miércoles, 30 de octubre de 2013

Una colección de Chartreuse de Tarragona



Con la receta a cuestas



A Magi, padre e hijo, ya los hemos presentado en otra ocasión, cuando nos hablaron de su colección de Madelman. Y ahora, como ya os comentamos que hacían varias colecciones, vamos a ocuparnos de otra de ellas, muy interesante por cierto: la de botellas de Chartreuse de Tarragona. ¿Conocéis la historia de esta bebida? Es muy curiosa, pero, empecemos por el principio.

Se conoce como "Chartreuse" (cartuja) a un licor de hierbas y flores. Fue San Bruno quien fundó la orden de los Cartujos en el año 1084. Además de rezar y de estudiar, y gracias a sus conocimientos de Botánica, estos monjes fueron unos grandes expertos en la elaboración de bebidas. La búsqueda de un elixir que curara enfermedades era uno de los fines de sus investigaciones en este campo. 
Para hacer más apetecibles los brebajes que preparaban, aprendieron a mezclarlos con hierbas y flores, que además de darles sabores y colores agradables a los licores, contribuían con sus propiedades curativas al remedio de muchas dolencias. Entre otras cosas, se alababan sus virtudes como tonificantes, digestivos, etc.
En Francia, en La Grande Chartreuse, no lejos de Grenoble, se instaló una destilería donde se fabricaba un licor obtenido a partir de la maceración de 130 hierbas en alcohol de uva, y al alcohol resultante se le añadía miel destilada y jarabe de azúcar, antes de dejarlo envejecer en barricas de roble.
Ocurrió que en dicho país, Francia, durante la III República y más concretamente el 18 de marzo de 1903, fueron disueltas las congregaciones religiosas y expulsados del país todos los frailes y monjas. Los cartujos que tuvieron que abandonar La Grande Chartreuse, se fueron a instalar a Tarragona, sin olvidar de llevarse con ellos la  receta secreta de su famosa bebida. Porque, hay que decir, que la fórmula de su elaboración no está patentada, sino que se transmite de generación en generación y son solo dos monjes (tres, según otras fuentes) los que la conocen simultáneamente.
Allí en Tarragona se estuvo produciendo desde 1921 a 1989 la bebida "oficial" Chartreuse, con el nombre de TARRAGONA. Incluso durante unos años, entre 1921 y 1929 para ser precisos, en los que se fabricó la misma bebida en Marsella, se la siguió llamando con el nombre de "Chartreuse de Tarragona".
En Tarragona se hicieron diversas variedades a partir de la misma receta, alterando la proporción de las hierbas, el tiempo del proceso, etc. Básicamente las bebidas producidas allí fueron el Chartreuse verde, de 55º, que se fabricó desde 1764, y el Amarillo (de 40 a 43º), más suave y de sabor ligeramente dulce. Este venía produciéndose desde 1858, y continuó haciéndose hasta el cierre. 
También se ha elaborado brandy y anisette, entre otras variedades. 
Es importante saber que los bonitos colores de estas bebidas se consiguen gracias a la sabia utilización de las hierbas y flores, ya que no se les añade ningún colorante.
A Magi padre, el que más le gusta es la especialidad llamada mugronet. Parece ser que era difícil de comercializar porque llevaba un detalle ornamental a relieve en el vidrio, lo que hacía que se rompiera en muchas ocasiones. Se fabricó solamente de 1965 a 1966. En la foto de al lado, con las etiquetas verde y amarilla, puede verse, debajo de la cruz, el detalle abultado al que nos hemos referido, que es un globo terráqueo.
Efectivamente, el logo de la Chartreuse representa a una cruz que abarca y acoge al globo terrestre. Debajo de esa imagen aparece escrito en latín el lema de los cartujos: "Stat Crux dum volvitur orbis", que viene a significar algo así como "Cruz estable, mientras el mundo da vueltas" en el sentido de "Cruz constante, mientras el mundo cambia".
Sobre las similitudes y diferencias entre la producción de la Grande Chartreuse y la de Tarragona, Magi nos explica que, desde luego, se pueden encontrar algunas diferencias ocasionadas por un clima diferente, las hierbas que se utilizan, etc. pero que el de Tarragona es más bueno (Magi es un apasionado de su ciudad, Tarragona, se nota ¿verdad?).
Cuando se les permitió a los frailes regresar a Francia, instalaron la destilería no en la antigua cartuja de Saint Pierre sino en Voiron, a unos 25 Kms. de allí. Actualmente pueden visitarse esas instalaciones, no así las de la destilería de Chartreuse en Tarragona, que actualmente se destina a otros menesteres.
Dado el éxito que tenía la producción de Chartreuse en Tarragona, muchas veces la gente se pregunta por qué no se continuó fabricando, y la respuesta más oída es que fue a causa del agua utilizada en su producción, pues aunque al principio era potable, posteriormente se declaró que no lo era, por lo que se complicó la elaboración y se aumentaron los costes. No obstante, nuestro coleccionista, que ha investigado el tema a fondo, nos cuenta que los mismos responsables de la Chartreuse, tanto el Director General, como su presidente, reconocen que tener en activo dos fábricas era inviable.
Al preguntarle que cómo se le ha ocurrido hacer esta colección, Magi nos dice que se ha animado a hacerla precisamente por eso, por el hecho de que, al no fabricarse más ese licor, es importante preservarlo, porque forma parte de la historia de la ciudad. 
Además, como ha desaparecido la destilería que lo elaboraba,  hace que se haya convertido en un bien muy deseable, pues dentro de poco ya será muy difícil encontrar alguna botella. Por eso hay bastantes coleccionistas.
Magi también nos cuenta que en alguna ocasión se han hecho exposiciones conjuntas de varios coleccionistas de este tema, y que han resultado muy interesantes porque se puede apreciar la gran variedad de botellas que se llegaron a utilizar. Botellas y etiquetas, en las que se observa una clara evolución, ya que van cambiando los tamaños, las formas, los colores...
Vemos que nuestro coleccionista no se limita a acumular las botellas que encuentra de este licor, sino todo lo que encuentra relacionado con el tema. Hasta se sometió a un pequeño test de conocimientos sobre la Chartreuse, para obtener el certificado de "Connaissseur", al que no concede mayor importancia que una curiosidad más. Y es que, como dicen los cartujos y decía César Augusto: "Festina lente", es decir, "apresúrate lentamente" o "si quieres correr ves despacio", pues para hacer una buena colección hay que ser insistente, tenaz y dedicarle el tiempo que haga falta. Vamos, "sin prisa, pero sin pausa".
        

