, montañas, pueblos, monumentos, mares, de todo hay en los mapas de la colección de Luis Gutierrez Cueva.

Luis es de Colindres, en Cantabria, y tiene una importante colección de Cartografía de su tierra, resultado, aunque él es joven todavía, de muchos años de búsqueda y dedicación. Para ser exactos, nos cuenta que lleva ya diez años "tomándose la colección en serio", aunque los mapas le han interesado desde siempre.

Su colección empezó el día en que descubrió en una tienda de Santander un mapa datado el año 1860. Le gustó tanto y sintió tanta curiosidad por la información que aquella imagen le ofrecía que, además de comprarlo, decidió seguir buscando otros ejemplares. Y así empezó una pasión que dura todavía.

A nuestro coleccionista le gustan los mapas porque junto al lado práctico que brindan, ya que son de gran utilidad por no decir imprescindibles en algunos trabajos y actividades, ofrecen también una satisfacción estética, pues son piezas de gran belleza. A veces ocurre que hay ejemplares con muchas inexactitudes, pero igual son apreciados, precisamente por su ornamentación. No en vano se considera la Cartografía un arte y una ciencia.

Se define como Cartografía la ciencia que trata del estudio y elaboración de mapas. Sus orígenes son antiquísimos y, como suele ocurrir con casi todas las cosas, hay división de pareceres sobre cuáles fueron exactamente sus orígenes, pues se discute sobre cúal fue el primer lugar donde se comenzaron a realizar mapas aunque, lo más probable, es que surgieran en el seno de diferentes culturas con el objetivo de responder a unas mismas necesidades (expansión militar, rutas de navegación o comerciales, establecer límites territoriales...).


Lo que sí es cierto es que la Cartografía experimentó un gran avance en la época de esplendor de la civilización griega, gracias al desarrollo espectacular que entonces alcanzaron las Ciencias. Recogiendo las aportaciones que en este campo habían hecho los babilonios (existe el testimonio de unas tablillas de arcilla de origen babilónico que datan de unos 2.500 años a. C.) y también los egípcios, Tales de Mileto (VII-VI a. C.) fundamentó sus trabajos sobre la idea de una Tierra esférica (que consideraba como un disco flotando en una masa de agua); Pitágoras (IV a. c.) sostuvo la afirmación de la esfericidad con razonamientos astronómicos y matemáticos; Eratóstenes (276-194 a. C.) fue el primero en medir el meridiano terrestre, comparando la inclinación de los rayos solares durante el solsticio de verano y, también, el primero en diseñar un sistema de paralelos y meridianos similar al utilizado actualmente.

A Anaximandro (611-544 a. C.), discípulo de Tales de Mileto, se le atribuye la autoría del primer mapa del que se tiene referencia, representando el mundo globalmente con ríos y mares. Pero, fue la obra de Ptolomeo (siglo I d. C.) la que más influencia tuvo en la historia de la Cartografía. En los ocho volúmenes de su Geografía, entre otras aportaciones de gran importancia ofreció una construcción del globo terráqueo y detalló las coordenadas geográficas de 8000 lugares.

Como la evolución de la Cartografía se puede seguir en otros muchos sitios más y mejor documentados, nosotros vamos a ocuparnos de nuestro coleccionista. Luis se dedica exclusivamente a la Cartografía de Cantabria y esta elección obedece, fundamentalmente, a dos razones. La primera es que es un enamorado de su tierra y todo lo que trate sobre ella le interesa. Y, la otra buena razón es que hay que poner límites a una colección pues, si no, no tiene sentido ya que resulta inabarcable .

Dicho esto, hay que pensar que coleccionar mapas de Cantabria supone seguir las vicisitudes históricas de una tierra en la que se han operado varios cambios en su configuración política y administrativa. Por no remontarnos demasiado lejos, recordemos que en la Edad Moderna perteneció a la Corona de Castilla; después estuvo integrada a Burgos; fue unos años provincia de Castilla la Vieja, con el nombre de Santander; en el año 1817 Santander pasó a ser capital de la provincia homónima y, finamente, se constituyó como Comunidad Autónoma de Cantabria, cuyos Estatuos de Autonomía fueron proclamados en 1982.

