sábado, 27 de marzo de 2010

Una colección de programas de cine





PRÓXIMO


ESTRENO








Tinín Melgosa lleva más de treinta años coleccionando programas de cine aunque, nos confiesa, esta última década ha dejado su colección en estado latente: la guarda, la mira, le gusta, pero ya no se preocupa de conseguir nuevos ejemplares.
Estas cosas ocurren porque con los años van surgiendo nuevos centros de interés y uno dedica su tiempo libre a otras cosas (los nietos, por ejemplo). Pero antes de mencionar alguna otra de las actividades de Tinín, vamos a hablar de su estupenda colección de programas de mano.

Tiene unos siete mil ejemplares. Los consiguió yendo al cine y cambiando o comprando algunos lotes a otros coleccionistas. Recuerda en especial una adquisición que hizo a un coleccionista de Béjar (Salamanca), otra a uno de Barcelona y, la última, la que le compró a Antonio López del Campo, de Palma de Mallorca, que había conseguido reunir más de 25.000 ejemplares.

Lo que le atrae de estos programas es su poder evocador, pues las imágenes y los títulos de las películas que muestran le recuerdan la época de su infancia y juventud, momentos de la vida de los que todo el mundo suele sentir nostalgia. Aunque Tinín no tiene muchos años, se acuerda perfectamente de aquellos tiempos en que las entradas de cine, al menos en Miranda de Ebro, costaban una peseta. Tampoco ha olvidado el día que no pudo asistir a la proyección de "Lo que el viento se llevó" porque, además de que la entrada estaba prohibida para los menores como él, resulta que tampoco tenía las 10 pesetas que pedían en esa ocasión.

Nuestro coleccionista es un cinéfilo declarado, pues para él el cine ha sido ha sido más que un hobby una parte importante de su vida. Dice que no sabe si le gustaba tanto ir al cine porque allí se estaba "calentito" durante el invierno o por las películas que echaban. Reconoce, de todos modos, que su amor por el séptimo arte no pasa por conocer al dedillo nombre de artistas y directores, distribuidoras cinematográficas o productores, sino que lo suyo es simplemente disfrutar con el cine y punto. Una buena muestra de su afición es que, actualmente, tiene grabadas más de 700 películas.

Le gustan todas las películas del séptimo arte clásico, ya sean films del Oeste, de aventuras, dramas en general, etc. Los géneros que no le acaban de atrapar son el de terror o la ciencia ficción.

Entre sus películas preferidas figuran las del llamado cine negro y, sobre todo, las de suspense especialmente Hichtcock, al que llama su segundo padre, no sabemos si será por el tiempo que ha pasado en su compañía, pues se ha visto sus películas varias veces.

Los programas de cine puede decirse que han tenido una vida corta, pues empezaron a divulgarse por los años 30 y decayó su uso en la década de los 7o. Los repartían en los cines con el fin de anunciar las proyecciones que se iban a presentar días después, con su famoso reclamo: "PROXIMAMENTE". Cuando ibas a ver una película, gracias al programa que te daban, ya pensabas en ver la siguiente.

Actualmente en muchos cines ponen a disposición del público unas fichas impresas de las películas que están en cartelera. Junto a los datos técnicos y artísticos se insertan extractos de críticas elogiosas, ofreciendo una información interesante, aunque ya no tienen el atractivo de aquellos anuncios coloreados que eran los viejos programas.

Por cierto, que la aparición de los programas de mano de cine se debió al mimetismo con que el séptimo arte siguió las pautas del arte escénico. Si las primeras salas de exhibición de películas fueron en las salas de los teatros, donde convivieron por mucho tiempo artistas del celuloide y los de carne y hueso, posteriormente, cuando se construyeron expresamente los locales de cine, se reprodujeron formas y modos asentados en el teatro, como la estructura del local con sus palcos y butacas, los pesados cortinajes para ocultar la pantalla de cine, etc. Los programas de mano eran una versión de los programas de mano que se ofrecían en el teatro o en la ópera, aunque no daban cuenta de lo que se iba a ver en aquella sesión, sino en la siguiente.

