jueves, 24 de septiembre de 2009

Tango


SI


SUPIE-


RAS...



Esta es una colección entrañable, una parte de la cual es tangible y se puede guardar y clasificar y, otra parte de la colección ni siquiera es visible, porque está guardada para siempre en la memoria y en el corazón de Sergio.

Sergio colecciona tangos, tiene más de 18.000. Coleccionar estas canciones no significa copiarlas en el ordenador y clasificarlas de alguna manera. Para él, consiste en saberse la letra, conocer al autor, las circunstancias en que se compuso, quién la interpretó por primera vez, quién la cantó, quién la popularizó, cuál es la mejor versión existente, recordar aquellas circunstancias... En esta labor de "documentación" no está solo, sino todo lo contrario: sus amigos le ayudan.
Cada jueves, desde hace mucho tiempo, un grupo de jóvenes todos entre ochenta y noventa y pico años, se reunen en casa de Sergio para hablar de tango y escucharlo. Juntos analizan las letras, la interpretación de los subtextos por los cantores, estan atentos a encontrar errores respecto a la letra original, etc. En realidad, estos detalles son especialidad de Agustín, que fue un conocido cantante que actuó en la Orquesta de Alfredo de Angelis y en la del maestro Ficarra. Y Antonio, que era el encargado de organizar bailes, etc. un gran conocedor del tema. Dice Sergio de su amigo Antonio, que si le haces escuchar un tango sólo con las primeras notas ya te dice el nombre del autor, la orquesta que lo interpreta, el nombre del cantor, nombre de la mayoría de los músicos que lo acompañan, nombre del sello discográfico y hasta el tema que está grabado al otro lado del disco... También asiste a las reuniones de los jueves Mario, que fue cantante en los años 40 de la Orquesta Típica y de la Rítmica Porteña y sabe todo sobre el tango. Y otro Mario, el joven del grupo porque sólo tiene 71 años, que fue bailarín, y áun lo es, etc.
El patrimonio del tango se estima en más de 52.000 obras estrenadas y editadas, según base de datos de la Sociedad de Autores de Argentina y Uruguay. Se incluyen tangos compuestos, música y versos, por compositores brasileños, italianos, franceses, españoles, alemanes, mexicanos, canadienses, húngaros, turcos, polacos o portugueses, además de sus creadores rioplatenses, por supuesto.

Hablamos del tango como si todo el mundo supiera lo que es, y es que es así... por eso, no caeremos en la tentación de pretender definirlo. Se suele admitir que fue en torno a 1880 cuando irrumpió este género musical, aunque sus orígenes son anteriores, ya que fue el resultado de una fusión de diferentes ritmos.

Sergio nos cuenta que tiene los temas ordenados cronológicamente, por orden de grabación de orquestas. De Francisco Canaro hay registrados cerca de 3.000 temas, de Gardel 1.100 y así del resto de las orquestas más importantes (Carlos Di Sarli, Anibal Troilo, Alfredo De Angelis, Ignacio Corsini, Agustín Magaldi, Alfredo Gobbi, Ricardo Tanturi, Angel D'Agostino, Juan D'Arienzo y muchas otras).

A Sergio le gusta hacer una subclasificación según el tema tratado: hay unos tangos relacionados con los médicos; otros con el fútbol (tangos dedicados a futbolistas, como "Patadura", o a clubs de fútbol: "Rancing Club" ); con la crisis de los años 30 (¿quién no conoce "El Cambalache" con su letra tan rotunda: "Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil, también..."); con los "niños bien"; los vagabundos; las chicas de cabaret y tantos otros. En realidad, todos los temas de la vida son tratados por el tango, aunque, indudablemente, el más abordado es la (casi siempre) relación conflictiva entre el hombre y la mujer.

