miércoles, 30 de mayo de 2012

Lote nº 84 de imagénes de casas construidas sobre la vía pública o pasajes

Foto nº   500: Barcelona. Pilar Vidal
 Foto nº 501:  Casa Pont de Margalef, Montsant (Tarragona). Jordi Goñi

Foto nº 502:   Barcelona. M. J. Fuster
Foto nº  503:   Barcelona. M. J. Fuster

Foto nº 504:  Huesca. Silvia Montes

 Foto nº 505: Castagnola di Minucciano (Italia). Valeria Martini 


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miércoles, 23 de mayo de 2012

Una colección de fotos de veletas



Por todo lo ALTO
Todos sabemos qué son las veletas ¿verdad? esos artilugios que se colocan siempre en lugares muy altos y que tienen como función señalar la dirección del viento.También nos orientan sobre la posición de los puntos cardinales. Y por si todo esto fuera poco, sus frágiles siluetas recortadas sobre el cielo, aún nos aportan algo más:  ya sea un toque de humor, de belleza o alguna información sobre la personalidad de los habitantes del edificio donde se exhiben.
Todos las hemos visto lucir encima de campanarios, casas particulares y lugares públicos, pero ¿cuál es la historia de las veletas? Se considera que han sido uno de los primeros instrumentos metereológicos utilizados y tenían como función conocer la dirección de los vientos. De la veleta más antigua que se tiene noticia, es la que construyó el astrónomo Andronicus durante el año 48 a. C. Se instaló en la Torre de los Vientos, en Atenas, y estaba dedicada al dios griego Tritón. Tenía cabeza y torso de hombre y cola de pez. Siguiendo este modelo, las veletas que se construyeron a continuación honraron a diversos dioses y reprodujeron las imágenes con la que eran conocidos.   
Posteriormente, ya en el siglo IX, el Papa Nicolás I recomendó a la comunidad católica que las veletas que instalaran en sus iglesias y edificios religiosos tuvieran forma de gallo. El hecho de haber elegido este animal se presta a diferentes interpretaciones, una de las cuales se funda en el hecho de que el canto del gallo anuncia la salida del sol y por eso se le atribuye la cualidad de estar siempre vigilante. También simboliza la supremacía de la espiritualidad sobre lo material. Precisamente, una de las veletas más antiguas de España es la que tiene forma de gallo y que se encuentra en la colegiata de San Isidoro de León.
Parece ser que en la Edad Media sólo se permitía lucir una veleta en lo alto de su casa a los nobles y a determinadas personas. La forma que presentaban solía consistir en la insignia o escudo de armas de la familia.
Jesús Monreal, nuestro coleccionista de fotografías de estatuas y relojes de exteriores en Zaragoza, ha alzado su mirada a las azoteas y tejados de dicha ciudad y nos muestra algunas de las veletas que allí lucen. El tema es bien rico e interesante, porque las formas que actualmente presentan  suelen ser muy variadas, encontrando ejemplares muy originales. Refiriéndose al tema de los gallos, Jesús nos cuenta que tiene fotografiadas la del museo Gargallo, pero no le ha quedado muy bien, porque tiene poca visibilidad desde la calle. Luce sobre una torre interior del palacio de los Condes de Argillo y fue el mismo Gargallo quien la diseñó. Jesús tiene una copia de las fotos de las plantillas de cartón y del dibujo que previsamente hizo el escultor, y cuyos originales se encuentran en el museo del artista. Otro gallo está en la iglesia de la Magdalena, que fue antiguo alminar musulmán. También las hay con forma de dragón, de   tractor, de un astrónomo, o hasta de un extraño barco en la plaza de Los Sitios. Sobre la sede de "El Heraldo de Aragón" se pueden ver las iniciales del periódico "H" y "A". Y tampoco falta un león, emblema de la ciudad, en la torre de la Cámara de Comercio, antigua Feria de Muestras.  De todos modos, las formas más comunes, además de los gallos, suelen ser las tradicionales que presentan forma de saeta y también las que tienen forma de bruja, montadas en sus escobas. 
A pesar de que las veletas son unas herramientas fiables, que cumplen su función con rigor y precisión, la verdad es que tienen fama de caprichosas y mudables. Y si echamos una mirada al refranero español, encontraremos varios ejemplos de ello. Como  este: "La fortuna es veleta, nunca se está quieta"... 


