domingo, 27 de septiembre de 2015

Una colección de tarjetas magnéticas




EL MAGNETISMO 
QUE ABRE PUERTAS 



Prácticamente en la mayoría de hoteles, se utilizan ahora las cartas magnéticas para reemplazar a las tradicionales llaves. Estas tarjetas suelen ser de material plástico y contienen una banda magnética en la que se escribe un código. 
Las ventajas que presenta este sistema sobre las llaves clásicas son varias. Enumeraremos algunas, empezando por la más obvia, y es que ya no hay que dejar la llave cada vez que sales de la habitación, pues con el tamaño tan reducido que tienen y el peso inexistente, se pueden llevar sin problema en el bolsillo o en el bolso. Además, no hay peligro en caso de que se pierdan, pues como no llevan el número de la habitación, no se pueden utilizar si no es por el cliente del hotel, que tiene esa información. 
Por lo que respecta al hotel, como estas tarjetas se actualizan cada vez que un cliente causa alta en el establecimiento, grabándose en su banda magnética los datos del cliente y la fecha de entrada y de salida, ya no importa si el cliente no devuelve la llave (hay gente despistada o coleccionistas...) al marcharse del hotel, pues las tarjetas quedan invalidadas.
Y no digamos nada de los beneficios que reporta el hecho, de que las tarjetas de las que estamos hablando sirvan como interruptor general de la corriente eléctrica en cada habitación, pues se ahorra considerablemente el consumo  de electricidad. Con las otras llaves, los clientes salían muchas veces sin haber apagado las luces o dejando aparatos conectados a la red.
Por cierto, que se creó una alarma entre los usuarios porque se difundió por internet la advertencia o consejo de que nadie devolviera la tarjeta utilizada al hotel, ya que entre los datos que guardaba estaban el nombre del cliente, su nº de tarjeta bancaria, fecha de validez, etc. y cualquiera podía descodificar la información y aprovecharse de ella. Esta posibilidad ha sido desmentida por activa y por pasiva, por las autoridades pertinentes, porque afirman que sólo consta el número de habitación, la fecha de entrada y salida del cliente y si va a usar la caja fuerte. Además, no deja de ser una tontería, porque todos esos datos "sensibles" están en el ordenador del hotel y sería más sencillo acceder a ellos que descodificar las tarjetas.     
Las tarjetas con banda magnética se inventaron en 1969 y fue IBM quien primero las comercializó. En la actualidad, básicamente existen dos tipos, que permiten abrir las puertas de la habitación en el hotel y visitar las dependencias reservadas a los clientes, como spa, garaje, etc. Unas de ellas deben introducirse en la cerradura y otras simplemente se deben aproximar, para permitir que el lector interprete su código.  
Pero, ¿quién es la coleccionista de este tipo de tarjetas? Se llama Isa, es argentina, y nos cuenta cómo empezó con esta afición. 
Ya hace unos años estuvo coleccionando tarjetas de teléfono y llaves normales, pero cuando dejaron de utilizarse las tarjetas de teléfono, regaló todo lo que tenía y estuvo un tiempo sin coleccionar nada. Hace unos meses, después de advertir que había reunido buen número de tarjetas de hoteles de los lugares a donde había viajado, descubrió que ese era un tema muy interesante y pensó que valía la pena hacer colección.  Dicho y hecho, se puso en acción.
Para Isa, coleccionar no es esperar que llegue a sus manos de  cuando en cuando algún ejemplar, sino que pone sus conocimientos y toda su energía al servicio de la causa. De momento, ya tiene su propia estrategia de adquisición.
Lo que hace, es procurarse objetos de coleccionismo, como tarjetas de embarque, sellos, etc. cuando tiene ocasión, y después procura contactar con los coleccionistas correspondientes para intercambiarlos por lo que a ella le interesa, sus tarjetas de hotel. Este sistema de "recolecta" indirecta parece un poco trabajoso, pero le funciona. Creemos que es una buena idea.
Por lo que respecta a los motivos elegidos para decorarlas, en todos los países suelen ser los mismos, lo que cambia es la calidad de la impresión. Digamos que los más comunes ofrecen alguna imagen de un monumento, personaje o algo típico, etc. del lugar donde está el establecimiento; otros muestran vistas del mismo hotel y su entorno; a veces se encuentran series de temas de arte, etc.
Desgraciadamente, con el fin de abaratar costes muchos establecimientos tienen que dejar la fantasía de lado y recurrir a tarjetas en blanco, sin ninguna mención especial. Y, esperemos que duren, pues por cuestiones económicas y hasta medioambientales, se está estudiando suprimirlas por otros sistemas, como podría ser el reconocimiento de la huella dactilar o el examen del iris de los clientes.  
Isa no se plantea ese futuro sin tarjetas. Para incrementar la colección, además de su modus operandi que ya hemos comentado, de intercambiar diferentes artículos con otros coleccionistas, también las compra directamente en algunas tiendas o a través de internet. Pero, lo que más le gusta es poder conocer coleccionistas, saber qué tienen, cómo ha conseguido sus piezas, dónde viven, sus opiniones y muchas cosas más. Piensa, que es una experiencia enriquecedora.  
Y, nos olvidábamos... ¿que es lo que le atrae a Isa de las llaves magnéticas? pues las que ella ha conseguido directamente, le ayudan a recordar los viajes que ha hecho, y las que le han dado o ha comprado, le hablan de sitios nuevos donde ir, de cientos de lugares para conocer y de muchos coleccionistas de esos mundos lejanos que podrían intercambiar con ella. 



