viernes, 27 de febrero de 2009

Una colección de cactus




Una belleza



que pincha








Desde luego, es mejor no tocarlos, pero eso no es ningún problema porque, como dijo el poeta, también se puede acariciar con la mirada... Eso es lo que debe hacer nuestra coleccionista Carmen Morales con sus cactus: mirarlos y mimarlos a distancia o, al menos, tomar sus precauciones cuando se acerca a ellos.
Carmen Morales lleva el coleccionismo en la masa de la sangre, no lo puede evitar. En cuanto hay algo que le interesa lo colecciona y, como hay muchísimas cosas que despiertan su interés, pues tiene bastantes colecciones. En Procoleccionismo ya hemos comentado su colección de material escolar. También tiene otra de latas antiguas, de muñecas, de recortables, de muestras de labores, de cuentos de hadas, de libros de urbanidad, de marcapáginas, de juguetes antiguos, etc. Para disfrutar un poco de ellas podemos visitar su blog "El chibiritaino".

Entre tantas piezas del pasado hay, de todos modos, un lugar preferente para algo muy actual y vivo: su colección de cactus y crasas.

Al acercarnos a esta colección, lo primero que tenemos que saber, aparte de que son plantas que pinchan, es que los cactus pertenecen a la familia cactaceae, una familia numerosa porque cuenta con más de 2.000 especies organizada alrededor de 300 géneros. Los cactus forman parte del grupo de plantas suculentas.

Pero, ¿qué son las plantas suculentas? pues aquella que tiene raíces, hojas o tallos más carnosos de lo habitual con el fin de poder almacenar agua y resistir los periodos de sequía. Así, pues, todos los cactus son suculentas, aunque no todas las suculentas son cactus.

La adaptación que los cactus han experimentado para poder sobrevivir en climas áridos, se ha llevado a cabo de una forma distinta a la que han seguido la mayor parte de suculentas: los cactus han transformado sus hojas en espinas. Esta característica les permite retener agua y, también, defenderse de las agresiones de los animales. La fotosíntesis la realizan por la superficie del tallo, que es donde almacenan el agua. Por cierto, que no hemos dicho todavía, que todos los cactus y muchas suculentas son originarias de América.

A Carmen lo que le gusta de los cactus es su resistencia, dice que le da la impresión de que son plantas mágicas, pues a pesar de no cuidarlas demasiado y de soportar temperaturas extremas, cada año se llenan de flores. Eso siempre la asombra porque, si al ser originarias de climas áridos parece lógico que soporten bien el calor, resulta más extraño constatar que muchas de ellas aguantan bastante bien el frío, incluídas nevadas y heladas. Y recalcamos lo de "muchas de ellas", porque este año 2009, que ha sido especialmente duro por el frío, algunos de los cactus que Carmen no pudo proteger se le han helado, lo que le da muchísima pena.

Como todos los coleccionistas que se precien, Carmen no se limita a adquirir y admirar estas plantas que tanto le gustan, sino que ha procurado aprender todo lo posible sobre ellas, desde sus denominaciones botánicas hasta sus características, los cuidados que necesitan, etc.

Así, nos habla con pasión del cactus Aporocaptus flagelliformis, vulgarmente llamado "rabo de gato" o "cola de rata", que crece muy bien en cualquier suelo; del Mammillaria backebergiana, que en verano se llena de flores que forman como una corona; del Mammillaria bombycina, que alcanza grandes dimensiones, pues algunas de estas plantas llegan a tener más de medio metro. De Echinopsis, cactus muy resistente, al que muchas veces este invierno Carmen le ha tenido que sacar la nieve de encima, pero que sigue aguantando todo lo que le echen. Y también tiene un recuerdo especial para su "bebé", Gymnocalycium horstii, que espera ver crecer sano y fuerte.

Desde luego, no falta el humor a la hora de ponerle nombres a los cactus, pues vulgarmente se conoce como "cojín de suegra" a la variedad Echinocactus grusonii. Teniendo en cuenta que en griego"echinos" significa "erizo" , no se puede esperar mucha comodidad de este asiento..., !pobres suegras! hay que solidarizarse con ellas, que no se merecen esto (no todas...).

Los cactus se reproducen por simiente, sistema no apto para personas impacientes.

Carmen no es una coleccionista de cactus que tenga cientos de ejemplares, digamos que tiene una colección modesta. Lo que le interesa es tener una representación de todas las variedades posibles y disfrutarlas. Nos cuenta que no se necesita mucho espacio para ello, pues no suelen ser muy grandes y se pueden agrupar en un mismo tiesto. Además, ofrecen el aliciente de las cosas vivas, siempre en mutación: se transforman, se desarrollan, florecen. En resumen, una compañía muy agradable, que sólo pinchan si se les molesta.



jueves, 19 de febrero de 2009

Una colección de sellos de pingüinos




¡¡FRÍO!!



