miércoles, 27 de febrero de 2013

Una colección de balanzas

 


EL PESO EXACTO DE LAS COSAS


¿Para que sirve una balanza? pues para pesar, claro. La balanza tradicional es un instrumento con dos brazos iguales, que cuelgan de una barra horizontal y que mantienen una situación de equilibrio. Para pesar un objeto, hay que colocarlo en uno de los platos y en el otro se pone un peso determinado (una medida), hasta conseguir que ambos platos vuelvan a alcanzar el equilibrio. Dependiendo del destino que se le va dar a la balanza, es decir, en función del artículo que se va a pesar habitualmente, las balanzas presentan diferente tipología. También cambia la precisión que se les exige, pues si bien es cierto que el objetivo es que pesen siempre exactamente, la verdad es que no es lo mismo las que van a ser utilizadas en un laboratorio o en una joyería, o las que se emplearán en una frutería.
El que conoce de balanzas y otros muchos tipos de instrumentos de medida y precisión  es  José Pedro Gutierrez, un coleccionista madrileño al que ya tuvimos ocasión de presentar en Procoleccionismo con su colección de aparatos de telegrafía. El nos ha ayudado, para empezar, a diferenciar lo que es una balanza y una báscula, términos que a veces se confunden. Y nos dice que, para explicar bien esta diferencia se tendría que distinguir entre los conceptos de masa y peso, cosa que no se hace en el lenguaje coloquial. Por ello, también a nivel coloquial, podemos decir que las balanzas tienen dos platillos y no miden, sino que comparan, mientras que las básculas tienen un solo platillo y tienen una escala que mide directamente el peso. Por cierto, que si nos paráramos a pensar en la etimología de la palabra balanza ya no tendríamos ninguna duda, puesto que dicho nombre tiene su origen en los términos BIS (dos veces) y LANX (platos), ¡más claro agua!
Y hablando de orígenes, hay que recordar que este instrumento de medición es conocido desde la Antigüedad, sin que pueda precisarse muy bien quienes fueron los primeros en utilizarla. Lo que sí que se conoce bien, es que al principio los platos de pesar colgaban de una barra horizontal, pero que el francés Giles  Person, natural de Roberval, en el siglo XVII revolucionó el sistema poniendo los platos por encima del eje horizontal, no colgando de el.
Muchos otros fueron los inventos y aportaciones técnicas que permitieron que, en el siglo XIX, las balanzas llegaran a ser verdaderos instrumentos de precisión. Después, ya en la segunda mitad del siglo XX, aparecieron las balanzas automáticas, en las que había un recuadro circular o en forma de abanico donde se indicaba el peso exacto. Pero el gran avance tecnológico se ha producido con las balanzas electrónicas, donde no sólo se da el peso exacto, sino el precio de la mercancia, se facilita un ticket de la compra, etc. De todos modos, y para resumir, puede hablarse, básicamente, de la existencia de cuatro tipos de balanzas: las de cruz, la romana, de Roverbal y de muelles.
Nuestro coleccionista nos cuenta que adquirió la primera balanza hace unos treinta años, sin embargo, la idea de coleccionarlas le vino algo después. Y, las balanzas que verdaderamente le interesan son las balanzas postales inglesas de 1840 (fecha en que se introdujo el sello de correos) hasta 1940 aproximadamente.
Cuando le preguntamos a José Pedro si al comprarlas procura que sean piezas en buen funcionamiento, no lo duda ni un momento: la respuesta es NO, al contrario, procura fijarse en las que están deterioradas y que les falta algún peso, ya que entonces el precio de compra es mucho más asequible y además, le permite hacer a él mismo el trabajo de restauración, tarea que le encanta.  
Para aumentar su colección generalmente compra por internet, directamente del Reino Unido. Los vendedores son en general muy serios y los costes de envío muy razonables. Entre las piezas de su colección que aprecia particularmente no nos señala a ninguna en particular, pero sí que menciona alguna que no tiene. Cuenta que hasta ahora se le ha resistido, pero que le encantaría tener,  un modelo de 1840 llamado "Candlestick" (candelabro), ya que hay muy pocos ejemplares y sus precios son prohibitivos. 
Como hemos comentado, su colección se nutre fundamentalmente de balanzas postales. Una de las razones es que la restauración es más sencilla y los materiales (latón o bronce y madera) vuelven a lucir con toda su belleza. La mayor parte son inglesas, pero también cuenta con algunos preciosos ejemplares alemanes. Aunque no conoce personalmente a ningún otro coleccionista de lo mismo, sí que ha encontrado algunas páginas web de coleccionistas en el extranjero.
Y no podemos dejar de hablar de la simbología de la balanza, pues como todo el mundo sabe representa al Derecho y la Justicia. Diosas griegas y romanas aparecían sosteniendo con su mano izquierda una balanza en equilibrio, imagen que evoca en la persona que la contempla la idea de la mesura, de la ponderación y el equilibrio.  Examinar los hechos, sopesar, dar a cada uno lo que le corresponde, ese es el principio de la Justicia.  Pero a José Pedro las balanzas que le interesan no son precisamente las de la Justicia sino, como hemos dicho, las destinadas al correo postal, un asunto más tangible y menos complicado.
Si queréis, podéis visitar la web personal de José Pedro y asomaros a sus múltiples e interesantes colecciones. Además de objetos curiosos, descubriréis a una persona amable con muchas aficiones e inquietudes. Un buen coleccionista.