   

martes, 22 de octubre de 2013

Lote nº 105 de imágenes de casas construidas sobre la vía pública o pasajes

FERRARA

Todas las fotos son de Ferrara (Italia), hechas por mjfuster


(Números 630, 631, 632, 633, 634 y 636)


miércoles, 16 de octubre de 2013

Una colección de sifones



A todo gas



Hoy os presentamos a una estudiosa coleccionista, o coleccionista estudiosa, de un tema interesante: los sifones. Ella es la aragonesa Silvia Isabal, de Binefar.
¿Queréis saber cuándo y por qué se inventó el sifón? pues ahora os lo explicamos todo. El interés desplegado para comercializar la mezcla de agua con gas, no fue otra cosa que el empeño por imitar ciertas aguas efervescentes naturales, que habían sido consideradas medicinales. Ya sabemos que, desde antiguo, la gente tenía mucha fe en el poder curativo de las aguas. De hecho, el sifón es conocido también como Agua de Seltz, por el manantial de Seltz o Selter, cerca de las montañas Taunus, en Hesse, Alemania, que se conocían desde la Edad del Bronce y eran muy afamadas.
La historia de los sifones o de los refrescos en general es, pues, bastante asombrosa, porque surgieron como un medicamento en manos de farmacéuticos y pasaron a convertirse en algo popular consumido por todo el mundo. Estudiar cómo se produjo esa transición rebuscando en hemerotecas y bibliotecas, a Silvia le resulta apasionante.
El sifón tiene los mismos ingredientes, independientemente del fabricante que lo produzca, es decir, agua y anhídrido carbónico. La única diferencia puede estar en las atmósferas de presión a las que está disuelto el gas, pero las variaciones son pequeñas, y suelen oscilar entre diez u once. Así, pues, por el sabor es imposible distinguir al fabricante de un sifón.
Nos dice Silvia que verdaderamente no recuerda desde cuando hace esta colección de sifones. Como toda su vida ha estado rodeada de ellos, cuando ha visto uno bonito se lo guardaba, sin ninguna intención coleccionista. Pero, a medida que la cantidad iba en aumento, y a raíz de que sus conocimientos sobre el tema también crecían, se fue haciendo más exigente y empezó a definir lo que quería, que no es otra cosa que recrear la historia de los sifones. No le interesa tener miles de sifones, a lo que aspira es a que sus sifones reflejen la historia de esta bebida, y tener una serie de sifones escogidos, que sean piezas poco comunes y que pueda tener en casa y ver todos los días.