En la pequeña superficie de aquellos prospectos aparecían los rostros de los protagonistas del film, así como los datos de la ficha técnica y artística: título, nombre del director, principales artistas que intervenían, poductora, fecha del estreno, duración de la película...
Algunos incluían el argumento de la película o la sala de proyección donde
se exhibía.
El tamaño solía ser de dimensiones reducidas y solían presentar forma rectangular, aunque había algunos que se distinguían por la fantasía de su diseño, presentando alguna silueta recortada o la parte superior semicircular, etc. Normalmente eran sencillos, es decir, eran sólo una hoja, aunque también existían los dobles, como el que mostramos de "Vinieron las lluvias".
Por cierto, que hubo muy buenos ilustradores especializados en este género de publicidad, plasmando con mucho acierto el mensaje de la película que se anunciaba y la personalidad de las celebridades del cine que la interpretaban.
Entre las perlas raras que Tinín tiene en su colección se encuentra un mismo tipo de programa, con las mismas imágenes de los mismos artistas, los mismos nombres de actores, director, etc. pero con un título diferente: uno es "Dos edades del amor" y el otro "El eterno conflicto", ¿a qué se debería semejante error?

Tinín guarda los programas en carpetas. Algunos los tiene mezclados, sin clasificación. Otros, los que anuncian películas de sus artístas preferidos, los tiene en carpetas separadas. Algunas de esas celebridades que tienen su propio dossier son: Robert Taylor, Liz Taylor, Gary Cooper, Tyrone Power, Henry Fonda, Olivia de Havilland, Errol Flynn, entre otros.

Nuestro coleccionista no tiene su colección de programas consultable en internet, pero sí que tiene un estupendo blog "Miranda deportiva" en el que presenta mucha de la información aparecida en la publicación quincenal del mismo nombre, que durante muchos años él publicó. Además de hablar de deporte, también presenta temas de interés local de su bonita ciudad Miranda de Ebro, en la provincia de Burgos.

Y teniendo en cuenta la vinculación de Tinín con el deporte en general, y el fútbol en particular, no podemos dejar de decir ¡¡¡¡¡GOOOOOL!!!!! viendo su colección, porque seguro que va a marcar con sus programas un buen tanto entre nuestros seguidores.



sábado, 20 de marzo de 2010

Una colección de tebeos para chicas



Los tebeos

de las


niñas...












Venancio Anguas Fernández colecciona tebeos destinados al mundo infantil y juvenil femenino y, puede decirse, que ha llegado a esta colección "por culpa" de su familia, o gracias a ella... Nos explicamos:

Venancio es de Pilas (Sevilla) y siendo todavía muy pequeño coleccionaba muchas cosas, pues se interesaba por los cromos, los sellos, las láminas de soldados, las cajas de cerillas, las vitolas de los puros, etc. Los tebeos también le gustaban mucho, aunque lo de decidir coleccionarlos fue después de recibir un regalo que le hizo un tío suyo, que consistía en un lote de tebeos de "El Guerrero del Antifaz". Fue a partir de entonces, cuando ya empezó a guardar y reunir todos los ejemplares que podía de esa serie y de otras como "Hazañas Bélicas", "El Jabato", "El Capitán Trueno", "Roberto Alcazar y Pedrín" y todos los que se publicaban.

En aquellos tiempos, en la década de los 50, Venancio ya empezó a intercambiar con otros amigos coleccionistas y se inscribió en el Club Andaluz del Tebeo. A medida que cumplía años, la afición no decrecía sino todo lo contrario pues, como siempre le ha gustado mucho el dibujo y la pintura, ha tenido debilidad por todas las ilustraciones en soporte papel.

Después, Venancio se casó y tuvo dos hijas y entonces pensó que la temática de sus tebeos no sería lo que más les iba a gustar a ellas (aunque nunca se sabe), así es que empezó a comprar y guardar tebeos de niñas. Actualmente tiene más de 3.800 ejemplares de tebeos de chico, además de ediciones facsímiles. De tebeos de niña "sueltos" cuenta con más de 100 números. De "Sissi" y "Sissi juvenil" también tiene más de cién y otros tantos del Dúo Dinámico, además de otras series.

¿Qué deben decir los psicólogos y actuales pedagogos, educadores y otros profesionales de la Enseñanza sobre esta distinción entre temas de niño y temas de niña? pues probablemente no deben estar de acuerdo con que así sea, pero los hechos son los que son y una colección sirve como testimonio de lo vivido en una época.

