jueves, 6 de agosto de 2009

Una colección de recortables





Un MUNDO

de
PAPEL





Es bonito y enriquecedor conocer la historia de las cosas. Si hace una semana me hubieran preguntado qué eran los recortables, sólo hubiera podido decir que eran unas láminas con la figura de un niño, una niña o una jovencita esbelta. Junto al personaje central venían también sus prendas de vestir y algunos accesorios (sombreros, carteras de la escuela, algún juguete) y todo ello había que recortarlo y separarlo de la hoja en la que estaban impresos. El vestuario venía provisto de unas lengüetas, para poder engancharlo sobre el débil cuerpo de las criaturas de papel. Después de tener todas las piezas bien cortadas, nos pasábamos horas enteras poniéndoles y sacándoles trajes y abrigos a aquellos impasibles personajes. Ahora, gracias al coleccionista Rafael de Francisco López, hemos descubierto muchas más cosas sobre los recortables.

Parece ser que su origen estuvo en Francia. Allí las estampas y grabados gozaban de gran popularidad y las ilustraciones con imágenes de santos, reyes y personajes de cuentos y leyendas, adornaban las casas que no podían permitirse el lujo de adquirir otro tipo de arte. A partir del último cuarto de siglo del setecientos, vírgenes, santos y monarcas comenzaron a dejar paso a otro típo de temática "cívica", donde fueron adquiriendo protagonismo escenas de la vida cotidiana, bélicas, etc.

De esta nueva tendencia surgieron los pliegos de soldados en hilera, que fueron los primeros "recortables" conocidos como tales. Se trataba de láminas de papel en las que aparecían soldados que, una vez cortados y separados de las hojas, se podían mantener verticales gracias a su base, que se doblaba y formaba una superficie plana.

Aunque habitualmente se considera Estrasburgo como la ciudad donde se inició la producción de los pliegos de soldados (llamados petits soldats d’un sou) pensados para ser recortados, parece ser que fue en París, en la rue Saint Jacques, donde a finales del siglo XVII aparecieron por primera vez. Posteriormente fue en la villa de Epinal, que estaba especializada en la estampería y la producción de naipes, donde se dedicaron a reproducir estas láminas de soldados y también escenas infantiles. Recordemos que se denomina estampa cualquier figura trasladada al papel u otra materia por medio del tórculo o presa, ya sea desde la lámina de metal o madera en que está grabada o desde la piedra litográfica en que está dibujada.

Desde el siglo XVII hasta principios del XX hubo en la nación gala más de 500 firmas de impresores dedicados a la estampación y grabado de pliegos y piezas de imaginaria popular, lo que nos da buena idea de la gran popularidad que gozaron estos artículos.

Después de Francia, fueron los países alemanes, especialmente Prusia, los grandes productores de estampería popular y pliegos de soldados. Entre el siglo XIX y el año 1945 se estampaban estas láminas de soldados (soldatenbilderbogen) en más de 75 ciudades alemanas. Hay que destacar entre ellas Berlín, Nuremberg, Mainz Esslingen, Sorau y la famosa Neuruppin que llegó a dar su nombre a los recortables y estampas, conocidas como neuruppiners.

Entre las características que distinguen los pliegos alemanes de los franceses podemos señalar, en primer lugar, la magnífica cromolitografía de los primeros, así como su tamaño, que es un poco mayor que los franceses. Frente a los 30 x 40 cms. de éstos, los alemanes alcanzan los 33 x 43 centímetros. Otra diferenciación es que en los países alemanes se comenzó a utilizar papel acartonado, mientras en Francia se seguía utilizando un papel muy fino.

En Austria también gozaron de gran popularidad los pliegos de soldados, muy en consonancia con la política imperialista y expansionista del emperador Francisco José. Hubo unas 20 firmas de editores, todos localizados en Viena. Entre los más representativos hay que mencionar a Matthias Trentsensky (1790-1870), la editorial que inició la impresión de pliegos de soldados en 1830. Posteriormente fue Stockinger & Morsack quien continuó la producción. A partir de 1918, proclamada la República austriaca, marcas como ABADIE y OLLESCHAU llevaron a cabo un cambio en la temática colaborando en campañas publicitarias, especialmente de chocolate y cigarrillos. OLLESCHAU lanzó al mercado unos cromos "recortables" que constituyeron una gran novedad.

El gran auge de los recortables de soldados tuvo lugar en la segunda mitad del ochocientos, coincidiendo con la consolidación y creación de los actuales Estados europeos y la propagación de los movimientos nacionalistas. Soldados enfundados en vistosos uniformes, rodeados de un aureola de heroicidad, llevaban los colores del ejército nacional (aunque no faltaban los de los "contrincantes") y la bandera de la patria. Aunque eran un juego infantil, aquellas figuras constituían también un buen soporte mediático para hacer pasar ciertas ideologías.

Así como la temática religiosa fue cediendo terreno a otras propuestas, como fueron las representaciones militares de las que hemos hablado, también los pliegos de soldado abrieron el camino a otro tipo de recortables, como fueron los dedicados a los personajes y escenas de teatro, construcciones de arquitectura con monumentos famosos, muñecas, personajes conocidos, etc.