  

miércoles, 16 de mayo de 2012

Una colección de "Hazañas Bélicas"

Hazañas personales


Esteve es un coleccionista de  tebeos de "Hazañas Bélicas". Nos cuenta que empezó a interesarse por estos cuadernos a finales de los años 60, cuando muchos domingos por la mañana iba de paseo con sus padres y, si se portaba bien, le compraban un "Hazañas Bélicas" en el quiosco del parque. Se los guardaba todos, casi sin saber que estaba coleccionando. Ha sido en estos últimos años, al  empezar a frecuentar encuentros y ferias de coleccionismo, cuando se ha dado cuenta que era posible completar aquella colección empezada hace 35 años y de la que ya contaba con casi la mitad de los ejemplares.
Se ha concentrado en la colección azul, que es como se denominan los números publicados a partir de finales de los 50, y que se inspiró en la serie anterior,  de los años 40,  que había salido al mercado con un papel mucho más fino. Los argumentos o guiones de esta serie deben entenderse en el contexto de aquella época de plena guerra fría y en el que existía un latente anticomunismo.  Cuando ahora los lee,  encuentra los guiones bastante transnochados, pero lo que sigue apreciando es la calidad de los dibujos, especialmente los de Boixcar, que muestra una técnica muy depurada en la utilización de plumilla  y tinta china.
Estos tebeos de "Hazañas Bélicas", en la posguerra fueron una de las colecciones más queridas y populares para el lector de tebeos. Esa calidad de la que hablábamos  al referirnos al dibujo de Boixcar, y la universalidad de las historias, propiciaron que la colección se prolongara durante muchos años. Sin embargo, la primera serie, constituida por 29 episodios, no tuvo un éxito instantáneo. Esteve sólo tiene algunos números de dicha serie, y es que no son su objeto de colección.
La nueva andadura de "Hazañas Bélicas" comenzó a finales de los 50. Esa serie azul siguió presentando su formato habitual de cuaderno apaisado (17 x 24 cm), editado por Toray, que incluía una historia autoconclusiva, es decir, comenzada y terminada en cada ejemplar. El detallado dibujo eran obra de Boixcar, seudónimo de Guillermo Sánchez Boix.
El objetivo o pretensión de la serie era, según se decía, relatar hechos bélicos relevantes supuestamente acaecidos durante la Segunda Guerra Mundial, a los que  se "habían variado los nombres de los protagonistas". Lo cierto es que parece más realista pensar que, más que referirse a personas y actos concretos, lo que hubo fue una clara inspiración en algunos hechos de la contienda, pues  los puntos en común entre las historias presentadas en el tebeo y las que se vivieron durante la guerra  no  son evidentes. Las cuidadas ilustraciones de Boixcar, son el soporte de los guiones escritos por diferentes autores, entre los que figuran algunas mujeres.  Ambición, celos, traición, amor, cobardía, incluso religión, se entretejen para dar forma a historias que pretenden transmitir ciertos valores, como sentido de la responsabilidad, del deber, amor a la justicia,.. Las mujeres tienen una presencia constante, ya sea como figura central de la acción (por ejemplo, una pérfida agente doble como protagonista de la trama), u otras figuras femeninas que son el pretexto o estímulo  para que el héroe masculino lleve a cabo una acción.
Las historias relatan situaciones protagonizadas por soldados de diferentes nacionalidades, principalmente norteamericanos, en lucha contra los alemanes o japoneses, donde los buenos son siempre los americanos o aliados. Pero también los germanos pueden transmitir un mensaje positivo en la historia, siempre que se enfrenten con los soviéticos. Para ser sinceros, a pesar de estas tomas de posición, casi siempre se advierte en el guionista una intención y voluntad de resaltar algún aspecto positivo del enemigo o, al menos, transmitir que si en un momento determinado un soldado obraba mal, era más a causa de la situación dura y difícil que se estaba viviendo, que era siempre la de la guerra, que por llevar uno u otro uniforme. Además de la Segunda Guerra Mundial se encuentran escenarios de la Guerra de Corea, Indochina y otros.
Como hemos dicho se publicaron en la primera serie un total de 29 episodios, todos ellos contando historias diferentes a excepción de los dos últimos. Todos estuvieron realizados por Boixcar, a excepción del número 26 con guión de Feralgo y dibujo de Josep María Sánchez Boix, hermano y entintador de Boixcar, cuaderno que posee una calidad notablemente inferior en comparación al resto. Finalizada la serie, se reeditó en 1949 y 1950, en formato álbum y agrupando 4 y 3 números originales respectivamente. En ambos casos, unos de los episodios quedó fuera. Las buenas ventas de estas reediciones fue lo que animó a la editorial Toray a inciar a finales de 1950 la segunda y exitosa serie, la serie azul, por la que nuestro coleccionista se interesa, y que se prolonga hasta el número 371.  
Esteve colecciona también Flash Gordon, El hombre enmascarado, Tintín, Asterix, Tex... Los tiene ordenados por números consecutivos, por lo que es fácil encontrarlos. Para conseguir nuevos ejemplares acude a ferias de coleccionistas o al intercambio directo. También lo hacía por correo, pero este sistema encarece la operación. Precisamente para facilitar los contactos entre coleccionistas (principalmente de tebeos, cómics, puntos de libro, calendarios...)   ha creado junto a un grupo de amigos una asociación. Como es bastante realista, Esteve reconoce que, por el momento, si tuvieran que darle una categoría a  esta asociación no pasaría de estar en 2ªB (nada de 1ª), pero tanto él como sus colegas están satisfechos porque,  aunque disponen de colecciones modestas, hay varias muy completas.Tienen una web  en la  que están trabajando para poder dar cuenta de las actividades y contactar con otros coleccionistas. 
Son  "Hazañas Bélicas" unas historias en las que la guerra y la acción no son el principal elemento de cada relato, sino el marco en el que éste sucede.  El protagonista es el hombre, no el hecho bélico, aunque, cuando por "exigencias del guión" hay que relatar escenas de lucha violenta, no se escatiman detalles y se ofrece un gran realismo  en el armamento utilizado, los uniformes, edificios, etc. porque la serie está muy bien documentada. 

