martes, 24 de abril de 2012

Una colección de gorras de ciclismo


Protegen del sol, del viento y de la lluvia,
y lucen enormemente
Miguel Angel Fraile Maldonado, nacido en Ciudad Rodrigo, que vive ahora en Laguna de Duero, es un gran aficionado al mundo del ciclismo. Ya tuvimos ocasión de admirar en Procoleccionismo su colección de maillots de ciclismo y, en este comentario, nos referiremos a su colección de gorras dedicadas a ese deporte. Nos cuenta Miguel Angel que empezó con esta colección hace ya bastantes años y, uno de los motivos que le decidieron a hacerla, fue porque era una buena manera de recordar a los distintos equipos ciclistas con los que había tenido alguna vinculación. En la actualidad tiene más de 200 piezas y, para conseguirlas, prácticamente no ha tenido que comprar ninguna, porque son regalos de personas relacionadas con el ciclismo. Este tipo de gorras empezaron a usarse en Europa a principios del siglo XIX. Recordemos que se le da el nombre de gorra a la prenda de vestir que cubre la cabeza y que se caracteriza por presentar simplemente una corona, que es la estructura curva adaptada al cráneo, pero no lleva alas alrededor. Las gorras pueden llevar o no llevar visera, dependiendo del uso que se les va a dar. Al principio las gorras se adaptaron al uniforme de trabajo de algunos profesionales no muy cualificados y también pasaron a formar parte de la indumentaria de obreros industriales. Eran las clásicas gorras de tejido con un botón central. Entre las personalidades que las adoptaron, que fueron muchas tanto reales  como de ficción, recordemos al célebre detective Scherlock Holmes, que hizo famosa su gorra de tweed con visera, aunque en su caso también llevaba una pieza por detrás para cubrir la nuca. Posteriormente, las gorras pasaron a ser usadas en muchas disciplinas deportivas porque resultan muy útiles para protegerse del sol, de la lluvia o incluso del viento, al mismo tiempo que impiden que los cabellos se muevan y molesten mientras se hace ejercicio. Se han fabricado en diferentes tipo de tejido, en cuero o en material sintético. Entre los deportes que más la han adoptado, podemos mencionar el béisbol, el tenis, el crocket, automovilismo, deportes náuticos, etc. Para los ciclistas la gorra ha sido una pieza de su indumentaria casi imprescindible, aunque muchas veces se la ponían al revés, es decir, con la visera hacia atrás, con el fin de proteger su nuca del sol. Algunos ciclistas también las consideran muy útiles para evitar que el sudor caiga por la frente.
Durante muchos años, hasta que fue obligatorio el uso del casco, los ciclistas las lucían en las competiciones ciclistas, pero ahora se ha reducido su utilización solamente al momento en que los ganadores suben al podium o cuando ya han terminado la carrera. Y en estas ocasiones, más que a un fin práctico para el ciclista, su objetivo es el de lucir la publicidad del equipo al que pertenecen. En realidad, todos estos aspectos relacionados con la publicidad suelen estar muy reglamentados en todos los países y, habitualmente, en la gorra se permiten cuatro inscripciones, una en cada lateral, otra delante y la cuarta detrás. Y, también llevan una quinta sobre la visera. Allí es donde suelen lucirse los nombres de las empresas patrocinadoras, sus logos, etc.
Recordemos que la UCL estableció la obligatoriedad del uso del casco en las competiciones ciclistas el 5 de Mayo de 2003. El Tour de Francia de ese año fue el primero en tener que respetar dicha norma, aunque al principio los corredores se los quitaban en las ascensiones. Fue en el 2005 cuando se les obligó a llevarlo durante toda la carrera. En España, en el año 2004, se fijó que tenían que utilizarlo todos los usuarios que circularan por vías interubanas.
Con todas estas disposiciones podría parecer que las gorras de ciclismo (casquettes en francés) tienen ya los días contados, pero la verdad es que gozan de muy buena salud, porque es una prenda atractiva, que cuesta poco dinero y da un toque de informalidad a cualquier atuendo, lo que gusta a todos. Cuando los deportistas de competición no pueden usarlas por motivos de seguridad, siempre está el público que acude a las manifestaciones deportivas quienes las llevan.
Miguel Angel de momento las guarda en su casa, aunque le encantaría poder exhibirlas en algún lugar. De momento, todos las podemos disfrutar en su web donde además de ver los maillots y gorras de la colección, podemos ver en qué competiciones ha participado, qué bicicletas ha utilizado, los viajes por Europa que ha hecho con sus bicis y muchas cosas más.