 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Lote nº 95 de imágenes de casas construídas sobre la vía pública o pasajes

Foto nº 566: Praga. G.D.M.
Foto nº 567: Brno (República Checa). G.D.M.

Foto nº 568: Brno (República Checa). G.D.M.
Foto nº 569: Praga. G.D.M.
Foto nº 570: Brno (República Checa). G.D.M.
Foto nº 571: Viena. G.D.M.
Si quieres enviarnos fotos, puedes hacerlo a:
mjfuster20@hotmail.com

¡GRACIAS!

miércoles, 13 de febrero de 2013

Una colección de Playmobil

 
CLICK CLICK
 
Nuestro invitado de hoy es  Luis Fernández,  uno de los grandes coleccionistas de Playmobil en nuestro país. Aunque ha nacido en Castro, habita en Leioa (Vizcaya). Empezó con esta colección hace unos dieciocho años. Resulta que los Reyes Magos le trajeron a su hija (que no a él), el Circo Romani y con la excusa de que la niña era pequeña, pues entonces tenía dos o tres años,  él empezó a jugar con el regalo. La verdad es que enseguida le pareció un juguete de rol muy interesante con el que se podían crear mil y una situaciones diferentes. Otras de las ventajas que encontró en estos pequeños objetos fue su robustez, unida a su simplicidad, lo que hace de ellos unas piezas de una calidad impecable. Por otro lado, resultan muy útiles para desarrollar la imaginación y motricidad en los niños. Con todos estos factores a favor, la colección fue tomando forma poco a poco. Después del "circo" vinieron las series contemporaneas, con el tema de "obras", "médicos" y, cómo no, las series de animales: "zoo", "granja", "ponys"... Después ya llegaron los deportes, "buceo", "esquí", "vela",  "motos", y, claro está, no podían faltar los "policías" para ordenar todo aquél ir y venir de gente y vehículos, y tampoco faltaron los "bomberos", por si acaso había algún accidente. En esta enjambre de mundos y épocas, encontró su lugar en casa de  Luis  la serie del "fuerte del oeste", que alguien les regaló, y entonces tuvieron que venir "soldados" para protegerlo de los "indios", que, de momento no atacaban porque no estaban, pero podían llegar de un momento al otro, como así ocurrió.  Más tarde nuestro coleccionista sucumbió al encanto de los "castillos" y con el "barco pirata" hubo suerte, porque fue heredado de su cuñado.
Por cierto, éste fue un buen precedente, porque la verdad es que ha recibido muchas piezas de regalo. Primos, vecinos, amigos e incluso clientes,  le han dado piezas que ellos ya no utilizaban y estas donaciones, junto con lo que ha ido comprando, supera ya la cantidad de 12.000 unidades, aunque exacto exacto tampoco sabe  lo que tiene.
Estos seres diminutos y tiernos, siempre con la sonrisa en los labios, fueron creados en 1970 por Hans Beck para la firma alemana Geobra Brandstätter. En el Salón del Juguete de Nuremberg tuvo lugar su presentación oficial con la denominación actual, Playmobil. Desde entonces, el éxito ha sido ascendente. En el Estado español se fabricaron entre los años 1976 y 1983 bajo licencia de Famosa, con el nombre de Famobil, pero visto el éxito que tuvieron, la firma alemana recuperó el control y se volvieron a llamar Playmobil.  En 1911 se calculaba que la población mundial de los clicks superaba la cifra de dos millones y medio de unidades.