martes, 8 de mayo de 2012

Lote nº 83 de imágenes de casas construídas sobre la vía pública o pasajes

Foto nº 494: Córdoba. Daniel González Fuster

Foto nº 495: Barcelona. Pilar Vidal. 
 Foto nº 496: Bibola (Italia). Valeria Martini

Foto nº 497: Barcelona. Pilar Vidal
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Foto nº 498: Barcelona. María José Fuster

Foto nº 499: San Donnino (Italia). Valeria Martini


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miércoles, 2 de mayo de 2012

Una colección de placas de cava



Antes de las burbujas
Hace un tiempo que  presentamos en Procoleccionismo a Jordi Viader en la categoría de "grandes coleccionistas". Si lo hicimos así, fue porque queríamos resaltar la diversidad de sus colecciones y la importancia de las mismas.
Ahora, hemos decidido no presentar en este blog a nadie más con la etiqueta de  "grandes coleccionistas", por la simple razón de que hemos aprendido que, aunque puede haber mucha diferencia entre una colección u otra (más o menos completas o ricas), no la hay entre los coleccionistas: todos merecen el calificativo de grandes. Creemos, sinceramente, que lo que de verdad es importante es el esfuerzo y la pasión que los coleccionistas ponen en sus colecciones, no sólamente los resultados que consiguen, que pueden depender de muchas circunstancias (poder adquisitivo, lugar donde se vive, etc.). Dicho ésto, también es cierto que  no nos arrepentimos de haberle dado el título de "gran coleccionista" a Jordi Viader, porque si alguien lo merece es él. En esta ocasión, vamos a comentar su colección de placas de Cava.
La denominación de placas de cava -el nombre de chapas suele reservarse para el tapón corona- designa a las piezas de metal que, junto con el bozal de alambre,y el tapón de corcho, son utilizadas para sellar las botellas de cava. Sirven para evitar que la presión que ejerce el gas en el interior de las botellas de vinos espumosos,  expulse el tapón.
Las placas las inventó Adolphe Jacquesson en Chalons sur Marne, una pequeña población de la Champagne, en Francia, en el año 1844. Recordemos que sólo los vinos espumosos del área de Champagne pueden utilizar esta conocida denominación de champagne, en otros lugares la misma bebida (o similar) tienen su propio nombre. Así, en Italia se conocen como Spumanti, en USA se llaman Sparkling wine, en Alemania y Austria Sekt, en Argentina y Chile, champaña o vinos espumantes y entre nosotros se conocen como cava, etc. Volviendo a nuestra historia sobre Jacquesson, él era hijo de un viticultor y estaba preocupado por las cuantiosas pérdidas de botellas que sufrían en la bodega familiar, a causa de la salida del tapón. Hay que pensar que entonces se cerraba el tapón con la ayuda de un cordel y que, muchas veces, esa cuerda se estropeaba por la humedad u otras causas, por lo que resultaba ineficaz para contener la presión interna. El 11 de Noviembre de 1844 Jacquesson registró la patente del sistema que todos conocemos actualmente, que consiste básicamente en el tapón de corcho, bozal de alambre y la placa metálica.