Luis cuenta en su colección con más de doscientos mapas, de los cuales practicamente la mitad son anteriores al siglo XX. Reconoce que tiene una debilidad por las cartas marinas del siglo XVII y XVIII. Incluye en su colección todos aquellos soportes materiales en los que aparece algún plano o mapa. Mencionaremos, por ejemplo:
- fotograbados, guías turísticas, cromos, calendarios, atlas,

- y mapas generales o temáticos, ya sean geológicos, geomorfológicos, turísticos, de relieve, de carreteras, físicos, políticos, económicos, etc.

Entre los mapas que más se utilizan habitualmente hay que destacar los topográficos, con la descripción de los nombres de los lugares o los topológicos, que son muy esquemáticos y no respetan la escala ni los detalles, cuyo fin es facilitar una información específica, como puede ser el plano de la línea del metro de una ciudad, etc.

Para la realización de los mapas se adoptan signos y símbolos convencionales, lo que constituye un verdadero lenguaje universal. Gracias a este recurso se facilita la consulta de los mapas por todo el mundo, independientemente del idioma que se hable. Con este fin se han utilizado los sombreados para señalar las elevaciones de terreno, o se utilizan las curvas batimétricas para señalar las profundidades subacuáticas, etc.

Luis nos ha explicado cómo hace para guardar su colección, pues los mapas son piezas delicadas. Nos cuenta que tiene algunos de ellos enmarcados con un cristal protector, aunque no muchos porque entonces ocupan demasiado espacio. La mayoría de los ejemplares los pone en una especie de sobres de plástico o en carpetas especiales, repartiendo alrededor de ellos, a diestro y siniestro, bolitas antipolilla y sacos antihumedad, para preservarlos de estos peligros.

Podemos ver muchos de estos interesantes mapas en su blog Cartografía de Cantabria.

Y terminaremos con la clásica postal, no con un "Recuerdos desde Cantabria" sino para Cantabria, pues los mapas nos han hecho conocer mejor esta bonita tierra: localizarla geográficamente, saber cómo es, por dónde discurren sus ríos, el trazado de sus carreteras, cuál es su Historia, quienes son sus "vecinos"... Sólo nos falta !comprobarlo personalmente! (un buen plan para las próximas vacaciones).


jueves, 6 de agosto de 2009

Una colección de recortables





Un MUNDO

de
PAPEL





Es bonito y enriquecedor conocer la historia de las cosas. Si hace una semana me hubieran preguntado qué eran los recortables, sólo hubiera podido decir que eran unas láminas con la figura de un niño, una niña o una jovencita esbelta. Junto al personaje central venían también sus prendas de vestir y algunos accesorios (sombreros, carteras de la escuela, algún juguete) y todo ello había que recortarlo y separarlo de la hoja en la que estaban impresos. El vestuario venía provisto de unas lengüetas, para poder engancharlo sobre el débil cuerpo de las criaturas de papel. Después de tener todas las piezas bien cortadas, nos pasábamos horas enteras poniéndoles y sacándoles trajes y abrigos a aquellos impasibles personajes. Ahora, gracias al coleccionista Rafael de Francisco López, hemos descubierto muchas más cosas sobre los recortables.

Parece ser que su origen estuvo en Francia. Allí las estampas y grabados gozaban de gran popularidad y las ilustraciones con imágenes de santos, reyes y personajes de cuentos y leyendas, adornaban las casas que no podían permitirse el lujo de adquirir otro tipo de arte. A partir del último cuarto de siglo del setecientos, vírgenes, santos y monarcas comenzaron a dejar paso a otro típo de temática "cívica", donde fueron adquiriendo protagonismo escenas de la vida cotidiana, bélicas, etc.