Las figuras están fabricadas en ABS, un plástico muy resistente. Miden 7.50 centímetros de estatura. Al principio se fabricaron sólo varones, pero a partir de 1976 hicieron su aparición las figuras femeninas. En 1981 llegaron los niños y niñas, con una altura inferior de 2 centímetros respecto a sus papás. Los bebés son 3.5 centímetros más bajitos que los adultos. Otro dato interesante es el que nos instruye sobre su movilidad. Los primeros personajes disponían de cuatro articulaciones, que les permitían girar la cabeza, mover los brazos por separado e inclinarse hacia adelante. A partir de 1982 se les dotó de movimiento en las manos, que desde entonces pueden girarse. Esto permite que puedan agarrar mejor los diferentes accesorios de los que disponen. Por cierto, que todos esos accesorios se adaptan perfectamente a sus manos ya que tienen la misma medida de 3,2 mm de espesor. Para terminar la información técnica, digamos que a partir de 1990 se empezó a comercializar una nueva gama de artículos destinados a los niños menores de 3 años, con la finalidad de que no resultaran peligrosos para los más pequeños, ni por las figuras en sí mismas (que son más redondeadas y sin tantos movimientos) ni por los accesorios, que son más grandes de tamaño, con lo que se pretende evitar que se los pongan en la boca y se los puedan tragar.
Luis, evidentemente, tiene personajes de Playmobil de todo tipo y condición, viejos, niños, jóvenes y de mediana edad, y también de todos los oficios y profesiones pasadas y futuras, y  los que no tiene, los crea él, con algún toque de pintura y accesorios bien puestos.  Y es que lo que le gusta mucho es preparar dioramas y escenas con algún tema determinado. Y, para eso, la excusa ideal es presentar alguna exposición, tarea en la que ya es un verdadero experto.
Cuando tiene que montar alguna, primero prepara el tema de la exposición con los responsables, o les presenta varios proyectos acordes al lugar o de una época determinada, para que den su parecer. Posteriormente, prepara unos bocetos de las escenas y busca el material necesario.  Aunque procura documentarse sobre el tema que va a exponer (ciñéndose todo lo posible a la historia, con escenarios, construcciones y personajes adecuados a esa época, incluso fauna y flora local, etc), no suele hacer ningún montaje previo, sino que todo lo desarrolla in-situ y se deja llevar por lo que le inspira el local y el entorno del lugar donde se representará. Así, ha llegado a montar las exposiciones en los Museos Marítimo y de las Reproducciones Artísticas de Bilbao. En el primero presentó "Los 100 barcos de Playmobil" y "Un mar de aventuras" y en el segundo "Berre-click artea" y "Troia". En el Museo Marítimo de Bilbao tiene también una exposición permanente que ayuda a la comprensión de diversas partes del museo. En el Rialia montó dos exposiciones y una en Torre Salazar de Portugalete y en el Centro Cultural de Santa-Clara. A esto hay que sumar varios escaparates en el Puente Colgante (Monumento Patrimonio de la Humanidad), Exposiciones en Centros Culturales, Diorama permanente en el Centro de Recuperación y Reciclaje de Traperos de Emaus Navarra, escaparetes en tiendas, etc. La última exposición fue estas navidades en el Palacio de Aiete de San Sebastián.
Nos cuenta Luis que, aunque hay muchos coleccionistas de Playmobil, a él le gusta ir un poco por libre y procura no mirar los montajes de los demás. Prefiere aplicar sus propias ideas y dar un sello personal a las exposiciones, por eso se inspira en sus propias vivencias, en películas que le han impactado, noticias de la vida real, obras de arte. Unos libros que le gustan mucho y en los que se ha inspirado repetidas veces so los de Richard Unglik.Y, volviendo a los coleccionistas, nos dice que sí que tiene buena amistad con una asociación catalana, Somosclicks.
Luis tiene un estupendo blog llamado "La Mar salada" en el que dedica un espacio a su colección de Playmobils. Por cierto, que lo perfeccionista que es Luis para todas sus cosas nos lo confirma el hecho de que el pasado año 2012 recibió el premio de la Federación Española de Vela, como mejor fotógrafo del año. Y, una recomendación, visitar su web, en la que da cuenta de todas las actividades en las que participa.





