sábado, 26 de junio de 2010

Lote nº 52 de imágenes de casas construídas sobre la vía pública o pasajes

Foto nº 307: Albarracín (Teruel). Angel Pérez Avellaneda


Foto nº 308: Traben-Trarbach (Alemania) M. J. Fuster


Foto nº 309: Nerpio (Albacete). Antonio Navarro


Foto nº 310: Homberg (Alemania). M.J.Fuster


Foto nº 311: Hontanas (Burgos). Víctor Barón


Foto nº 312: Pasaje Nicolás (Albacete). Antonio Navarro




Si queréis enviarnos alguna foto podéis hacerlo a:


¡gracias!



viernes, 18 de junio de 2010

Una colección de "El principito"




Lo esencial


es invisible a los ojos








Hemos conocido colecciones que pertenecen a más de un titular o coleccionista. Hemos presentado a un padre y a su hija que compartían una colección; a un padre con su hijo que hacían otra; a un marido y a su mujer, a una madre con sus hijos, a otra madre con sus hijos, con su hermano y con una vecina, etc. pero nunca habíamos encontrado a toda una institución dedicándose a sacar adelante una colección.

Este coleccionista tan especial es el "Centro Saboyardo de San José ", en Argentina, que reúne a los descendientes de saboyanos (de Saboya y Alta Saboya, Francia). Su directora, la Sra. Maxit, nos explica cómo se inició el proyecto de la colección.

Fue en el año 2004 cuando la Biblioteca Popular de San José, un pueblecito de la provincia de Entre Ríos (Argentina) cumplía su primer centenario. Para celebrarlo, decidieron organizar una exposición de libros y buscaron un nexo que la relacionara con el Centro Saboyardo. Como éste tiene como objetivo fundamental la enseñanza del francés, que es el idioma de sus ancestros, eligieron "El Principito" (Le Petit Prince), porque su autor, Antoine de Saint-Exupéry, era francés.

La exposición consistía en un trabajo de investigación sobre Saint-Exupéry y especialmente sobre el libro. Mientras tanto, y como el Centro es una entidad adherida a la Alianza Francesa, escribieron a las Alianzas diseminadas por el mundo para conseguir diferentes versiones de la obra. Ya tenían la francesa y algunos otros ejemplares aportados por amigos (italiano, inglés, alemán, y español, lógicamente). Muchas Alianzas respondieron. También unas cuantas editoriales enviaron los ejemplares de regalo, así como algunos amigos, especialmente coleccionistas. Hay que decir que en el Centro no compran los libros sino que los intercambian, puesto que para ellos resulta muy caro comprar una versión del libro fuera de su país.

Eligieron "El Principito" porque es el libro más conocido de Saint-Exupéry, pues ¿quién no lo ha leído alguna vez? En la actualidad tienen ya 177 ejemplares escritos en unas 120 lenguas y dialectos diferentes. Tienen versiones en Braille (español y en francés), en chino, guaraní, turco, latín, quéchua, coreano, tuareg, lengua Bambara... Hemos visto en Wikipedia que se ha escrito en 180 lenguas y dialectos, así es que todavía les faltan unos cuantos (¿lo tendrán en euskeda, catalán o gallego?

Siempre hay alguna edición que resulta difícil conseguir. Algunas, como el esperanto o el sardo, están totalmente agotadas y no se han vuelto a editar. En estos momentos los libros más difíciles son los que edita TINTENFASS, una editorial alemana especializada en lenguas que están en peligro de extinción. Deben tener una 15 o 20 versiones que nuestros amigos del Centro San José no han podido conseguir, fundamentalmente porque cuestan 15 euros más gastos de envío y eso representa muchísimo dinero para ellos. Esos libros, los miran por el sitio web de la editorial y cuando aparece algún coleccionista que se interesa por alguno de los ejemplares que tienen repetidos, pues ellos intentan cambiarlo por alguna versión de la Editorial Tintenfass que no tengan todavía.