miércoles, 18 de abril de 2012

Lote nº 82 de imágenes de casas construídas sobre la vía pública o pasajes


Foto nº 488: Monistrol (Barcelona). Pilar Vidal

Foto nº 489: Barcelona. Antoni Palmarola

Foto nº 490: La Pobla de Segur (Lleida). Jordi Goñi

Foto nº 491: Casola (Italia). Valeria Martini
Foto nº 492: Barcelona. Pilar Vidal

Foto nº 493: Gragnola (Italia). Valeria Martini

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miércoles, 11 de abril de 2012

Una colección de naipes


No eches las cartas ¡guárdalas!
En el año 1962 Juan Carlos Ruiz, cuando tenía sólo 15 años de edad, empezó a trabajar en la famosa empresa de naipes de Heraclio Fournier de Vitoria y, desde el mismo año, comenzó a coleccionar barajas. Eso sí, al principio se tomaba la colección con calma. Trabajar en esa empresa, le dio la oportunidad de conocer de cerca un tema que le pareció siempre muy entretenido e interesante. Considera que ha sido una persona privilegiada, por haber podido trabajar profesionalmente en algo a lo que también ha dedicado su tiempo libre: los naipes. Actualmente, está contento y orgulloso de que, gracias a esta afición, y con mucha dedicación y mucho esfuerzo, ha podido hacer realidad lo que es un sueño para casi todos los coleccionistas: dedicar un museo a su colección. Este museo que se inauguró hace diez años, concretamente en el 2002, se encuentra en la bonita ciudad de Oropesa de Mar, en la provincia de Castellón, y es uno de los sólo ocho museos dedicados a este tema que se encuentran repartidos por el mundo, y el único privado, pues pertenece a Juan Carlos y a su esposa. Pero antes de ofrecer más información sobre todo lo que se puede contemplar en el museo, hablaremos de cómo y cuándo empezó la colección, y de la naturaleza del objeto que se colecciona, los naipes.
La historia de los naipes es muy curiosa, con una trayectoria de siglos. Hay que decir que son conocidos universalmente y que se atribuye su invención a los chinos, sosteniendo este argumento por el hecho de que fue allí donde se inventó el papel en el siglo I, en Europa se empezó a fabricar 1000 años más tarde. Las primeras referencias documentadas datan del siglo XIV, y podemos recordar entre ellas la mención que el poeta Jaume March hizo en el "Diccionario de la Rima", del año 1371, donde aparece por primera vez el nombre "naip". En el Museo Británico hay un manuscrito de 1377, de un monje alemán, que menciona el juego de cartas como útil para enseñar, es decir, que se recomendaba usarlos para fines pedagógicos. Pero parece ser que no se debieron emplear sólo con fines didácticos, porque en Barcelona, el año 1382, se publicaron unas Ordenanzas que se encuentran actualmente en el Archivo Histórico de la ciudad, en las que se prohibía el empleo de los juegos de azar "no gos jugar a nengun joch de daus, ni de taules, ni de naips". En Valencia, dos años más tarde, en 1384, el Consejo General de la ciudad también tuvo que prohibir "el novel joch apellat dels naips". De la internacionalización del juego nos da idea una crónica aparecida en Viterbo (Italia), en el año 1379, que trata del "Giocco della Carta" y una referencia a un manuscrito de la notaria de Laurent Aycardi de Marsella (Francia) del año 1381.
Lo que es seguro, por lo que respecta a la recomendación de jugar o no jugar a las cartas, es que, los naipoes, como casi todas las cosas en la vida, no son buenos ni malos, todo depende del uso que de ellos se hace.