Un factor que también ha sido importante a la hora de decidirse por este tema, es por una cuestión de nostalgia porque, como nos ha comentado Silvia, la fabricación de sifones, gaseosas y refrescos fue la actividad a la que se dedicó su familia. Pero, es que además, encuentra que los sifones antiguos pueden ser artículos bellísimos. Los hay con delicados estampados de maestros grabadores franceses, con vidrios que reproducen en relieve hermosos motivos, algunos con vidrios de colores sorprendentes...
A Silvia le fascinan los seltzógenos, esos aparatos concebidos para fabricar el sifón en casa o en las farmacias. Dice que, le parecen tan representativos del s. XIX, que nada más mirarlos se siente transportada a otros tiempos, a elegantes cafés parisinos o a la casa de Sherlock Holmes, que lo utilizaba frecuentemente. También le gustan mucho los “Appareils de Lhote”, que no son propiamente sifones pero que, tras su apariencia de jarra, estaban diseñados para preparar agua de seltz.  Y como más bonitos, los sifones grabados al ácido en París, hechos con cristal de Bohemia y con unos estampados increíbles y delicados.

Bueno, como ya hemos deducido, a Silvia le gusta y le interesa la historia de los refrescos. Cuando el Centro de Estudios Literanos le pidió hacer un trabajo sobre las antiguas fábricas de bebidas carbónicas de la provincia, se dio cuenta de lo desconocida que es esta historia: no hay apenas nada escrito, y lo poco que hay, está lleno de inexactitudes o vaguedades. 
Cuando se  empezaron a fabricar los sifones, era peligroso llenarlos y transportarlos. Todos los que han trabajado en una fábrica de gaseosas y sifones, recuerdan los sustos que se daban cuando estallaba un sifón, estallido producido por la presión a la que era sometido el gas. De hecho, al principio de los tiempos, cuando las máquinas de envasado eran muy sencillas, los fabricantes cubrían su cara con caretas de acero muy similares a las que se utilizan en esgrima, y protegían su cuerpo con gruesos delantales de cuero. Las embotelladoras evolucionaron pronto y los sifones se llenaban en una especie de armario que protegía al fabricante.
En cuanto al transporte, a veces un pequeño golpe también hacía que estallaran, lanzando el cristal a altas velocidades, lo cual provocó no pocas heridas graves. Este problema se solucionó con la obligatoriedad de la funda de plástico.
Silvia nos dice que la fabricación de sifones siempre ha sido una industria local. Hubo unos años en que había registradas más de 5.000 empresas dedicadas a este menester. Piensa ella, que el primer intento de fabricarlo a nivel nacional corrió a cargo de La Casera, pero en botellas de cristal con tapón a rosca de plástico. Estas botellas, como las de plástico que surgieron más tarde, tienen el inconveniente de que el gas se pierde rápidamente una vez abierta la botella. 
También han surgido envases de plástico con una cabeza parecida a la del sifón tradicional, pero en el plástico nunca se puede poner a la misma presión el gas que en una botella de sifón de cristal. Por eso, a pesar de todo, de los cambios de hábitos, de las normas sanitarias cada vez más estrictas, de la competencia de los envases no recuperables, etc. todavía quedan repartidos por el territorio nacional, algunos fabricantes de sifones, dispuestos a satisfacer a los incondicionales del sifón de siempre, que aún los hay.
Cierto es que el sifón ha visto disminuido su consumo por varias razones, de las cuales, nuestra coleccionista destacaría dos, que ya hemos mencionado anteriormente: el cambio de hábitos que ha hecho desaparecer el vino de las mesas cotidianas (con el que combinaba tan frecuentemente), y la aparición de los envases no retornables, que dejaron fuera de los nuevos centros de compra (supermercados, grandes superficies) a estos envases forzosamente retornables por su alto coste. 
A pesar de todo hay que señalar que en estos días el sifón está viviendo un momento dulce por el auge de la vieja costumbre de tomar el vermut. Además, el recipiente sigue siendo muy atractivo y es muy frecuente ver en suplementos de estilo de periódicos y revistas, imágenes de estos envases al lado de novedosas botellas de aperitivo.
Os recomendamos que no es perdáis su interesante blog "Sifones antiguos" donde os irá mostrando su colección, a la par que ofrece detalladas explicaciones de aspectos técnicos y comerciales de esta popular bebida. 