De esta nueva tendencia surgieron los pliegos de soldados en hilera, que fueron los primeros "recortables" conocidos como tales. Se trataba de láminas de papel en las que aparecían soldados que, una vez cortados y separados de las hojas, se podían mantener verticales gracias a su base, que se doblaba y formaba una superficie plana.

Aunque habitualmente se considera Estrasburgo como la ciudad donde se inició la producción de los pliegos de soldados (llamados petits soldats d’un sou) pensados para ser recortados, parece ser que fue en París, en la rue Saint Jacques, donde a finales del siglo XVII aparecieron por primera vez. Posteriormente fue en la villa de Epinal, que estaba especializada en la estampería y la producción de naipes, donde se dedicaron a reproducir estas láminas de soldados y también escenas infantiles. Recordemos que se denomina estampa cualquier figura trasladada al papel u otra materia por medio del tórculo o presa, ya sea desde la lámina de metal o madera en que está grabada o desde la piedra litográfica en que está dibujada.

Desde el siglo XVII hasta principios del XX hubo en la nación gala más de 500 firmas de impresores dedicados a la estampación y grabado de pliegos y piezas de imaginaria popular, lo que nos da buena idea de la gran popularidad que gozaron estos artículos.

Después de Francia, fueron los países alemanes, especialmente Prusia, los grandes productores de estampería popular y pliegos de soldados. Entre el siglo XIX y el año 1945 se estampaban estas láminas de soldados (soldatenbilderbogen) en más de 75 ciudades alemanas. Hay que destacar entre ellas Berlín, Nuremberg, Mainz Esslingen, Sorau y la famosa Neuruppin que llegó a dar su nombre a los recortables y estampas, conocidas como neuruppiners.

Entre las características que distinguen los pliegos alemanes de los franceses podemos señalar, en primer lugar, la magnífica cromolitografía de los primeros, así como su tamaño, que es un poco mayor que los franceses. Frente a los 30 x 40 cms. de éstos, los alemanes alcanzan los 33 x 43 centímetros. Otra diferenciación es que en los países alemanes se comenzó a utilizar papel acartonado, mientras en Francia se seguía utilizando un papel muy fino.

En Austria también gozaron de gran popularidad los pliegos de soldados, muy en consonancia con la política imperialista y expansionista del emperador Francisco José. Hubo unas 20 firmas de editores, todos localizados en Viena. Entre los más representativos hay que mencionar a Matthias Trentsensky (1790-1870), la editorial que inició la impresión de pliegos de soldados en 1830. Posteriormente fue Stockinger & Morsack quien continuó la producción. A partir de 1918, proclamada la República austriaca, marcas como ABADIE y OLLESCHAU llevaron a cabo un cambio en la temática colaborando en campañas publicitarias, especialmente de chocolate y cigarrillos. OLLESCHAU lanzó al mercado unos cromos "recortables" que constituyeron una gran novedad.

El gran auge de los recortables de soldados tuvo lugar en la segunda mitad del ochocientos, coincidiendo con la consolidación y creación de los actuales Estados europeos y la propagación de los movimientos nacionalistas. Soldados enfundados en vistosos uniformes, rodeados de un aureola de heroicidad, llevaban los colores del ejército nacional (aunque no faltaban los de los "contrincantes") y la bandera de la patria. Aunque eran un juego infantil, aquellas figuras constituían también un buen soporte mediático para hacer pasar ciertas ideologías.

Así como la temática religiosa fue cediendo terreno a otras propuestas, como fueron las representaciones militares de las que hemos hablado, también los pliegos de soldado abrieron el camino a otro tipo de recortables, como fueron los dedicados a los personajes y escenas de teatro, construcciones de arquitectura con monumentos famosos, muñecas, personajes conocidos, etc.

Por cierto, que parece ser que fue en el Reino Unido donde empezaron a imprimirse y difundirse los recortables de muñecas. Se utilizaban con fines didácticos, pues con ellos se mostraba a las jóvenes de familias acomodadas cómo debían vestirse o cuáles eran las buenas maneras para comportarse en sociedad. También se divulgaban nociones de Historia, pues no faltaban los recortables dedicados a reyes y reinas, con sus trajes de época y la ambientación correspondiente.