Cada tango tiene una historia. Si el tema es un tango dedicado a un futbolista o un equipo de fútbol, Sergio nos cuenta la biografía del jugador o la historia y evolución del club. Si la letra va dirigida a un político, nuestro coleccionista analiza la situación de su época, etc. Y es que no se examina a fondo sólo la letra y otros aspectos musicales, sino también el contexto político, social y económico en la que se escribió.

Por ejemplo, y muy resumido, es curioso lo que cuenta sobre el tango de "La Cumparsita", conocido como el segundo himno de la Argentina. Dice Sergio, que ni era tango inicialmente ni el compositor fue argentino. Parece ser que un estudiante de arquitectura y compositor, Gerardo Hernán Matos Rodriguez (El Becho), nacido en Montevideo en 1897, compuso una marchita para que los estudiantes la interpretaran por las calles y pudieran obtener algún dinero por su música. Pensaron titular esta pieza "la comparsa" o comparsita" aunque al final optaron por "la Cumparsita". Después estuvo un tiempo en el olvido, hasta que la grabó Roberto Firpo con su cuarteto en 1916, que fue este el primer registro discográfico.

Tras un éxito inicial, quedó otra vez en el olvido, probablemente porque era una composición instrumental y en aquél tiempo triunfaban los tangos cantados. Fue Pascual Contursi quien la adaptó para su revista "Un programa de Cabaret", escribiendo la letra "Si supieras" que adaptó a la Cumpartista. La grabó el actor y cantante Juan Ferrari debutando con ella el 6 de junio de 1924 consiguiendo un gran éxito y pocos meses después Carlos Gardel grabó su versión.

Para Sergio y sus amigos hay tres "monstruos" del tango y poco más. Se trata de Carlos Gardel, Ignacio Corsini y Agustín Magaldi. Dice que sólo estos tres artistas eran los maestros en saber interpretar lo que el poeta había querido expresar al escribir la letra y transmitirlo a los demás, es lo que se llama el subtexto, algo difícil de definir porque está hecho de muchos elementos, como el modo de respetar los signos de puntuación, la intención... Actualmente hay cantores con una voz excelente pero que no se ajustan al mensaje que contiene la canción, por lo que ésta pierde su esencia.

Por eso Sergio nos dice que, lamentablemente, a los interpretes actuales da pena escucharlos. Si se oyen por primera vez tal vez pueda parecer que suenan bien, pero no se pueden comparar con los "grandes"... Desde luego, él no les recomienda a estos "cantorcitos menores" que escuchen a Gardel a Corsini o Magaldi, porque si lo hacen se puede producir un suicidio en masa...

El hecho de que Sergio y sus amigos sean bastante críticos con los cantores de tango actuales, no quiere decir que todo lo encuentren mal, simplemente, como son grandes conocedores de un tema que adoran, quisieran que llegara a las nuevas generaciones lo más auténtico posible. Hacen un trabajo de documentación importante y son doctores en la materia ¿quién da más?

De Sergio ya hemos hablado en Procoleccionismo, pues tuvimos ocasión de comentar su estupenda colección de Hojas de Afeitar, que hace con su hija Nadia. En su web se puede conocer la historia de las hojas de afeitar y también la de algún tango que otro que se desliza por allí. Y es que, ya se sabe, donde está Sergio se hablará del tango (un "detalle" que nos habíamos olvidado mencionar es que nuestro coleccionista es argentino y reside en Buenos Aires). A él y a sus amigos sólo nos resta decirles ¡gracias!

jueves, 17 de septiembre de 2009

Una colección de libros miniatura


LIBROS
MENUDOS


¡MENUDOS
LIBROS!



Cuando le hemos preguntado a Susana López del Toro cuánto tiempo lleva coleccionando libros miniatura, no ha tenido que reflexionar ni un segundo para contestarnos "desde siempre". Y lo dice con toda la razón del mundo.