Nos cuenta Juan Carlos que el valor de una baraja no solamente radica en su antigüedad, o en su estado, o en su rareza, o en el número de unidades que existen, para él las barajas más apreciadas son las que de alguna manera más le ha costado conseguir, y no se refiere a dinero, o aquellas que significan algo especial para él. Por poner un ejemplo, una de las que considera más valiosas es la que recbió como regalo de los presos de la cárcel de Castellón. Ocurrió que, en una visita que realizaron al Museo del Naipe, le comentaron que tenían prohibido jugar a las cartas, entonces Juan Carlos hizo algunas gestiones con un senador para que se les levantara esa prohibición. Cuando consiguieron poder jugar con barajas normales, los presos tuvieron el detalle de ofrecerle para el Museo la última baraja clandestina, fabricada por ellos mismo. La habían hecho con las tarjetas de plástico usadas para llamar desde las cabinas de teléfono.
El museo cuenta actualmente con unas 15.000 barajas de todas las épocas y de todos los países, citemos, por ejemplo, Nueva Zelanda, Tahití, egipto, Tailandia, Camboya, Vietnam, Irán, Siria, Turquía, Arabia, Marruecos, Argelia, Isla Mauricio, Estados Unidos, Japón, China, India, Países sudamericanos, Europa, etc. Como curiosidad podemos mencionar que hace pocos meses consiguió 6 cartas fechadas en 1556 en Toledo. También está depositada en el Museo la baraja más grande del mundo, que pesa 14 kgs y mide casi un metro. De todos modos, Juan Carlos nos confiesa que sus barajas favoritas cambian cada mes, pues son las últimas que ha conseguido. También le dan mucha satisfacción aquellas que recibe de personas que visitan el Museo y se han quedado gratamente sorprendidas por lo que allí han descubierto, entonces quieren contribuir con piezas que tienen en su casa y, algunas de ellas, son verdaderas reliquias.
El coleccionismo de naipes no está muy extendido, aunque día a día va ganando adeptos. Muchos de ellos gracias al Museo, que se renueva constantemente, pues además de las nuevas adquisiciones que van enriqueciendo la colección, cada mes se cambia alrededor de un 40% de los naipes expuestos, así es que siempre se ven cosas diferentes. También cuenta con una web "Museo del naipe", que os aconsejamos visitar. Y una web "naipe.coleccion.com" donde se ofrece información y barajas.
No podemos dejar este tema sin referirnos a algunos aspectos técnicos de la fabricación de los naipes. Primero se decoraban recurriendo al buen oficio de artistas pintores, hasta que en el siglo XV se industrializó su fabricación mediante la impresión xilográfica, técnica que consistía en imprimir mediante moldes de madera de boj o peral, grabados en alto relieve. Los colores se aplicaban por dos procedimientos: Morisca o Trepas. En 1832 Thomas de la Rue inventó en Londres un nuevo sistema de impresión llamado litografía, que sustituyó a la xilografía y, actualmente, la plancha de zinc y aluminio ha sustituido, a su vez, a la litografía.
Y una última curiosidad. Parece ser que los populares palos de la baraja española, Oros, Copas, Espadas y Bastos, que siempre se enumeran por este orden, representan los cuatro estamentos que componían la sociedad: la nobleza, el clero, la caballería y el grupo de los artesanos y campesinos. Y es que, ya lo decíamos, con las cartas se pueden aprender muchas cosas.