Después de la exposición inicial han organizado otras, y esa es una ocasión excelente para que los alumnos trabajen sobre el libro, cada uno de los grupos según su nivel de conocimiento.

¿Qué tiene de especial este librito de poquísimas páginas? pues muchas cosas. Es un relato corto de una historia un poco surrealista, una gran metáfora que, con la apariencia de una banal narración infantil trata de cosas importantes de la vida. Brevemente, recordemos el argumento: un aviador (Saint-Exupéry también lo era) está intentando reparar su avión en pleno desierto del Sáhara, cuando encuentra allí a un niño que le dice que es el príncipe de un planeta. Ese planeta es un asteroide pequeño como una casa, en el que no hay casi nada, apenas tres volcanes, dos activos que le sirven para cocinar y uno aparantemente apagado; también hay una rosa, unas simientes de baobabs que son un auténtico peligro, porque si se desarrollaran mucho acabarían con el espacio físico del planeta, y poco más.

El Principito decide un día dejar su mundo, porque no quiere estar solo. Después de hacer unas visitas a los asteroides vecinos, viene a la Tierra para conocer a sus habitantes y tiene suerte, porque tropieza con el aviador, que le comprende bastante bien y con un zorro, que quiere ser domesticado por él. También hay una serpiente, pero no vamos a contar nada más.

Entre la poesía y el humor que cada frase encierra, hay también muchas reflexiones sobre el sentido de la vida y la naturaleza del ser humano. Cada lector las descubre y las interpreta a su manera. Al Centro Saboyardo de San José le gusta destacar el mensaje que transmite la historia sobre el valor de la amistad y el trabajo y, una de las frases del libro que ellos prefieren es la de: "No se ve sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos".

A nosotros también nos gusta mucho todo lo que dice el zorro sobre la importancia de "crear lazos" entre las personas. Y algo que le dice al Principito y que va como anillo al dedo para los coleccionistas: "El tiempo que perdiste por tu rosa, hace que la rosa sea tan importante", que querría decir que nadie puede valorar y disfrutar tanto una colección como el propio coleccionista, porque sabe el tiempo y el esfuerzo que le ha costado.

En el Centro Saboyardo de San José son muchos los que sienten satisfacción viendo crecer una misma colección, su colección, porque, gracias a una buena iniciativa, es algo que comparten. ¡Felicidades! Y para conocerla mejor se puede visitar su estupenda página.



viernes, 11 de junio de 2010

Una colección de gomas de borrar






... y cosas



que no se borran




¿Quién no ha tenido en su vida una, dos, tres o más gomas de borrar? seguro que, entre las que hemos usado y las que hemos perdido, la cantidad de gomas que han pasado por nuestras manos alcanza una cifra importante aunque, desde luego no tanto como la que ha reunido nuestra coleccionista.

Y, hablando de nuestra coleccionista, tenemos que aclarar que ella, Begoña Miguel no "actúa" sola, sino que cuenta con el apoyo de un grupo de colaboradores entregados. En la foto que mostramos al principio podemos verlos a casi todos ellos, pues a la derecha de Begoña se encuentra Igor, el compañero de su hija, que es el que le presta el soporte informático; a la izquierda de Begoña está su hija, Egokiñe y al lado de ella Noelia, una vecina que se ha enganchado a esta afición, y a la que vemos al lado del hermano de Begoña. La foto está tomada en Mungia (Vizcaya) durante una exposición en la que participaron.

La goma de borrar forma parte de ese universo de cosas consideradas insignificantes y sin valor (porque no cuestan mucho dinero), cuando resulta que es un objeto útil donde los haya, e imprescindible en muchas ocasiones. Si un día eliminaran de nuestra vida todos esos pequeños objetos "sin importancia", se paralizarían muchas actividades.