El caso es que Susana desde muy niña se ha sentido atraída por el mundo de los libros. El hecho de que su padre sea impresor y uno de sus tíos encuadernador, probablemente ha tenido influencia en las inclinaciones de nuestra coleccionista. Si esta "influencia" responde a una cuestión genética o de educación eso ya es otro tema. De todos modos, en una expresión popular y bien gráfica, se diría que Susana lleva su pasión por los libros en la "masa de la sangre" (que más bien suena a cuestión genética, ¿verdad?).

Sea cual fuere el origen de su afición, lo que es cierto es que Susana comenzó a reunir libros y cuentos de tamaño pequeño porque su familia se los iba regalando y a ella le gustaban. Cuando ya fue un poco mayor (con 15 ó 16 años) se preocupó por conocer el motivo de que hicieran unos libros tan minúsculos ¡con lo incómodos que resultaba leerlos! y, poco a poco, se fue interesando cada vez más por el tema: buscó ciertos volúmenes para completar una serie inacabada o para tener bien representadas determinadas etapas o épocas; procuró tener algún ejemplar de editoriales de las que no había conseguido todavía nada... y buscando esto y aquello la colección se puso en marcha.

En realidad, nos cuenta Susana que no sólo le han llamado la atención los libros miniaturas, sino que siempre se ha sentido muy atraída por las cosas pequeñas, porque ve en ellas mucha delicadeza, con la ventaja de que son manajables. Además, el hecho de que sean tan diminutas les confiere un valor especial, pues implica una dificultad "extra" en su elaboración.

Estas consideraciones de nuestra coleccionista son compartidas por muchas personas y, concretamente los libros miniatura han sido siempre muy apreciados. De hecho, aunque podría pensarse por su reducido tamaño que están destinados al público infantil, lo cierto es que en sus comienzos estuvieron dedicados solamente a los adultos. El hacerlos tan diminutos respondía a un fin práctico ya que se podían llevar siempre encima, lo que era especialmente útil para los libros de lectura y oraciones cotidianas y cuando se viajaba, pues no pesaban casi nada. Posteriormente, se fue apreciando en ellos más que las ventajas funcionales, aspectos tales como la calidad de la miniaturización, la belleza del acabado, la originalidad, etc.

Pero, antes de seguir hablando de libros miniatura, quizás debemos saber exactamente a qué tipo de libros se les da esta denominación. Parece ser que en Europa se es más "permisivo" y se aceptan como libros miniatura las ediciones que alcanzan los 100 milímetros referidos a la mancha impresa. En EE.UU. sin embargo sólo se admite como miniatura los ejemplares que no sobrepasen los 75 milímetros referidos a su encuadernación. De todos modos, no se trata de reglas fijas y estas valoraciones cambian según la época, los países, e incluso los especialistas.

Lo verdaderamente curioso es que, aunque parezca imposible, muchos de estos libros reproducen íntegramente obras completas. Hay un Antiguo Testamento condensado en un libro que no mide más de un centímetro cuadrado, editado por David Bryce en Glasgow.

Se conoce la existencia de este tipo de libros desde muy antiguo, pues ya Plinio mencionaba en su "Tratado de la Historia" la existencia de unas páginas manuscritas de "La Iliada", que cabían en una cáscara de nuez. Muy renombrado también es un manuscrito realizado por el escribano florentino Salvatore Gaglierdelli en el año 1480. Se trataba de un libro de oraciones ilustrado con 17 miniaturas y que medía 2 centímetros cuadrados. Y por mencionar algún nombre más relacionado con nosotros, recordemos el "Credo de Carlos V" un libro-joya que el Emperador llevaba a modo de colgante. Con el paso del tiempo y las innovaciones tecnológicas se consiguió ir reduciendo cada vez más el tamaño de los ejemplares.

Los temas elegidos para estos libros miniatura han experimentado una gran variación a través de los siglos, pues al principio eran fundamentalmente de contenido religioso (devocionarios, brevarios o libros de horas). Posteriormente, se pasaron a reproducir obras de literatura clásicas y también títulos de grandes filósofos y pensadores, desde "El Quijote", hasta Voltaire, etc. Fue a partir del siglo XVIII cuando las nuevas ideas sobre la educación de los niños, impulsó la publicaciones de libros de cuentos o didácticos destinados al público infantil, pretendiendo formarles mejor de una manera lúdica.