¡¡FRÍO!!











¿Qué tendrán los pingüinos, que inspiran tanta simpatía? A casi todo el mundo le gusta contemplar esas siluetas pequeñas, rellenitas, elegantes, de andares graciosos. Rodolfo Torres Vazquez, coleccionista mexicano, los eligió como tema para su colección de sellos (aunque también tiene otros, de los que luego hablaremos) no solamente por su "belleza física" y porque le resultan muy simpáticos, sino porque, además, le parecen fascinantes por las peculiaridades de su existencia y por la fortaleza que demuestran a lo largo de ella. Un buen film que refleja todo esto es "La Marcha de los Pingüinos", el gran documental dirigido por Luc Jacquet.

Es curioso ver que países muy diferentes, sin ninguna vinculación especial con estos seres (hasta da pena llamarlos "animales"), les han dedicado series filatélicas. Podemos mencionar entre ellos a Francia, Bélgica, Australia, Japón, Rumanía, Bulgaria, Polonia, Israel, Haití, Nicaragua, México, Suiza...

Sabido es que el habitat de los pingüinos es el Hemisferio Sur, en la Antártida, aunque también se pueden encontrar especies que viven en el llamado cinturón subantártico, entre 40° y 60° de latitud sur. Incluso hay una especie autóctona en las Islas Galápagos, ya en el Ecuador.

Rodolfo empezó con esta colección en el año 1994. Antes había coleccionado tarjetas teléfonicas. Y, como hemos comentado antes, actualmente no se dedica sólamente a los pingüinos, sino que hay varias colecciones a las que dedica tiempo y energía. Se ocupa, por ejemplo, del Modelismo Militar a escala, especialmente de los blindados que participaron en la II Guerra Mundial. Para mostrar su colección tiene una web a la que le han concedido numerosos premios.

También tiene una estupenda colección de sellos sobre el Tercer Reich y los países ocupados, que presenta en otra web. Pero, lo que nos interesa aquí y ahora son sus sellos de pingüinos, tema pacífico donde los haya.
Nos cuenta Rodolfo que tiene debidamente clasificados 1.200. Están colocados en 6 volúmenes de 50 páginas cada uno de ellos, es decir 300 páginas. Estas páginas son un diseño suyo, en papel de lujo opalina, de 220 grms.

Cuando compra algún sello, el primer paso que lleva a cabo es su clasificación. Y esta clasificación la hace por países, añadiendo, además, otros datos básicos como el nombre de la especie del pingüino, fecha de emisión del timbre y lugar en donde fue cancelado o matasellado. Una vez catalogado, los reserva hasta que encuentra el momento de montarlos en una de sus hojas.


Este tipo de colección filatélica temática ofrece varias alternativas, ya que se puede coleccionar en base a diferentes criterios: por Timbre, Set completo, Sobre Primer Día de Emisión, Tarjeta Primer Día de Emisión, blocks de 4, Gutter (es un diseño entre las orillas de 2 planillas), Pruebas, el Timbre cancelado (con matasellos), con réplicas en oro de 22 k., Hojas souvenir, Planillas, etc. Lo atractivo de una colección así es que presenta un doble interés: por un lado, el del punto de vista estrictamente filatélico y por otro, sobre el sujeto temático en sí.

Por lo que se refiere al aspecto filatélico, Rodolfo nos cuenta que el primer Timbre con imagen de pingüino, acompañado de la del rey Jorge V, fue emitido por las Islas Falkland (las Malvinas) el 2 de septiembre de 1929. Era de un valor de 1/2 penique, de color verde y terminó de emitirse en el año 1931, habiendo formado con el mismo diseño una serie completa de 11 valores. En cuanto al pingüino de carne y hueso podemos decir que es un ave, aunque no vuela, y que tiene una enemiga, la foca, que es su principal depredadora (a la cual, por cierto, no se le dedican tantos sellos como a él). Hay que precisar que la foca que ataca a los pingüinos no es la simpática foca que estamos acostumbrados a contemplar en los centros de recreo.

La foca que persigue al pingüino es la famosa foca leopardo, que presenta como características propias la de su gran tamaño y la de lucir unos tremendos dientes, muy muy afilados.