Así, pues, volviendo a aquellos años puede decirse que por un lado estaban los tebeos de guerra, aventuras exóticas, etc. que eran para los chicos y, por el otro lado se encontraban los cuentos de hadas y los tebeos con heroinas, amores y noticias de los ídolos de la canción o del cine de aquél momento, que estaban destinados a las muchachas en la "edad del pavo".

Los cuentos de hadas a los que nos referimos (el tema de los cuentos de hadas, con su larga tradición oral y escrita es más complicado de lo que parece...), son aquellos tebeos con títulos sugestivos y pocas hojas en el interior, donde se ilustraba más que se contaba una historia. Los argumentos eran casi siempre los mismos y los protagonistas tampoco solían cambiar mucho: había un príncipe, una princesa (o conde y condesa), algún campesino o campesina (o leñador/cazador), un hada mala, otra buena, un ogro o un gnomo y poco más. El mensaje que transmitían aquellas historias era que el bueno, valiente e ingenioso, y la buena, desgraciadita y guapa, siempre eran recompensados al final. En la última viñeta se podía ver su felicidad y, entonces, las protagonistas tenían ocasión de lucir unos trajes preciosos, con unos peinados llenos de bucles, adornados por grandes diademas.

Más tarde empezaron a publicarse otro tipo de tebeos ambientados en la época contemporánea, con historias modernas y nuevas propuestas para atraer al público juvenil femenino. Los temas que se proponían eran bastante intrascendentes y pensamos que este tipo de publicación ya no pretendía pasar ningún mensaje, aunque, evidentemente, pasar siempre se pasa algo (el hecho de no querer "pasar" ya es una manera de "pasar", valga la redundancia...). Algunas de estas publicaciones fueron las precursoras de las foto-novelas, que tanto éxito tuvieron después.

A pesar de la falta de contenido, estos tebeos también tenían su encanto y contaron con muy buenos ilustradores.

Venancio ahora tiene guardados sus cuentos y tebeos en cajas de cartón, muchas de ellas todavía son las que hizo él mismo cuando era un chiquillo. Siempre que tiene ocasión compra algunos ejemplares en el Rastro de Madrid, o en el mercado de los jueves de Sevilla (Calle de la Feria) o al Charco de la Pava, y acude los domingos a la Plaza del Cabildo, también en Sevilla.

La afición a coleccionar no se suele agotar con el tiempo, lo que ocurre es que muchas veces el coleccionista cambia de sujeto de interés. Eso es lo que le ha ocurrido a Venancio. Si empezó de niño coleccionando muchas cosas diferentes, que ya hemos mencionado, y después se interesó por las tarjetas postales y cuentos, en la década de los 60 se centró en la música. Luego, en los 70 se dedicó a filmar en super-ocho y a todo lo relacionado al cine, y ahora dedica muchas de sus energías al belenismo, actividad en la que es un maestro.

Independientemente de cual sea el tema de su colección, Venancio se dedica a ellas con la misma pasión y método, consiguiendo que todas sean muy representativas y estén bien documentadas.

Entre las páginas de ésta colección que acabamos de mostraros, se descubre un mundo irreal que muestra mejor que muchos otros medios cómo era la mentalidad de una época y de una sociedad. Además, eran cuentos y tebeos que no se leían y se desechaban, sino que se ojeaban una y otra vez, porque siempre se encontraba un dibujo, una imagen que hacía soñar. Cuando no nos prendábamos del vestido vaporoso que lucía la doncella, lo hacíamos del apuesto principe (que justo dos páginas antes lo habíamos visto convertido en un ciervo, una rana o un gorrión). ¡Viva la fantasía!



sábado, 13 de marzo de 2010

Lote nº 47 de imágenes de casas construídas sobre la vía pública o pasajes

Foto nº 277: Velfeld (Alemania). M. J. Fuster



Foto nº 278: Granada. Angel Pérez Avellaneda


Foto nº 279: Varsovia. M. J. Fuster


Foto nº 280: Bath (Reino Unido). Angel Pérez Avellaneda



Foto nº 281: Alquézar (Huesca). Jesús Monreal


Foto nº 282: Albarracín (Teruel). Angel Pérez Avellaneda




sábado, 6 de marzo de 2010

Una colección de candiles




EN

CANDIL

ADOS








Así es como nos hemos quedado con la colección de Alberto Sanna, encandilados, porque nos ha encantado. Pensamos que es muy interesante dedicar atención a estos pequeños objetos de la vida cotidiana, sobre todo piezas como éstas que han acompañado durante tanto siglos la actividad humana.