Sabido es que en las colecciones hay aspectos que se valoran especialmente, como la antigüedad de la pieza, el estado de conservación, algo que le haga ser una pieza particular, su rareza, su encuadernación... En el caso de los libros miniatura el contenido también cuenta, aunque la verdad es que se trata de libros "objeto", pues para leer lo que se dice leer es más cómodo hacerlo en libros de formato convencional.

Nuestra coleccionista nos cuenta que resulta complicado conseguir ejemplares antiguos, manuscritos y primeros impresos, porque son muy buscados por museos, bibliotecas públicas, fundaciones o coleccionistas privados. Los ejemplares contemporáneos, salvo raras excepciones, se encuentran con relativa facilidad, pues casi todos los editores, creadores y coleccionistas internacionales están en contacto a través de la Miniature Book Society (sede en USA) y también otra asociación alemana, ámbas muy activas y que informan permanentemente a los socios de las novedades en el sector.

Lo cierto es que para conseguir nuevos ejemplares se tiene que recurrir a la compra, pues intercambiar no es fácil, aunque se pueda hacer ocasionalmente. Otra manera, es que te los regalen ¡lo que afortunadamente ocurre de vez en cuando! Susana consigue nuevas piezas acudiendo a subastas, salones y ferias especializadas o directamente de sus creadores.

Hoy día la colección de Susana supera los 2.000 ejemplares, lo que es una cantidad espectacular en un artículo de estas características. Gracias a su tamaño, el espacio no es un problema y puede guardarlos todos en una librería convencional. Lo importante es preservarlos del exceso de luz, del polvo y la humedad y por eso los tiene en vitrinas acristaladas. También procura proporcionarles una temperatura adecuada, que no sobrepase los 19°.
Nuestra coleccionista reconoce que tiene piezas favoritas, pero prefiere no mencionar ninguna en particular, pues dice que son muchas. Algunas de ellas tienen un valor añadido porque le ha costado mucho conseguirlas, otras le traen recuerdos especiales, otras piezas están entre sus "favoritas" simplemente porque le gustan.

Susana ha participado en varias exposiciones donde ha tenido ocasión de dar a conocer su colección. Desde el año 2006 una muestra itinerante, con el título de "La Biblioteca de Liliput. Del siglo XVI a nuestros días" se ha exhibido en varias ciudades españolas, como Burgos, Ciudad Real, Cádiz, Toledo, Valladolid, entre otras. En esta exposición se presentan más de 1000 ejemplares de su colección privada. Entre las piezas exhibidas se pueden destacar las 25 ediciones más pequeñas de "El Quijote" o el ejemplar más antiguo de su colección, un libro de 8 centímetros con la vida de Santo Tomás de Kempis, del siglo XVI. La prensa nacional e internacional se ha hecho ámplio eco de estas exposiciones.

El interés de nuestra coleccionista no se limita a los libros miniatura sino que se interesa también por los libros con movimiento, desplegables y pop up, así como en la reproducción de escenas literarias, pero de estos temas nos gustaría hablar en otra ocasión (si Susana acepta). Hablando de futuro, nos ha confiado que su ilusión sería poder ubicar su colección en un museo. Para ello ha realizado ya un estudio de viabilidad, que contempla actividades educativas y culturales paralelas, etc. También tiene un blog estupendo dedicado enteramente a sus libros, una colección que pone las grandes obras del saber en la palma de la mano.