miércoles, 4 de abril de 2012

Una colección de peonzas


GIRA, GIRA LA PEONZA
Óscar Llopis Olivas es un joven menorquín coleccionista de peonzas, trompos, picos, baldufas, boliches, peones, nolas, bailarinas, gallofas, bolos, piñolas, etc. que de todas estas maneras se denomina el mismo juguete, aunque no todo es exactamente lo mismo. Cuando un objeto ha sido, y es, tan popular a lo largo de los siglos, recoge la influencia de muchos pueblos y culturas y tiene muchas acepciones. Concretamente, en el caso del trompo podríamos decir que se trata de una variante de la peonza. Es un juguete de madera, que lleva una cuerda alrededor y, tirándola violentamente de un extremo del cordel sobre una superficie plana, se consigue que el trompo gire manteniéndose en equilibrio, es decir, que "baile". Por cierto, que a ese cordel en algunos lugares le llaman cuerda, en otros cimbel, hilo, cordón, azotillo, etc. De este juguete se han encontrado ejemplares que datan de 4.000 años a. C. y estaban hechos en arcilla. Precisamente el ejemplar más antiguo conservado es el que exhibe en el Museo Británico, data del 1.250 a. C y fue hallado en Tebas.
Además de las piezas que han llegado hasta nuestros días, tampoco faltan en textos antiguos referencias a las peonzas, lo que atestigua su gran difusión por todo el mundo. Por ofrecer algunos ejemplos de las menciones más conocidas que se han hecho sobre este juguete, podemos recordar que Aristófanes, popular comediógrafo griego, (444-383 a. C.) se declaraba gran aficionado a las peonzas; Platón (427-347 a. C.) recurrió a ella para su metáfora del movimiento; Virgilio ya hablaba de este juego en la Eneida; y Ovidio, la nombraba en varios de sus poemas. Catón el Mayor fue más lejos en su afición por las peonzas, porque intentó convencer a los romanos de que les resultaría más conveniente dejar de lado los dados y ponerse a jugar con ellas, aunque, hay que reconocer que en este caso no le sirvió de mucho su gran oratoria, porque no consiguió que se tuvieran en cuenta sus sugerencias.
Öscar empezó con esta colección el año 2007, cuando tenía 17 años. Y el motivo fue porque se encontró, por casualidad, con una peonza que le hizo recordar los buenos ratos que había pasado con ese juguete cuando era pequeño, y poco a poco fue enganchándose otra vez. Llevaba siempre encima una peonza, en la mano o por los bolsillos y jugaba con ella en los parques, en casa, en cumpleaños y fiestas y por todas partes. Un año más tarde se le ocurrió fabricar él mismo una peonza, así es que tomó un trozo de madera y le dio la forma conveniente con una moto sierra, luego con la ayuda de una lima le dio la forma redondeada y con una lija de papel la afinó. Después le dio unas pinceladas de aceite protector de madera y todavía la retocó con un par de pasadas de barniz para leña, consiguiendo que le quedara muy fina y redonda, por lo que se quedó muy satisfecho de su trabajo.
Nos cuenta Oscar que un hecho que resultó decisivo para animarlo más con esta afición, fue lo siguiente: justo cuando empezó a interesarse, descubrió un número de teléfono en un envase de una peonza de la marca Can cels. Era de un fabricante de Barcelona. Sin pensárselo dos veces, llamó por teléfono para obtener información y se quedó perplejo cuando, después de que les dijera que le gustaría tener algunas piezas de su firma le dijeron ¿cuántas quieres? a lo que él contestó "todas las peonzas distintas que fabriquen". Le pidieron sus señas de Correos y al poco tiempo le llegaron a su casa unas cién peonzas distintas.
Ese mismo año decidió comprarse un torno para fabricar peonzas y venderlas en los mercados de artesanos de Menorca. El tener piezas de su creación le resulta muy útil para intercambiar.
Existen, nos cuenta Oscar, básicamente tres estilos de peonzas: las de estilo turca, que tienen una punta de hierro para que bailen más rápido y con equilibrio. Estilo trumpitxus, o peonzas de dedos, sin punta de hierro, enteramente de madera, que se hacen bailar con los dedos, el pulgar y el índice. Hay que apoyarlas en el suelo sobre la superficie lisa. Estilo especial, que llevan una chincheta en la punta y el cuerpo es de madera. Actualmente todos estos tipos se hacen de distintas formas (no solamente redondas sino cuadradas, etc) y en todo tipo de materiales, como plástico, cristal, hierro, papel, piedra, hueso, porcelana...
Óscar, de momento, tiene más de trescientas piezas diferentes. Ha participado ya en algunas exposiciones. Procura documentarse lo mejor que puede y aprender todo lo posible sobre las peonzas porque, muchas veces, la gente le pide información sobre ellas y a él le encanta poder ofrecérsela. Cuando lo ven con sus peonzas, también le preguntan qué es lo que sabe hacer de especial con ellas. La verdad es que cuando comenzó con todo ésto, apenas sabía manajarlas, pero ahora se ha entrenado bastante y ya sabe sorpreder a su público con trucos, lanzamientos, juegos. Eso y que los niños se animen a jugar, es lo que más le gusta a Oscar. Esa es la razón por la que se ha convertido en monitor de peonzas, es decir, enseña a manejarlas, y no sólo a la gente joven, sino que también acuden a él padres y hasta abuelos. También va a institutos, escuelas, parques u otros lugares públicos para dar a conocer este juego.
Otro tipo de peonzas bastante popular son las llamadas de manos, con las que se utilizan las palmas de las manos para imprimir el impulso que las hará bailar, lo que se consigue frotando el eje vertical que suele ser bastante alto. Y, para terminar, queremos referirnos a la perinola, una peonza de tamaño pequeño, que se ha utilizado siempre para los juegos de azar y para realizar profecías y adivinanzas. Antes tenía cuatro caras, pero ahora suele presentarse con más.
Óscar tiene un blog donde podréis conocer mejor su colección y estar al tanto de sus actividades. También se pueden seguir los pasos de la fabricación de peonzas. A él le gustaría ganarse la vida dedicándose por entero a su juguete favorito, pero dice que todavía no lo ha conseguido. Animo, Óscar, hemos lanzado la perinola para conocer tu futuro y nos ha salido la palabra "éxito"... (Y esta es su dirección de contacto: ARTESANO8@GMAIL.COM)