  

sábado, 19 de septiembre de 2015

Una colección de libros de urbanidad






Tratado de

Buenos Modales




A la espera de algunas colaboraciones que tenemos pendientes (los coleccionistas también trabajan, están enfermos, viajan, se divierten... son humanos) y que os ofreceremos en cuanto nos sea posible, en esta ocasión vamos a comentar una colección ni muy grande ni muy estudiada, pero que gira en torno a un tema interesante, los libros de Urbanidad. 
La colección es de mi hija Gloria, que todavía no sabe que voy a hablar de ella, pero que espero que haya asimilado algo el contenido de sus tratados de Buenas Maneras y respete educadamente mi decisión...
En principio, reconozco que este tipo de lectura puede parecer a las nuevas generaciones una pérdida de tiempo total. Es más, sin siquiera abrir una página, muchos jóvenes y menos jóvenes, asegurarán que es una pijada increíble y que estos libros no sirven para nada. 
Pero, para saber de qué hablamos, vamos a detenernos primero en la definición de Urbanidad.
Por Urbanidad se entiende un conjunto de normas de convivencia establecidas en una sociedad, con el fin de facilitar las relaciones entre las personas. (Aviso: si hay alguien que automáticamente traduce el término "normas" por "obligaciones pesadísimas", no empieza bien el acercamiento a este código social).
Las pautas de comportamiento que nos brinda la Urbanidad, nos ayudan a poner de manifiesto el respeto que sentimos por los demás y nuestra voluntad de entendernos bien con todo el mundo. También, nos permite satisfacer la legítima aspiración de cualquier ser humano de querer resultar agradable y cercano a nuestros congéneres.
La etimología de la palabra Urbanidad viene del latín urbanitas, cuya raíz es urbs. Se utilizaba para designar a Roma como entidad física, las costumbres y manera de comportarse de los romanos. Considerando que dicha ciudad era el centro del poder y un lugar de encuentro de diferentes culturas, podemos deducir que la romana era la conducta a seguir, a imitar.  
Los libros de Urbanidad figuran entre los primeros libros pedagógicos que se han escrito, y tratados y referencias a sus normas se encuentran en la literatura de todo el mundo.
Bien es cierto que muchas personas desprecian la Urbanidad porque la asocian con el disimulo y la doblez, completamente contrario a lo que se valora en los tiempos actuales, donde la espontaneidad y la libertad tienen que respetarse por encima de todo. Efectivamente, si uno quiere ser educado cierto arte del disimulo se tiene que practicar, y hay que aguantar y tener paciencia en muchas ocasiones. Esta actitud hay personas que la valoran, por lo que supone de saber mantener el control y dominarse, mientras que otros la consideran hipócrita. Todo es muy subjetivo en esta vida.        
La Urbanidad es educación, no necesariamente de la que se aprende en colegios ni escuelas, sino la que responde a unas reglas mínimas de sentido común cuando se quiere vivir en buena armonía con los demás. Ser bien educado no requiere ningún título y es una cualidad  que facilita el entendimiento entre las personas. Un maleducado/a atrae los conflictos sobre si mismo, porque no quiere o no sabe ponerse en el lugar de los demás.
Dado que hemos comentado la conexión del término Urbanidad con urbanitas, urbe, urbs, etc. quizás alguien piense que en los pueblos no se practica la Urbanidad y se vive tan ricamente sin tanta norma y ceremonial. Error. Digamos que el término para designar las reglas de convivencia en la sociedad rural, no se llaman precisamente Urbanidad, pero vienen a ser de contenido parecido.
Hay que pensar, que la vida en un lugar pequeño está más reglamentada y es más rígida de lo que lo era la corte de Luis XIV. Y no lo digo en sentido negativo, al contrario, porque esas reglas no escritas, pero establecidas durante siglos, han permitido vivir en un reducido espacio a una generación tras otra de unas pocas familias.    
La Urbanidad aborda diferentes competencias y temas, pero nosotros nos hemos centrado más en todo aquello que afecta al comportamiento de las personas, a su actitud, que no a los aspectos de etiqueta, relaciones sociales, etc. como puede ser el modo de sentar a los invitados en una cena en nuestra casa, el modo de comer el marisco, cuando visitar a los enfermos, a quién invitar a un bautizo... Digamos, que en el primer caso, son consejos prácticamente inmutables en el tiempo, sin embargo, todo lo demás resulta sujeto a la moda y costumbres, y acusa el paso de los años, tanto que a veces las normas quedan obsoletas.
Como ejemplo de la Urbanidad más elemental, encontramos la definición que de ella da una alumna en el librito "Reglas de Urbanidad para señoritas" de D. Julián Mariana, publicado en el año 1859. Cuando se le pregunta:
"- ¿De qué sirve la urbanidad?
La alumna responde:
- De mucha utilidad en la vida; inspira la dulzura, conserva la paz y buen orden y hace el trato más fácil y agradable, alejando los vicios que provienen de un carácter violento y excluye esa grosería que, bajo el nombre de franqueza, se permite con frecuencia verdades que disgustan".
No ha resistido tan bien el paso del tiempo, el siguiente caso que vamos a exponer, leído en el mismo libro antes citado. En cuanto al tema de la limpieza personal, se dice:
"P.- ¿Se servirá V. decirme algo con respecto a la limpieza del cuerpo? 
R.- Sí, señora, todas las mañanas, después de vestirse, o al menos luego de haberse puesto los vestidos indispensables para presentarse con decencia, se debe peinar, cepillarse la cabeza, lavarse las manos y cortarse las uñas. En seguida se lava la cara, el cuello y las orejas, con agua no calentada por rigurosa que sea la estación".
"Los pies deben lavarse lo menos una vez a la semana, sobre todo durante la estación de verano...".
Por cierto, esto de las uñas y los pies parece que les tenía preocupados, porque también Pilar Pascual de Sanjuán, en "Resumen de Urbanidad para las niñas", le hace decir a la niña interrogada sobre la limpieza:
"Debe lavarse cara y manos todas las mañanas y entre día, siempre que de ello hubiere necesidad. Peinarse, asimismo, diariamente; cortarse las uñas y lavar de cuando en cuando todo el cuerpo, en particular los pies".
Hay que señalar, en honor de la verdad, que no todos los autores de los libros que se muestran en las imágenes, son ardientes defensores de las clásicas reglas de Urbanidad. Este es el caso de Chumy Chúmez, que en su "Moderna Cartilla de Urbanidad" más bien presenta un tratado de anti-urbanidad que de otra cosa. Dice, hablando de buenos modales:
"P.-¿Debemos ceder siempre el paso a las señoras?
 R.- Si caben, sí".
"P.-¿Debemos enseñar a nuestros hijos los buenos modales?
R.- Sí, aunque sea a bofetadas".
Los libros de Urbanidad son como radiografías de una sociedad, que nos permiten verla por dentro, por lo que resultan excelentes medios para acercarnos a otras culturas y conocerlas mejor. 
Hoy día encontramos muchas de las pautas de conducta que antes figuraban en estos libros, en los manuales de Protocolo, que contrariamente a lo que puede suponerse, cada vez ocupa un lugar más importante en las relaciones oficiales, institucionales, comerciales, etc. 