La historia de las gomas de borrar puede decirse que se remonta al siglo XVIII, cuando el inglés Edward Nairne descubrió por casualidad las propiedades del caucho para eliminar las huellas del grafito sobre el papel. Parece ser que un paisano suyo (Priestley) ya había observado antes esta cualidad, pero fue Nairne quien comercializó el hallazgo, poniendo a la venta pequeños bloques de caucho. El inconveniente que presentaba este producto, al utilizarlo sin ninguna preparación, era que al cabo de un tiempo fermentaba, lo que resultaba muy desagradable.

Pasados unos años, y al otro lado del Atlántico, Charles Goodyear calentó de forma accidental la goma natural con azufre (proceso de vulcanización que también se hace utilizando selenio) y obtuvo una goma elástica, menos pegajosa y más resistente, invento que patentó en 1839. Y una de sus aplicaciones fue la de la goma de borrar. La producción industrial de este artículo comenzó en Estados Unidos y Alemania a finales del siglo XIX. Antes de que existiera la goma de borrar se utilizaba la miga de pan, materia prima que todavía se usa en la actualidad, dando nombre a las conocidas gomas de migajón.

A Begoña siempre le han gustado las gomas y ya empezó a coleccionarlas cuando era pequeña. Después, como tantas veces ocurre, dejó abandonada su colección hasta que, hace unos siete años, vio en una tienda unas gomas con forma de animales que le llamaron la atención y entonces decidió volver a ocuparse de ellas. El hecho de que su familia y sus amigos estén también interesados le ha ayudado mucho a que su colección vaya creciendo espectacularmente y, además, lo haga de forma bien organizada. Ya lleva reunidas más de seis mil piezas.

Las gomas actuales aguantan bien el paso del tiempo y no se deterioran, pero no obstante hay que tener alguna precaución con ellas a la hora de guardarlas, pues si se dejan una encima de otra pueden acabar pegándose. Begoña & Cia colocan sus piezas en archivadores de oficina y éstos están guardados en diferentes cajones, según el tema, las formas, las marcas o los países.

Para conseguir nuevas piezas suele recurrir a internet o al intercambio con otros coleccionistas, aunque considera que no hay muchos.

La goma de borrar es un artículo que no ha experimentado grandes cambios desde que se inventó, salvo la composición de la goma, que actualmente suele ser sintética. Aunque hay diferentes tipos, pues las hay especialmente ideadas para borrar tinta, carboncillo o dibujo técnico, por ejemplo, las novedades que se han introducido han sido más bien en la presentación, pues se han diseñado los lápices con goma incorporada, las gomas llamadas "portagomas", los cartuchos recargables, hasta existen gomas de borrar eléctricas.

Otro uso que se le da a las gomas y que es menos conocido por los no expertos, es su utilización como instrumento de dibujo. Se recurre a la goma de borrar además de para corregir los defectos, para dar a los dibujos diferentes intensidades, con reflejos y sombras. Hasta hay artistas que crean toda una composición a partir de un papel "manchado" al que van sacando luces y formas.

Las gomas de borrar ya hemos visto que sirven para eliminar y corregir los errores de un texto o ilustración, las de Begoña sirven para mucho más, pues hacen indelebles otras cosas que por nada del mundo quisiera borrar: los buenos momentos que pasa con su familia y sus amigos gracias a ellas, la ilusión que comparten y todo lo que disfruta contemplando las seis mil y pico formas diferentes de sus gomas de borrar.


sábado, 5 de junio de 2010

Lote nº 51 de imágenes de casas construídas sobre la vía pública o pasajes

Foto nº 301. Montblanc (Tarragona) Joan Casadevall


Foto nº 302: Letur (Albacete). Angel Pérez Avellaneda


Foto nº 303: Bamberg (Alemania). M. J. Fuster


Foto nº 304: Toledo. Manuel Angel Lara


Foto nº 305: Bologna (Italia). Bruce Taylor


Foto nº 306: Bruselas. M. J. Fuster




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