Pero, hagamos un breve apunte de lo que ocurría en nuestro país. Lo mismo que había pasado en el resto de Europa, en España también se popularizó la temática militar. En Cataluña surgieron muy pronto los pliegos de soldados o fulles de rengles. Se cree que los primeros que se hicieron se inspiraron en la Guerra del Rosellón (a finales del XVIII) y, posteriormente, también en la de la Independencia (al principio del XIX).

Entre los primeros impresores de pliegos de soldados de la etapa artesanal en Barcelona podemos citar a Joan Francesc Piferrer (1788-1828), Ignasi Estevill i Cabot (1816-1854) y Pere Simó. Se trataba de pliegos xilografiados y coloreados con la técnica "bac" que se utilizaba para la estampación de las telas de algodón. Posteriormente, desde el último tercio del siglo XIX hasta los primeros años de la II República, la editorial Paluzie fue la estampería más conocida. El fundador de la dinastía fue Esteban Paluzie i Cantalozella (1806-1873) pero quien tomó la iniciativa de hacer pliegos de soldados y otros recortables (teatros, construcciones, etc.) fue su hijo Faustino Paluzie i Tallé.

En Madrid los primeros pliegos de soldados, estampas, teatros de papel y aleluyas se empezaron a imprimir bastante más tarde, concretamente a partir de la década de los cuarenta del siglo XIX y, precisamente, de la mano de un menestral catalán, Jose María Marés i Roca.

Desde el año 1875 hasta 1815-1920 fue la Editorial Hernández quien estuvo a la cabeza de la producción de pliegos de soldados. En Madrid, el año 1924 un editor desconocido lanzó al mercado recortables de construcciones y soldados con el nombre de "La Tijera" firma que adquirió Francisco Atienza Ortega, propietario de la papelería "El arca de Noé" y, desde 1927 hasta 1960 pasó a ser la firma lider en el sector.

"La Tijera" hizo láminas de soldados de todos los ejércitos, antiguos y modernos; muñecas; teatros de papel con todos sus personajes; equipos de fútbol; trenes; edificios; barcos y, una particularidad de los recortables españoles, representaciones de corridas de toros.

Muy interesante por el resultado que se obtiene son los recortables de arquitectura, en los que se reproducen edificios a escala . Una vez recortadas todas las piezas, unidas y pegadas, se obtiene la maqueta del edificio.

Hay que hablar también de los troquelados, que se asimilan a los recortables, aunque en realidad se trata de piezas sueltas que no hay necesidad de recortar. En el Reino Unido y en Estados Unidos fueron muy populares a finales del siglo XIX.

Rafael nos cuenta que, en algún momento, se ha visto obligado a vender parte de su colección. Concretamente en el año 1992 fue el Museo del Traje de Madrid quien le compró numerosas piezas que se exhibieron en el 2007, en una importante exposición que el Museo organizó con el tema de "Los recortables desde 1850 a 1955". El desprenderse de una parte o la totalidad de una colección quiere decir dos cosas: 1°) que el trabajo de un coleccionista interesa a otras personas e instituciones (si no, no se lo comprarían) y 2°) que formar una colección puede compensar económicamente (no queremos decir que es una buena inversión porque no nos gusta la connotación de carácter especulativo). Aunque Rafael considera que ahora le ha quedado una colección "modesta", todavía tiene una buena representación de recortables de España desde la segunda mitad del ochocientos hasta los años 50 del pasado siglo, además de una buena muestra de piezas de todo el mundo.



Nuestro coleccionista escribió hace veinte años un libro titulado "El recortable militar español" del que hace poco tiempo se ha publicado una segunda edición. Información sobre el mismo se puede conseguir en su web, en la que también se pueden encontrar muchos datos sobre la historia de los recortables, tanto en algunos países europeos como en el nuestro.

Y ahora, tenemos que "cortar" el comentario de los recortables, aunque Rafael nos ha enseñado tantas cosas sobre ellos que aún quedan cosas por decir...