Por cierto, que parece ser que fue en el Reino Unido donde empezaron a imprimirse y difundirse los recortables de muñecas. Se utilizaban con fines didácticos, pues con ellos se mostraba a las jóvenes de familias acomodadas cómo debían vestirse o cuáles eran las buenas maneras para comportarse en sociedad. También se divulgaban nociones de Historia, pues no faltaban los recortables dedicados a reyes y reinas, con sus trajes de época y la ambientación correspondiente.

Pero, hagamos un breve apunte de lo que ocurría en nuestro país. Lo mismo que había pasado en el resto de Europa, en España también se popularizó la temática militar. En Cataluña surgieron muy pronto los pliegos de soldados o fulles de rengles. Se cree que los primeros que se hicieron se inspiraron en la Guerra del Rosellón (a finales del XVIII) y, posteriormente, también en la de la Independencia (al principio del XIX).

Entre los primeros impresores de pliegos de soldados de la etapa artesanal en Barcelona podemos citar a Joan Francesc Piferrer (1788-1828), Ignasi Estevill i Cabot (1816-1854) y Pere Simó. Se trataba de pliegos xilografiados y coloreados con la técnica "bac" que se utilizaba para la estampación de las telas de algodón. Posteriormente, desde el último tercio del siglo XIX hasta los primeros años de la II República, la editorial Paluzie fue la estampería más conocida. El fundador de la dinastía fue Esteban Paluzie i Cantalozella (1806-1873) pero quien tomó la iniciativa de hacer pliegos de soldados y otros recortables (teatros, construcciones, etc.) fue su hijo Faustino Paluzie i Tallé.

En Madrid los primeros pliegos de soldados, estampas, teatros de papel y aleluyas se empezaron a imprimir bastante más tarde, concretamente a partir de la década de los cuarenta del siglo XIX y, precisamente, de la mano de un menestral catalán, Jose María Marés i Roca.

Desde el año 1875 hasta 1815-1920 fue la Editorial Hernández quien estuvo a la cabeza de la producción de pliegos de soldados. En Madrid, el año 1924 un editor desconocido lanzó al mercado recortables de construcciones y soldados con el nombre de "La Tijera" firma que adquirió Francisco Atienza Ortega, propietario de la papelería "El arca de Noé" y, desde 1927 hasta 1960 pasó a ser la firma lider en el sector.

"La Tijera" hizo láminas de soldados de todos los ejércitos, antiguos y modernos; muñecas; teatros de papel con todos sus personajes; equipos de fútbol; trenes; edificios; barcos y, una particularidad de los recortables españoles, representaciones de corridas de toros.

Muy interesante por el resultado que se obtiene son los recortables de arquitectura, en los que se reproducen edificios a escala . Una vez recortadas todas las piezas, unidas y pegadas, se obtiene la maqueta del edificio.

Hay que hablar también de los troquelados, que se asimilan a los recortables, aunque en realidad se trata de piezas sueltas que no hay necesidad de recortar. En el Reino Unido y en Estados Unidos fueron muy populares a finales del siglo XIX.

Rafael nos cuenta que, en algún momento, se ha visto obligado a vender parte de su colección. Concretamente en el año 1992 fue el Museo del Traje de Madrid quien le compró numerosas piezas que se exhibieron en el 2007, en una importante exposición que el Museo organizó con el tema de "Los recortables desde 1850 a 1955". El desprenderse de una parte o la totalidad de una colección quiere decir dos cosas: 1°) que el trabajo de un coleccionista interesa a otras personas e instituciones (si no, no se lo comprarían) y 2°) que formar una colección puede compensar económicamente (no queremos decir que es una buena inversión porque no nos gusta la connotación de carácter especulativo). Aunque Rafael considera que ahora le ha quedado una colección "modesta", todavía tiene una buena representación de recortables de España desde la segunda mitad del ochocientos hasta los años 50 del pasado siglo, además de una buena muestra de piezas de todo el mundo.



Nuestro coleccionista escribió hace veinte años un libro titulado "El recortable militar español" del que hace poco tiempo se ha publicado una segunda edición. Información sobre el mismo se puede conseguir en su web, en la que también se pueden encontrar muchos datos sobre la historia de los recortables, tanto en algunos países europeos como en el nuestro.

Y ahora, tenemos que "cortar" el comentario de los recortables, aunque Rafael nos ha enseñado tantas cosas sobre ellos que aún quedan cosas por decir...



6 comentarios:

Pedro Pinzón dijo...

Es una colección muy original. Todos los coleccionistas elegidos tienen un universo personal fascinante.
Es una web excelente.

Ana López dijo...

Hola todos los amigos de la Argentina esta es mi primera vez que escribo aquí , estoy orgullosa de ser de la Argentina y Gracias para todos

Rafael Castillejo - rafaelcastillejo.com dijo...

Esos colores inigualables del recortable original antiguo, me producen el mismo placer que el de los tebeos de mi niñez.

Excelente colección. Enhorabuena.

Felipe dijo...

Rafael: tus (excelentes) comentarios tendrían más eco si los publicaras en twitter.

Un fuerte abrazo,

Felipe

Anónimo dijo...

Pasar este blog a una red social: una buena idea!

Pep

Felipe dijo...

Por qué sois tan reacios a "poneros" en twitter?