Así, las cosas, y después de haber examinado con atención todos los sellos de pingüinos exhibidos en la web de Rodolfo, pensamos que muchos países han recurrido al tema del pingüino, tanto si pertenecen o no pertenecen a su fauna autóctona, fundamentalmente por tres razones: a) cuando se trata de una emisión filatélica de tipo científico dedicada a las aves, b) porque despierta ternura y simpatía en el público, lo que le convierte en un tema atractivo, c) y porque las imágenes de los pingüinos evocan la aventura y la investigación científica en lugares lejanos ¡y muy fríos!





domingo, 15 de febrero de 2009

Lote n° 29 de imágenes de casas construídas sobre la vía pública o pasajes

Foto n° 169: Altstätten (Suiza). M. J. Fuster

Foto n° 170: Campo (Huesca). M. J. Fuster

Foto n° 171: Almonacid de la Sierra (Zaragoza). Celedonio García

Foto n° 172: Zaragoza, Arco de Valencia (desaparecido). Victor Barón

Foto n° 173 : Sevilla. Manuel Angel Lara

Foto n° 174: Sevilla. Manuel Angel Lara




Si queréis enviarnos alguna foto podéis hacerlo a:



¡Gracias!





martes, 3 de febrero de 2009

Una colección de radio-transistores



Erase una vez...

un

transistor




Jaume Lorenzo Felip es un apasionado de los aparatos de radio. Cuenta que el flechazo le llegó siendo un crío, cuando escuchó por primera vez una radio tipo Galena: se quedó impactado de que funcionara sin estar conectada a ningún sitio.
A los 14 años él mismo construyó su primer aparato de ese tipo y, a partir de entonces, su interés por el tema le llevó a empezar a recoger todo el material que le era posible conseguir relacionado con las radios.
Pasado cierto tiempo, decidió que aquellos aparatos que había ido reuniendo bien podían ser el principio de una colección... De eso hace ya unos treinta años. Durante este tiempo, también, se hizo radioaficionado.

Hoy día, contemplando los aparatos de radio que ha reunido Jaume, se puede seguir paso a paso la historia de esta invención. Ya ha conseguido juntar 1.800 de ellos, que datan desde 1920 hasta 1990.

Los tiene de todas las marcas, de muchísimos países, de todos los materiales posibles, vamos, de todo tipo. Pero, aunque le gustan y le interesan los aparatos de radio de todas las clases, nuestro coleccionista tiene una debilidad por los llamados transistores "de bolsillo", de los que ahora mismo tiene una representación de más de 545 ejemplares. Está muy interesado por los de la marca OPTIMUS, fabricados en Girona (de donde también es él) y le llaman mucho la atención los radio-transistores "artesanales" construidos por aficionados, que en muchos casos son todo un alarde de inventiva. Entre las piezas de su colección tiene transistores a 2 bandas grandes (88 aparatos); 2 bandas medianas (55); 2 bandas pequeñas (122); transistores portátiles (154); de sobremesa (14), etc.

Hay que recordar que el transistor se inventó en 1947 y su finalidad era sustituir a las válvulas termoiónicas que se utilizaban en los aparatos de radio. Al principio los transistores no eran muy pequeños, pero poco a poco fueron reduciendo su tamaño y eso permitió fabricar unas radios ligeras que podían llevarse a todas partes. El inconveniente que presentaban estos nuevos modelos era que no tenían mucha potencia, por lo que no ofrecían muy buena calidad de sonido. Los fabricantes, conscientes de esta deficiencia, intentaron contrarrestarla con otros atractivos como, por ejemplo, cuidando mucho el diseño y apostando por las ventajas que ofrecía su manejabilidad. Los transistores de bolsillo fueron su gran propuesta.
Explica Jaume que, durante los primeros años de la historia de los radio-transistores, la mayoría de ellos eran de marcas norteamericanas, pues eran los Laboratorios Bell, donde se habían inventado, los que concedían las licencias de fabricación. También los producían los alemanes, franceses, rusos, canadientes y japoneses, pero en menor cantidad. Estos últimos producían, básicamente, para las marcas estadounidenses.
Además de los aparatos de radio, la colección de Jaume cuenta con una gran cantidad de libros, artículos de prensa, revistas especializadas, catálogos de más de 10.000 modelos de radios y abundante documentación relativa al mundo de la radio en soporte cd o dvd.

A Jaume, como buen coleccionista que es, le gusta hablar de su colección y mostrar sus tesoros. Lo hace a través de dos webs dedicadas a este tema, una a las radios en general y otra a los radio-transistores. En esta última, además de presentar las piezas de su colección ofrece algunas de las entrevistas que le han hecho en distintos medios de comunicación. También da cuenta de las piezas que tiene repetidas por si puede intercambiarlas con otros aficionados.
Ni que decir tiene que Jaume repara todo tipo de aparatos de radio, pues no tienen secretos para él. Sólo con verlos ya sabe todo de ellos, porque cada aparato le cuenta muchas cosas, aunque esté desconectado.
Jaume Lorenzo ha expuesto su colección en algunas ocasiones y le gustaría mucho poder hacerlo de forma permanente, en un museo dedicado a la radio. De momento, lo que hace a través de su web colecciónradios.com que hemos mencionado anteriormente, es invitar a todos los coleccionistas de radios a la formación y actualización de un museo virtual. La iniciativa ha tenido mucho éxito y ya hay más de 65 países representados en dicho museo. Todos los inscritos trabajan activamente en la recopilación de material gráfico y documental, para formar un catálogo lo más extenso y bien documentado posible. En julio de 2008 ya tenían 131.000 radios antiguas repertoriadas, así como 417.000 imágenes de esos aparatos.