 
 


miércoles, 6 de febrero de 2013

Una colección de robots


AFIRMATIVO-REPITO-AFIRMATIVO



¿Quién no ha soñado alguna vez  (sobre todo si es ama de casa) ver deslizarse por su apartamento un ser metálico y tierno que limpie la cocina, ordene el salón, haga las camas y tenga el detalle de traernos un cafe, mientras nosotros/as estamos consultando/perdiendo el tiempo en el ordenador?   Y si ese es el paradigma del robot ideal para tareas domésticas, que ya casi es posible conseguir, lo cierto es que hay y habrá muchos otros robots, tanto en la realidad como en la fantasía, capaces de  llevar a cabo mil funciones distintas.
De hecho, lo primero que tendríamos que hacer al hablar de robots es definir que es un robot, lo que no es fácil porque hay muchas opiniones contradictorias en torno al tema. Estamos acostumbrados a oir que hay robots en las plantas de manufactura, montaje y embalaje de una fábrica, que el cirujano opera ayudado por un robot, que un robot ha sido utilizado en las exploraciones espaciales o que se utilizan para desactivar minas terrestres, pero no pensamos en este tipo de artilugios cuando nos dicen que imaginemos un robot. Habitualmente, lo primero que nos viene a la cabeza al hablar de robots son los androides, los que tienen forma humana. De hecho, en la colección que os vamos a presentar éstos serán los que encontraremos. 
Fernando Canillas hace colección de robots antiguos de España y Latinoamérica. Empezó esta colección hace cinco o seis años, cuando le regalaron un robot. Como siempre le ha gustado mucho coleccionar, Fernando tuvo el buen reflejo de buscar información sobre el tema en Internet, y encontró que había mucha gente coleccionando robots antiguos, sobre todo en Estados Unidos. Así es que ésto le animó a coleccionarlos.
Si ha limitado el área geográfica de su búsqueda de robots antiguos, es porque le gustan las colecciones que se puedan acabar y abarcar. Y como Fernando cree que no debe haber una producción muy extensa y, además, no ha encontrado a nadie que se haya dedicado específicamente a este tema, pues ámbas cosas han sido un aliciente para él.
De momento, la colección se va incrementando, pero reconoce que entre sus piezas favoritas  aún le tiene especial cariño a su primer robot, que es un robot musical de la casa Román. Otro que le gusta mucho es el robot Foki "El marciano" que es un modelo argentino, muy artesanal, y que fabricó una empresa de lavadoras llamada Daisa. El ejemplar español más antiguo, al menos así es considerado, es el Guerrero o "warrior" de la empresa Sel-mac, del año 1955.
El origen de los robots hay que buscarlo en la construcción de autómatas y se remonta a tiempos antiquísimos, pues se tienen datos de uno de ellos fabricado en el siglo IV antes de Cristo. Tambien hay referencias de figuras mecánicas hechas por Herón de Alejandría en el siglo I d. C.  A estos artilugios se les dotaba de movimiento, reproduciendo de la manera más natural posible el que hacen las personas o los animales que representaban. De todos modos, a pesar  del parecido que pueda existir entre algunos autómatas y lo que se podría considerar un robot, las diferencias son manifiestas: en el primer caso, sólo se espera de los autómatas que repitan mecánicamente los movimientos que se le han atribuido. En el caso de los robots, hay cierta autonomía de movimientos y en general son capaces de desarrollar múltiples tareas de manera flexible, según su programación. Dan la sensación de mostrar un comportamiento inteligente, con iniciativa propia.