Efectivamente, la historia del candil comenzó hace muchos años, pues las lámparas de este tipo se dice que empezaron a utilizarse en el siglo X a. C. A lo largo de este tiempo han alumbrado a hombres y mujeres en sus tareas y en sus momentos de diversión, han iluminado con su luz templos paganos e iglesias y han ofrecido su resplandor parpadeante a todos los pueblos y culturas.

De las primeras lámparas de aceite se han encontrado ejemplares en tumbas, pues se utilizaban en los ritos funerarios. Estaban hechas en arcilla o incluso aprovechando la concavidad de alguna piedra. Posteriormente se han fabricado en diversos materiales, desde bronce, al oro o la plata, latón, terracota, etc.

Pero ¿qué son los candiles? pues son lámparas de aceite que se componen básicamente de dos platillos de metal que encajan uno en el otro. El superior se conoce con el nombre de candileja y es donde se pone el aceite y la mecha o torcida. El platillo inferior sirve de sostén al otro y suele llevar un gancho para poder trasladarlo o colgarlo de la pared u otro lugar.

Porque, hay candiles de formas muy diferentes dependiendo sobre todo del lugar en el que se van a instalar: pueden ser fijos o estar destinados a colgarse; los hay especialmente pensados para llevar en un barco, etc. Por cierto, que uno de los lugares donde se solían colocar, cuando eran casi la única fuente de luz, era la repisa de la chimenea de la cocina.

La torcida suele ser de algodón o de lienzo trenzado y está situada en el platillo superior, por donde sale por el pico. Absorbe por capilaridad el combustible y, al encenderse, arde y da luz.

Cada sociedad ha utilizado como combustible aquellas grasas que podía conseguir más fácilmente, desde el aceite de oliva, al de pescado, al aceite de nueces, de ricino, sésamo...

Alberto empezó a coleccionar candiles hace unos quince años, un día en que descubrió uno de ellos en el Rastro de Madrid y no resistió la tentación de comprarlo. Le encantó ese objeto útil en el que el artesano suele derrochar imaginación, siempre al servicio de una técnica elemental pero eficaz.
Los candiles preferidos de Albert son los zoomórficos, pues considera que las figuras de animales que representan suelen estar muy bien trabajadas y son muy bonitas. También le gusta mucho conseguir los antiguos ejemplares que se encontraban en posadas.

Nuestro coleccionista tiene ya más de cién piezas y las expone todas en su casa de Algete (Madrid), que ha constituido como "Museo del Candil". De momento no está abierto al público, pero a las personas interesadas Alberto les facilita toda la información que le solicitan.

De momento, se pueden contemplar algunos ejemplares, así como conocer diferentes tipos de lámparas de aceite en su blog "El Museo del candil". Él, que es el experto, nos explica a qué corresponden las diferentes denominaciones de estas lámparas. Además de los candiles de pico y zoomórficos, dedica su atención a los faroles, las lucernas, los quinqués y las linternas.

Pero, como ocurre en tantas ocasiones, Alberto no se interesa sólo por este tema, sino que hace otras colecciones muy curiosas que esperamos comentar en otra ocasión y, como queremos que sean una sorpresa, no vamos a hablar ahora de ellas.

De la prolongada existencia del candil en nuestra sociedad es buena prueba su presencia en el refranero español, que recurre a su imagen en muchas ocasiones ("¿Qué aprovecha el candil sin mecha?"), así como su frecuente utilización en expresiones o frases hechas ("ni aunque lo busques con candil...). También ha sido fuente de inspiración para muchos poemas. Y, llegados a este punto, queremos transcribir el que Ramón de Campoamor tituló "El candil de Carlos V", que dice así:

"En Yuste, en la pobre cama
de una pobre habitación
alumbrada por la llama
de un candil, medio velón,
soñando está Carlos Quinto
que en un duelo personal,
ve a sus pies, en sangre tinto,
al rey francés, su rival.

Se incorporó de ira loco,
mas pasó un viento sutil
que movió la luz un poco
del velón, medio candil,
y, tosiendo, con cuidado
se arropó el emperador,
por si aquel aire colado
puede más que su valor;
y -¿Por qué el ciclo consiente-
dice el héroe ya febril-,
que mate a todo un valiente
lo que no apaga un
candil?"