viernes, 11 de septiembre de 2009

Lote n° 39 de imágenes de casas construídas sobre la vía pública o pasajes

Foto n° 230: s'-Hertogenbosch (Países Bajos). M. J. Fuster


Foto n° 231: Belorado (Burgos). Angel Pérez Avellaneda


Foto n° 232: Riga (Letonia). G. de Martelaert


Foto n° 233: 's-Hertogenbosch (Países Bajos). M. J. Fuster


Foto n° 234: Belmonte de San José (Teruel). Carmen Bayod


Foto n° 235: Beceite (Teruel). Carmen Bayod



Problema: Hemos detectado un fallo en la numeración de las casas... vaya, ¡que nos hemos liado! Nos hemos dado cuenta ahora mismo de que si hemos "publicado" 39 lotes de fotos de imágenes de casas, con 6 casas cada uno (39 x 6 = 234) la última casa de hoy tendría que llevar el n° 234 y no el 235. Hemos intentado localizar el error, pero no lo hemos encontrado. Si alguno de vosotros topa con él, os agradeceríamos que nos lo dijérais. ¡Muchas gracias!



Si queréis enviar alguna foto podéis hacerlo a:

mjfuster20@gmail.com

¡Gracias!

sábado, 5 de septiembre de 2009

Una colección de plumas estilográficas

ESTILO


gráfica










En "Soloplumas" son unos verdaderos apasionados de las plumas estilográficas. Conocen su historia, ponen en común la información que encuentran sobre ellas, comparten datos, ilusión, curiosidad. Todos los integrantes del grupo forman un buen equipo, en el que cada uno aporta su contribución, según sus posibilidades.

Hemos hablado de curiosidad, que es la gran delatora de las aficiones de cada cual, pues sólo suele merecer nuestra atención aquello que nos atrae. Una muestra de ello es lo que les ha pasado a los coleccionistas que os estamos presentando: mientras veían firmar a Barak Obama, el flamante Presidente de USA, los documentos concernientes al cierre del Centro de Detención de la Base de Guantánamo, a estos apasionados de las estilográficas el pensamiento les llevaba en una dirección, pero los ojos se les iban precisamente a las manos del Presidente, para ver qué pluma estaba utilizando en una ocasión así. Aunque en este caso concreto hubo sorpresa, porque lo que descubrieron fue un roller de laca negra y terminación en rodio, con el escudo presidencial grabado y una reproducción de la firma de Obama, pero no una estilográfica.

Ésto no deja de ser un hecho anecdótico, ya que lo normal es que en ocasiones así se utilicen las clásicas plumas por las que los coleccionistas suspiran.

Recordemos que el invento de las mismas trajo consigo una pequeña revolución y, decimos pequeña por relativizar las cosas, pero lo cierto es que vino a cambiar mucho usos y costumbres, además de ser la causa de la desaparición de algunos artículos del mercado, lo que siempre es muy traumático para una sociedad.

Pero, para centrar el tema de esta colección, hagamos un poco de historia. Todo empezó cuando en el año 1849 fue inventada la plumilla de acero, que la población acogió con la misma prevención que se suelen acoger casi todas las novedades y hasta hubo quien predijo el fin de la Humanidad... ¿por qué motivo? pues porque dedujeron que a partir de ese momento se iba a escribir cualquier cosa, sin reflexionar. Creían que hasta entonces, el hecho de servirse de la pluma de ave para la escritura requería un tiempo de preparación que propiciaba la meditación, lo mismo que ocurría en las pausas que había que hacer para tomar regularmente la tinta del tintero. Todos esos movimientos rituales permitían al pensamiento meditar sobre el sujeto que se iba a exponer. Pero, con el nuevo invento ¿qué iba a ocurrir si se escribían a toda velocidad palabras y palabras sin tener tiempo de reflexionar sobre lo que se quería decir?

A pesar de estos pensadores involucionistas, otras mentes se afanaban en superar el primer paso de la fabricación de plumines de metal, intuyendo que para perfeccionar el hallazgo lo ideal era dotar a las plumas de un depósito de tinta propio. Esta intuición la tuvieron muchas personas y los trabajos que se hicieron en este sentido se concretizaron en logros que fueron surgiendo poco a poco. En el año 1883 fue Lewis Edison Waterman quien patentó un sistema de alimentación de flujo controlado de tinta, naciendo así la primera estilográfica, llamada Waterman's Ideal Fountain Pen (nombre bien expresivo donde los haya, pues ese era el objetivo, conseguir que cada pieza dispusiera de su propia fuente, de donde manara la tinta que necesitaba).