miércoles, 9 de octubre de 2013

Una colección de monedas de los Borbones




CARA Y CRUZ





La afición de Adolfo Ruiz Calleja por las monedas comenzó, como les ha ocurrido a tantos otros coleccionistas, por la influencia de su padre.  Y es que de pequeño, ya  le acompañaba a comprar o cambiar algunas monedas en la Plaza Mayor de Palencia, donde no se solían juntar más de media docena de aficionados, porque una ciudad tan pequeña no daba para más, pero al menos era un lugar de encuentro. Se trataba de una colección sin ninguna pretensión económica, pero que se forjó con mucha ilusión. Y luego se abandonó.
Pasada la adolescencia, a Adolfo se le ocurrió retomar el coleccionismo de monedas y su padre le apoyó, pero esta vez ya interesándose más en serio. Para nuestro coleccionista, ahora que su padre no está, esta afición es una manera de seguir ligado a él.
Habitualmente, los coleccionistas de monedas se centran en algunos objetivos concretos, a la hora de adquirir sus piezas. Los hay que se especializan  en una época histórica (v.g. monedas de Isabel II), en un módulo determinado (v.g. monedas de 2 reales de diferentes reinados) o en un material concreto (v.g. monedas de oro).
Pero Adolfo nos confiesa que él no persigue ningún objetivo determinado, y se podría decir que su colección tiene un poco de aquí y de allá sin ningún criterio claro. Nos dice que no obstante, aunque parezca que no tiene mucho sentido para un coleccionista esta heterogeneidad, le da la ventaja de que puede tener una representación de todas las monedas que le gustan, y no se obsesiona en absoluto por intentar adquirir algunas piezas demasiado caras.
Sabiendo esto, le quedarán más claros sus gustos a cualquiera que vea su colección. Nos cuenta que tiene bastantes del siglo XIX, que le gusta la plata más que el oro o el cobre, y que sus favoritas son las monedas de tamaño duro. También tiene varias de otros Borbones y algunas medievales. Lo que menos tiene son monedas de los Austrias y los Reyes Católicos porque estéticamente nunca le han llamado demasiado la atención  (aunque eso no quiere decir que sean feas, y hay auténticos apasionados de las piezas de los Austrias), salvo las piezas del Real Ingenio de Segovia, que están entre sus favoritas. 
Si tuviese que definir el alcance de su colección, Adolfo optaría por decir que está formada por "monedas españolas y otras monedas que le gustan". Aunque no es fácil definir lo que es España, parece que todo el mundo está de acuerdo en que en que dicha colección abarcaría las acuñaciones hechas en el territorio que hoy en día es España, desde los visigodos hasta nuestros días, incluyendo también las monedas acuñadas en las antiguas colonias españolas.
Todavía no tiene ninguna moneda visigoda, aunque espera que no tardará mucho en poder hacerse con alguna. Actualmente, la parte española de su colección abarca desde el siglo X hasta nuestros días. También posee algunas monedas romanas y griegas anteriores. 
¿Qué características presentan unas y otras monedas? pues la verdad es que siendo  monedas tan variadas, la iconografía que presentan es enormemente amplia. Justamente esa es parte de la gracia.
Tiene monedas que representan el poder religioso, como una preciosa blanca de Agnus Dei de Juan II de Castilla; otras representan el poder real, incluyendo el busto del rey en las monedas; otras representan el Estado e incluyen el escudo de España, que va evolucionando conforme pasa el tiempo; otras representan España de forma alegórica; e incluso otras hacen alusión a antiguos monarcas carismáticos, como las monedas a nombre de los RRCC, que fueron acuñadas hasta 100 años después de su muerte. 