Si al principio de la era de los robots se tendía a reproducir con ellos la forma humana,  para que realizaran los trabajos en los que iban a sustituir al hombre, después se comprobó que en muchos casos era totalmente innecesario que fueran antropomorfos, lo que siempre representa una gran dificultad al querer dotarlo de movilidad (entre otras cosas, por ser bípedos). Así se llegó a la conclusión que para desempeñar muchas funciones podían construirse modelos inteligentes con formas adaptadas a las tareas específicas, ya fueran cilindros deslizantes, de fácil desplazamiento; un sólo brazo o varios brazos; una esfera sobre ruedas... Independientemente de la forma, siguen siendo robots.  Unos de los que más éxito han tenido son los que tienen cuatro piernas, pues son más estables, aunque la tendencia parece ser que es imitar insectos y artrópodos, en funciones y forma, pues son cuerpos de gran flexibilidad.  
El primer robot del que se tiene conocimiento es el robot metálico Lilliput fabricado en Japón en los años 30. A Fernando le gusta documentarse todo lo que puede y ha buscado toda la información posible sobre el tema, incluso ha conectado con las empresas jugueteras para que le den datos. Y ha revisado los catálogos de juguetes para poder datar los que él tiene. Desgraciadamente, es muy dificil conseguir información y hay pocos libros que hablen del tema. Juan Hermida escribió el libro "Historia de soldadito de plástico español" en donde habla del primer robot español de Sel-mac.
Por cierto, y volviendo a los androides, hay que recordar que etimológicamente androide es un robot antropomorfo de fisonomía masculina. Para los que tengan rasgos femeninos (que no son muchos) habría que utilizarse la palabra ginoides, aunque comunmente se recurre al término  androide para los dos sexos.
Y ya que estamos con la etimología, tenemos que recordar que la palabra robot se conoció a través de la obra del dramaturgo checo Karel Capek, estrenada en 1921, aunque él atribuyó el invento del término a su hermano Josef. De hecho, la palabra robota significa en checo y otras lenguas eslavas "trabajo duro", por lo que los pobres robots lo tienen claro, partiendo de allí no les espera una vida relajada...
De todos modos, esperemos que la relación humanos-robots sea siempre cordial y buena, porque no sabemos quién va  necesitar a quién  en el futuro. En Japón los destinan, cada vez más, a una función bien curiosa: el cuidado de ancianos. Así es que, un día de estos, igual acabamos en sus manos (o en sus cilindros o en sus pinzas). De momento, Fernando va recopilando la historia de los antepasados de sus amigos robots, y esta genealogía ya le ha dado un árbol frondoso, repleto de nombres y fechas, que quiere compartir con todos nosotros. Estos datos los podéis encontrar en su blog "Robots españoles y latinoamericanos".