Un año más tarde, en 1894, George S. Parker ponía en el mercado unas estilográficas con un nuevo alimentador que permitía que el sobrante de tinta que quedaba en la pluma cuando se acababa de ecribir, fuera atraído hacia dentro y no manchara el interior del capuchón.

Después de otros inventos, Pelikan desarrolló su primera pluma de émbolo, que se empezó a comercializar en el año 1929.

A medida que se iban creando nuevas marcas aumentó la competencia entre las mismas y de allí su interés por ofrecer al cliente, además de una tecnología avanzada, una presentación atractiva. Al principio se recurrió para la fabricación de las estilográficas al caucho endurecido o ebonita (vulcanita), por lo que eran todas de color negro y la única ornamentación que se les podía añadir era recurriendo al grabado o al recubrimiento con láminas de metal, habitualmente plata u oro. Posteriormente se pasó a utilizar el celuloide, material plástico artificial, resultado de tratar un nitrato de celulosa con alcanfor y alcóhol, siendo patentado en 1870 por John Wesley Hyatt. Este material también se presentó como Pyralin, Pyroxily o Piralina y algunas marcas le dieron una denominación comercial propia, como Permanite para la Parker, o Radite para la marca Sheaffer, siendo de esta marca la primera pluma en celuloide que se lanzó al mercado, en el año 1924. Por cierto, que es curiosa la historia de cómo surgió el celuloide:

Parece ser que ante la escasez mundial de marfil, una sociedad americana de Nueva York fabricante de bolas de billar convocó un concurso en 1868 ofreciendo una recompensa de 10.000 dólares a quien presentara un material capaz de sustituirlo. Aunque lo ganó el susodicho Hyatt, que lo patentó el año 1870, parece ser que no fue él el verdadero inventor, sino que se limitó a mejorar el producto presentado por el inglés Alexander Parkes (PARKESINE) en la Exposición Internacional de Londres del año 1862, donde ganó la medalla de bronce con su invento. En 1887 H. Winston Goodwin utilizó el celuloide como soporte para película fotográfica y en 1889 George Eastman patentó el papel fotográfico.

Pero, lo que es importante para nuestra historia es que a partir de los años 20, gracias al celuloide, las plumas estilográficas pudieron lucir bellísimos colores.

Alberto, nuestro interlocutor del equipo de "Soloplumas" nos ha aclarado muchos aspectos de esta colección que no conocíamos. Nos ha explicado que los verdaderos coleccionistas se interesan tanto por las piezas de escaso valor material como por las más caras (e inaccesibles), pues de lo que se trata es de conocer la evolución de esta industria y comercio en diferentes países. También nos ha hablado de que existen muchos tipos de coleccionistas de estilográficas, pues hay algunos de ellos a los que les gusta conservar sus piezas bien guardadas y limpias, sin usar. Hay otros, sin embargo, que prefieren usar habitualmente alguna estilográfica de su colección y de tanto en tanto cambiarla por otra, eso sí, limpiándolas escrupulosamente antes de dejarlas inactivas.

También nos cuenta Alberto que hay coleccionistas con poder adquisitivo que compran plumas para revenderlas después y especular, eso ocurre fundamentalmente con las piezas de valor, ya sean de más de 100 años, ediciones limitadas, rarezas, etc.

El equipo de "Solo plumas" dispone de un blog en el que se ofrece una información muy interesante y fácilmente consultable. Se pueden encontrar allí los datos y las imágenes de muchísimas marcas, así como conocer curiosidades, consejos y noticias sobre este tema. Un escaparete único para disfrutar de estas elegantes, llamativas y preciosas piezas de colección.
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