Las piezas más valiosas de su colección considera que no son las más escasas o exóticas, tal y como nosotros imaginábamos, sino las mejor conservadas. Adolfo nos cuenta que, por simple y llano gusto personal prefiere adquirir monedas corrientes en un estado de conservación alto que monedas raras en peor calidad (no le da el presupuesto para monedas raras en alta calidad). Sus preferidas no tienen por qué coincidir con las más caras, pues por ejemplo, a él le gustan mucho una dobla de Pedro I, un real de a 8 de Segovia, unos 20 reales de José I, un duro de 1870 o la peseta de 1933, que es una pieza muy barata.
Sobre las cecas más renombradas por la perfección o belleza de las monedas, 
está bastante seguro de que, casi todos los coleccionistas, estarían de acuerdo en apuntar al Real Ingenio de Segovia. 
A la hora de clasificarlas, Adolfo nos cuenta que las monedas medievales, vienen divididas en castellanas e hispanoárabes. 
En las castellanas se hace la obvia división  por reinos, que según en qué momentos había más de dos. Dentro de cada reino se suelen dividir por monarcas y dentro de cada reinado por módulos y cecas.
En cuanto a las monedas hispanoarabes, la división es muy semejante a los reinos cristianos: primero se va por reinos o dinastías, como puede ser el Califato, las diferentes taifas, los almorávides, los almohades, los nazaríes... luego se suele distinguir el monarca, la ceca y el módulo de la moneda.
Le preguntamos si lleva alguna ficha o hace algún tipo de anotaciones con los datos correspondientes a cada pieza: época histórica, aspectos economícos de aquél periodo, equivalencias con el valor atribuido a la moneda, etc. y, nos dice que la verdad es que no, aunque piensa que debería hacerlo. El problema es que dedica muchas horas a su blog y no le queda tiempo libre para ir recopilando la información relacionada con cada moneda que pasa por sus manos. Aunque, nos afirma, sería capaz de contar "la historia" de la mayoría de las monedas de su colección. 
Si queréis aprender mucho sobre monedas, podéis visitar su estupendo blog "Blog numismático", que no os defraudará..
Por cierto, ¡se nos ha olvidado definir el objeto de la colección! pues eso, Wikipedia dice que la moneda es una pieza de un material resistente, de peso y composición uniforme, normalmente de metal acuñado en forma de disco y con los distintivos elegidos por la autoridad emisora, que se emplea como medida de cambio (dinero) por su valor legal o intrínseco y como unidad de cuenta. Vamos, justamente esas cosas redondas que lleváis en un bolsillo del pantalón o por el bolso, aunque, probablemente, no tantas como quisiérais...





miércoles, 2 de octubre de 2013

Lote nº 104 de imágenes de casas construidas sobre la vía pública o pasajes

Foto nº 624: Durango (Vizcaya). Bernat Vidal
Foto nº 625: Guimaräes (Portugal).  Pili Vidal
Foto nº 626: Liaucous (Francia). Lola Ruíz
Foto nº 627: Balaguer (Lérida). Jose Murciano
Foto n º 628: Arnés (Tarragona). Pili Vidal
Foto nº 629: Liaucous (Francia). Lola Ruíz


GRACIAS por enviarnos fotos. Si queréis seguir haciéndolo, podéis mandarlas a:
mjfuster20@yahoo.es
y disculpad si tardamos un poco en ponerlas. Otra vez ¡GRACIAS!