¡Lo que no se le ocurra a un coleccionista!




domingo, 1 de febrero de 2009

Una colección de cromos





¡¡¡CROOOOOO



MOOOOOOOS!!!











¿Quién de nosotros no ha coleccionado cromos alguna vez en su vida? ¿Quién no se ha pasado tiempo y tiempo poniendo en orden los cromos que tenía para cambiar? ¿Quién no se ha sentado ante una mesa grande, en la casa de sus padres, y allí ha abierto un álbum y ha cogido sus cromos y el pegamento o la cola, y ha repasado atentamente las casillas en las que debía pegar las nuevas adquisiciones? Todos esos gestos familiares forman parte de lo que ha sido, para casi todos los coleccionistas, una de sus primeras colecciones.

Rafael Castillejo, al que ya hemos visitado en su "Desván" y nos ha permitido conocer su colección de "El Capitán Trueno", nos ofrece en esta ocasión una buena representación de álbumes de cromos de los años 50 y 60.

Los cromos se podían adquirir comprando chocolate, dulces, concentrados para sopa, gaseosas u otros variados artículos, casi siempre productos alimenticios. También había colecciones que se compraban directamente en los quioscos. Por pocos céntimos se adquiría un sobre en el que salían varios ejemplares y, el hecho de abrirlo, deparaba siempre unos minutos de máxima expectación, además de muchos cromos repetidos.

Precisamente, Rafael recuerda que en todas las series había siempre algunos cromos muy "difíciles" de conseguir. No se ha olvidado todavía que para una colección de "Chocolates Batanga", todos los niños estaban pendientes de que les saliera el mismo cromo, "la chumbera marroquí", que es el que les faltaba. Lo mismo ocurría con el cromo n° 111 de un álbum de "Chocolates Hueso", que se resistía a salir...

Las colecciones de cromos estaban dedicadas a temas muy variados. Había álbumes que recogían los éxitos cinematográficos de actualidad, por lo que igual se encontraba uno coleccionando Ben-Hur, Los Diez Mandamientos o la última película de Marisol. También se coleccionaban las famosas producciones de Walt Disney o los rostros de los artistas famosos de Hollywood. Entre los chicos tenían mucho éxito los cromos de fútbol y, cada temporada, coleccionaban los jugadores de todos los equipos que participaban en la Liga. Unas colecciones muy didácticas eran las dedicadas a Historia natural, Geografía, Arte o Historia.

La palabra "cromo" es una abreviación de cromolitografía, derivada de "krôma", cuyo significado es colorear, que constituyó un paso más en la técnica conocida como litografía. Se dió el nombre de cromos a las tarjetas publicitarias que se empezaron a poner de moda a partir de finales del siglo XIX, cuando poco a poco empezó la época de los grandes almacenes, el consumismo y la publicidad.

Se empezaron a distribuir estas cromolitografías para llamar la atención del cliente y estimular su fidelidad hacia un producto. Iban dirigidas fundamentalmente al público infantil, que recibía gratis ese regalo al comprar una marca determinada, con lo que veía recompensada su fidelidad a la misma. Como los motivos que se ofrecían en las cromolitografías iban variando, se empezaron a coleccionar las diferentes ilustraciones que componían cada serie.


Los cromos nos permiten descubrir cuáles eran los conocimientos que se quería transmitir a los niños de antaño, los valores que se les quería inculcar, las aficiones y los gustos, que tenían, sus personajes favoritos. A juzgar por los temas que se les proponían, vemos que igual se emocionaban con las aventuras de Rin-tin-tín, que con "Las Maravillas del Mundo" o con "Marcelino Pan y Vino".

Un problema que se presenta a los coleccionistas actuales de cromos antiguos es que muchos de ellos se han perdido, pues, o no se han guardado ya que se consideraban piezas sin valor, o no se conservan en buenas condiciones, ya que el papel con el que se hacían no era muy resistente.

Una colección de cromos nos trae a la memoria no solamente las escenas que evocan sus ilustraciones y el mensaje que sus textos nos transmiten, sino también aquél escenario en el que intentábamos completar esa colección. Coleccionar cromos era, y quizás es, un ejercicio de sociabilidad, porque lo bonito era encontrar a otros compañeros y ver cómo tenían ellos el álbum, qué es lo que les faltaba, intercambiar los repetidos. Para ello había unas negociaciones a respetar (cinco fáciles por un dificil, etc.) y una jerga que dominar: como decían mis hijos "tengui" o "no tengui", o como decía Rafael, "repe" no "repe"....