   

          
   


   

martes, 8 de septiembre de 2015

Saltándome mis propias reglas



Pretendo en este blog ser siempre lo más objetiva posible y, desde luego, hablar solamente de colecciones y coleccionistas (nada más y nada menos). A veces me piden que anuncie alguna actividad pero, para no mencionar a unos sí y a otros no, o tener que nombrarlos a todos y convertir este espacio en un tablón de anuncios, no pongo nada.
Si en esta ocasión me salto las reglas, es porque el pasado fin de semana del 5 y 6 de este mes, he estado exponiendo mi colección de hueveras en la Feria de los Coleccionistas REPLEGA. Allí, he podido constatar que, pese a la mala prensa que muchas veces tenemos los coleccionistas, de acumuladores maniáticos de cosas inservibles, incapaces de relacionarnos con los demás salvo para conseguir alguna pieza para la colección, el hecho es que hay entre los colegas muchas personas increíblemente generosas y dispuestas a ayudar a los compañeros. No solo eso, sino que además se interesan por lo de los demás y reconocen el trabajo de cada uno. Por lo que a mi respecta, quisiera darle las gracias a todos los que se han acercado a mi espacio, pues he estado feliz de conocer personalmente a algunos de ellos a los que solo había tratado por internet. Intercambiamos muchas tarjetas de visita algunas de las cuales he perdido, espero no perder el contacto.  

(Fotos mjfuster y  Angeles Navarri)