Al principio, las placas metálicas no llevaban ninguna marca y presentaban unos entalles mayores que los actuales, con el fin de permitir el paso de las patas del bozal. Fue a finales del XIX cuando se empezaron a personalizar, embutiendo por un sistema de troqueles el nombre de la marca o de la cava. A comienzos del siglo XX aparecieron, también en Francia, las primeras placas litografiadas, un sistema de impresión que aplicado sobre la plancha de metal permitía incluir textos más amplios, dibujos y colores. A partir de entonces, se ha recurrido a numerosos temas para decorarlas. Uno de los más frecuentes son aquellos que reproducen el nombre o el logo que figura en la etiqueta. También se han dedicado placas a motivos de la Naturaleza, del Arte, hombres y mujeres célebres, conmemoraciones, nombres de grandes hoteles y restaurantes,  etc.
En Cataluña, donde el cava nace oficialmente en 1872, las primeras placas personalizadas del tipo estampado-entallado son de los años treinta. Después de la guerra civil la falta de materia prima obligó a los fabricantes a reutilizar recortes y latas de conserva usadas, lo que nos ha permitido encontrar algunos ejemplares curiosos de placas con inscripciones en el interior, que nada tienen que ver con el mundo del cava. Las primera placas litografiadas datan de finales de los 60 e inicios de los 70, y no presentan ningún entalle, sino una simple muesca de dimensiones muy reducidas.
Jordi nos explica que el coleccionismo de placas de cava se inició allá en los años ochenta del pasado siglo, aunque el gran impulso se produjo a mediados de los años 90. Nos cuenta que él  considera que existen dos causas que contribuyeron a ello: por una parte,  la fundación de la primera asociación de coleccionistas de placas de cava, que trajo aparejada la organización de los primeros encuentros de intercambio. Y, por otro lado, la edición en 1995 del primer catálogo de placas de cava, sólo tres años después de la publicación del primer catálogo mundial. 
Actualmente, el número de aficionados reunidos en diferentes asociaciones supera los cinco mil, que se encuentran localizados fundamentalmente en Cataluña, con un núcleo importante en Madrid y otro en la Comunidad Valenciana.    Se publica una revista trimentral a todo color "Infoplaca" y dos boletines, uno mensual y otro cuatrimestral, además de catálogos, páginas web e, incluso, fascículos coleccionables.
El gran auge que ha experimentado este coleccionismo, ha llevado a algunas bodegas a interesarse por el tema y ha dado lugar, sobre todo a partir del boom del año 2000, a un crecimiento desmesurado del número de novedades. Así, nos encontramos que si hasta la publicación del primer catálogo cada año aparecían entre 15 y 20 placas nuevas, en 1996 fueron 50, en el 2000 ya fueron 200, en el 2001 llegaron a 500 y en el 2003 ¡750! lo que resulta una progresión dificilmente sostenible para el simple aficionado, que se ve incapaz de mantener su colección minimamente actualizada.
Para conservar y proteger las piezas de esta colección, hay una amplia gama de materiales específicos, como álbumes, bandejas y hojas de diferentes tipos, maletines, armarios, cómodas. Se trata de evitar que las placas se chafen o se rocen, pues es un material frágil. Por lo demás, hay que señalar,  que este coleccionismo es conocido como placomusofilia.
Además de las publicaciones que hemos citado anteriormente, en el ámbito internacional también se pueden encontrar muchas publicaciones sobre el tema. En Francia se edita cada dos años un "Répertoire des plaques de Muselets du Champagne" y un "Répertoire des plaques de Muselets de Vins Mousseus Français"; en Italia, el "Catalogo delle Capsule Italiane di Spumanti e Vini Frizzanti", etc.
La próxima vez que descorchéis una botella de cava, antes de hacer chin-chín no os olvidéis de mirar la placa metálica.